Abrir los ojos
Regreso de un intenso viaje a Serbia y Kosovo donde he podido comprobar de primera mano las dificultades que la gente corriente tiene para superar el pasado y enfrentar el futuro. En Belgrado hablo con Jovan Teokarevic, un profesor de Ciencia Pol¨ªtica: "Muchos aqu¨ª creen que cuanto peor le vaya a Kosovo, mejor para Serbia. Pero est¨¢n equivocados. Cuanto mejor vayan las cosas en Kosovo antes nos integraremos en la Uni¨®n Europea. Su futuro y el nuestro est¨¢n completamente vinculados". Tambi¨¦n hablo con Natasa Kandic, una conocida defensora de los derechos humanos que intenta llevar ante los tribunales a los criminales de guerra de su pa¨ªs: "Muchos en Serbia piensan que las matanzas de la guerra de Bosnia y los cr¨ªmenes cometidos en Kosovo son falsedades inventadas por la OTAN para justificar la guerra". "Los serbios", dice, "necesitamos enfrentar el pasado y reconocer nuestros errores y cr¨ªmenes: s¨®lo as¨ª podremos tener un futuro europeo".
La independencia de Kosovo es un hecho irreversible que hasta los serbios aceptan
La reintegraci¨®n en Serbia de los dos millones de albanokosovares es imposible; y no s¨®lo porque ¨¦stos no lo aceptar¨ªan, sino porque ni siquiera la propia Serbia podr¨ªa hacerse cargo econ¨®mica y pol¨ªticamente del territorio. Tampoco es viable la partici¨®n del territorio kosovar en dos y la anexi¨®n del norte a Serbia: aunque el norte de Kosovo sea de mayor¨ªa serbia y contiguo territorialmente con ¨¦sta, dos tercios de los serbios que viven en Kosovo, as¨ª como los monasterios ortodoxos m¨¢s importantes, est¨¢n situados en el sur del pa¨ªs, por lo que una anexi¨®n a Serbia del territorio al norte del r¨ªo Ibar en nada cambiar¨ªa su futuro, e incluso lo empeorar¨ªa, al reavivar las tensiones inter¨¦tnicas. La independencia de Kosovo, proclamada ahora hace dos a?os y reconocida por 65 pa¨ªses, es un hecho cuya irreversibilidad hasta los mismos serbios aceptan. Una reciente encuesta hecha por el peri¨®dico Blic, el de mayor tirada nacional en Serbia, lo confirmaba: Kosovo ni siquiera estaba entre las 10 mayores preocupaciones de los serbios. S¨ª, por el contrario, la corrupci¨®n, el mal funcionamiento de las instituciones, en especial del sistema judicial, la pobreza y la llamada tajkunizaci¨®n, es decir, el control del pa¨ªs por parte de los oligarcas nacidos a la sombra de Slobodan Milosevic.
En Kosovo, las cosas no son muy distintas: el pasado, terrible, ha quedado atr¨¢s, pero el futuro sigue siendo muy incierto. El pa¨ªs, pese a la independencia, sigue bajo tutela internacional, y sobre ¨¦l gravitan una serie de dif¨ªciles problemas: pesa la crisis econ¨®mica, con un desempleo masivo y una important¨ªsima econom¨ªa informal; pesa el deterioro medioambiental generado por las centrales t¨¦rmicas basadas en un pestilente lignito y los miles de bolsas de pl¨¢stico que pueblan r¨ªos y campos; y pesa la corrupci¨®n y el crimen organizado, que aunque se ha reducido notablemente en los ¨²ltimos a?os, se sigue nutriendo de la indefinici¨®n de las fronteras y los aparatos de seguridad paralelos.
Tambi¨¦n pende sobre el pa¨ªs la opini¨®n de la Corte Internacional de Justicia, que todav¨ªa tiene que pronunciarse sobre la legalidad de la declaraci¨®n de independencia. Pero sobre el terreno, los serbios no esperan que la opini¨®n cambie lo fundamental de las cosas. Por eso muchos decidieron participar en las elecciones municipales de noviembre, elegir sus alcaldes y participar en el proceso de descentralizaci¨®n que les permitir¨¢ gobernarse a s¨ª mismos. El alcalde de Gracanica, un enclave serbio cerca de Pristina, es claro al respecto: necesita urgentemente que Belgrado y Pristina se pongan de acuerdo de una vez y le dejen trabajar para mejorar la calidad de vida de sus vecinos. Como me dice, "me encuentro atrapado entre dos administraciones virtuales: la de los funcionarios de Belgrado que siguen cobrando por administrar un territorio que no controlan, y la de Pristina, que no me transfiere las competencias ni el presupuesto para operar".
El desaf¨ªo es que Kosovo no se convierta en un conflicto congelado, un lugar donde no hay violencia, pero tampoco convivencia inter¨¦tnica ni futuro alguno para la gente corriente.
Evitar la construcci¨®n de un gueto serbio dentro de Kosovo y, superpuesto a ¨¦l, de un gueto kosovar dentro de Europa, es lo crucial. Porque la estabilidad y prosperidad de Kosovo es esencial, y porque el 70% de los kosovares tienen menos de 27 a?os, todos los europeos, incluso los que no han reconocido la independencia, est¨¢n all¨ª (excepto Espa?a).
Tener la oportunidad de almorzar en Pristina con los embajadores griego y eslovaco y ver c¨®mo sus pa¨ªses est¨¢n presentes en el pa¨ªs y comprometidos con su futuro, a pesar de no convalidar la declaraci¨®n unilateral de independencia, es toda una lecci¨®n de la diferencia entre una diplomacia orientada a resolver los problemas de la gente y contribuir a la estabilidad de una regi¨®n y otra (la nuestra) deliberadamente ausente de un escenario crucial, y que dos a?os despu¨¦s sigue enredada en debates te¨®ricos y fantasmas internos.
jitorreblanca@ecfr.eu
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