Lecciones de ruidismo
Yo La Tengo pone a prueba su s¨¦quito de fieles
Nadie dijo nunca que Yo La Tengo fuera una banda de acceso sencillo ni flechazo instant¨¢neo. Por eso, el millar muy largo de amantes de las emociones fuertes que se acercaron anoche a La Riviera sab¨ªa que tocaba estrujarse las meninges. La cita con el casi neoyorquino tr¨ªo de Hoboken no es propicia para ponerse al d¨ªa de la vida de los colegas mientras se chuperretea el mismo vaso ancho de cerveza. Mejor afanarse esta vez en eludir las pu?eteras palmeritas que presiden el centro de la sala, repasarse los cristales de las gafas y prestar mucha atenci¨®n.
Los 130 minutos siguientes constituir¨¢n un abrumador ejercicio de eclecticismo estil¨ªstico y una gran ocasi¨®n para poner a prueba nuestra tolerancia al pedal de distorsiones. ?Silencio!: se oficia lo m¨¢s granado de que disponemos en el territorio de la independencia m¨¢s radical.
'If it's true' supone uno de los momentos m¨¢s afables del recital
Desde el primer suspiro queda claro que la banda del matrimonio de Ira Kaplan y Georgia Hubley no se va a andar con chiquitas. Arrancan con una balada de voz tan tenue que las conversaciones se volatilizan fulminantemente, temerosos todos de hablar m¨¢s alto que el l¨¢nguido murmullo del oficiante. Falsa alarma. El tr¨ªo ofrece a rengl¨®n seguido, sin aviso previo ni anestesia, 10 minutos de aullidos guitarr¨ªsticos instrumentales sobre la base de un bajo abonado siempre al mismo arpegio. Esto es lo que vale un peine, queridos cachorros del indie, parece confiarnos Kaplan mientras se retuerce sobre el m¨¢stil.
No habr¨¢ saludo al p¨²blico hasta If it's true, sobrepasada la media hora de decibelios, acaso porque esta joya de su reciente Popular songs representa, con su regusto casi soul, uno de los momentos m¨¢s afables de todo el repertorio. Claro que a la espesura propia de la banda se le suma ese sonido apelmazado, opaco, como de radiocasete de furgoneta, que La Riviera ha convertido en santo y se?a de todos sus conciertos. Ya sucedi¨® la noche anterior con los Cranberries en Vistalegre: algunos locales y t¨¦cnicos de sonido siguen ofertando aberraciones ac¨²sticas a precio de Royal Albert Hall.
A fuerza de alternar tres voces (la pareja y su fiel bajista de casi siempre, James McNew) y paisajes sonoros de toda condici¨®n, YLT siguen abonando, tras un cuarto de siglo de historia, las cl¨¢sicas comparaciones con la Velvet Underground. Los momentos m¨¢s ac¨²sticos, con delicias candorosas como Black flowers, ni siquiera desentonar¨ªan en alg¨²n disco de Belle & Sebastian, pero es evidente que su halo de influencia se percibe mejor en los tambi¨¦n escoceses Teenage Fanclub o los vizca¨ªnos El Inquilino Comunista. "A Sonic Youth siempre los vimos como los Stones del rock independiente, mientras que Yo La Tengo, m¨¢s mel¨®dicos, son los Beatles", anota Sergio, de 35 a?os, fervoroso militante de la causa. ?l pertenece al grupo de los que, dos horas y pico despu¨¦s, a¨²n sigue alzando los brazos y reclamando m¨¢s tralla.
Ya en las propinas llega el turno de Big day coming, tema emblem¨¢tico y una nueva oportunidad de medir nuestra resistencia al ruidismo m¨¢s apol¨ªneo de la Gran Manzana. Ira Kaplan conserva todo su predicamento en las rocolas de los bares para universitarios del Upper West Side. Cosa bien distinta es que le canonicemos tambi¨¦n para el sal¨®n de casa. A nuestros vecinos puede que les dejemos de caer simp¨¢ticos.
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