Nadie contaba con Ibrahima

No se cobr¨® su parcela el Kun y menos remat¨® Forl¨¢n, por lo que al efervescente Zaragoza casi le alcanz¨® con zancadillear a Reyes para maniatar al Atl¨¦tico, falto de recursos y de pegada. Record¨® al equipo de anta?o, descompensado por sus flaquezas en la primera l¨ªnea y necesitado de la inspiraci¨®n en el remate. Hasta que apareci¨® Ibrahima, redentor y oportunista, que se invent¨® un cabezazo y firm¨® las tablas con el Zaragoza, aplicado en el repliegue y acertado a bal¨®n parado, pero sorprendido en el resuello final.

Regenerado por la vitam¨ªnica ret¨®rica de Quique Flores, Reyes ofrece desde hace unos meses su mejor versi¨®n, la que deslumbraba en Sevilla, pero que se desbrav¨® en Londres. Es un futbolista nuevo, un trampol¨ªn necesario para el Atl¨¦tico, toda vez que Jurado ha perdido protagonismo y restado el ¨²ltimo pase para el equipo. Sin un gran angular en la frente, Reyes opta por la conducci¨®n. Corre con el cuero ligado al pie, exquisito en el requiebro. La artima?a carbura cuando Forl¨¢n o Ag¨¹ero le barren el frente con los desmarques. Tambi¨¦n resulta riqu¨ªsima cuando Tiago le acompa?a y le facilita paredes o una salida en caso de entuerto mayor. Anoche, sin embargo, los delanteros se atornillaron en el c¨¦sped y el centrocampista prefiri¨® sujetar la atestada medular a buscar las segundas jugadas. Y si algo chirriaba, agresi¨®n a Reyes. Tacos por delante y jugador a la lona. Hasta que el 19 perdi¨® la cordura. Aislado Reyes, deslucido el Atl¨¦tico.

Hastiado de levantarse del c¨¦sped, Reyes solt¨® el brazo, golpe¨® a un rival y vio la roja

Ning¨²n equipo hurg¨® en el punto d¨¦bil del rival, los falsos laterales izquierdos

No le desagrad¨® el men¨² a La Romareda, que ha variado sus prioridades. No hace tanto que exig¨ªa la excelencia en el juego adem¨¢s de victorias. El sobresalto del descenso y estar en arenas movedizas a principios de curso han vomitado lo est¨¦tico. Se aplaude la presi¨®n, el entramado defensivo y el ejercicio de solidaridad. Nada mejor para este Zaragoza, tan ruborizado como atolondrado con el cuero en los pies, c¨®modo sin la iniciativa y en el juego directo. Ah¨ª aparece Chupete y su generoso pecho. No le amedrenta a Chupete la escasez de cent¨ªmetros: tira de su amplitud, de su envergadura para ganar la posici¨®n y hacer de aduana sobre el juego directo. Bal¨®n al pie, pantalla con los brazos y el trasero y pelota para las carreras de Eliseu o Arizmendi. Aunque Suazo tampoco hace ascos a las jugadas individuales. Prob¨® con dos disparos lejanos. Uno lo desbarat¨® De Gea, el otro pein¨® el larguero.

Pero ninguno de los dos equipos fue capaz de hurgar en el punto d¨¦bil del rival, los falsos laterales izquierdos. Reyes opt¨® por la diagonal, demandado como estaba en la construcci¨®n. Y el Zaragoza no hizo hincapi¨¦ en Dom¨ªnguez, tan solvente como equilibrado de central, pero tembloroso y descolocado carrilero. As¨ª que el conjunto blanquillo exprimi¨® las jugadas a bal¨®n parado, una suerte que se le da a las mil maravillas. Sac¨® Gabi un c¨®rner, lo atendi¨® al primer palo Jarosik y cabece¨® a gol ante la mirada de De Gea. Del Atl¨¦tico no hubo noticias, m¨¢s all¨¢ de la exasperaci¨®n definitiva de Reyes, hastiado de levantarse del suelo, que solt¨® el antebrazo, tumb¨® a Eliseu y vio la tarjeta roja. Tambi¨¦n hundi¨® al Atl¨¦tico. O eso pareci¨®. Nadie contaba con Ibrahima, que se elev¨® sobre la zaga, asemej¨® mantenerse en el aire y marc¨® los tiempos para conectar un cabezazo que descuajaring¨® al Zaragoza. Ibrahima como revulsivo, como hachazo.