"Se identificaba mejor a los caballos que a los ni?os"
Ha elegido un restaurante casero donde los camareros conocen sus gustos: "Poca cantidad y cosas suaves". Mientras enfr¨ªa la sopa de verduras removiendo con la cuchara, asegura que sin salud no hay nada, y que la mejor inversi¨®n que puede hacer un pa¨ªs es en educaci¨®n e investigaci¨®n sanitaria. Antonio Garrido-Lestache (Madrid, 1931) describe con orgullo los cambios experimentados en la medicina. "Hace un siglo no se hab¨ªan inventado ni los antibi¨®ticos ni la anestesia. Cuando los reyes reinaban y gobernaban se centraban en el florecimiento de las bellas artes, pero no se ocupaban de paliar la falta de recursos m¨¦dicos", dice. "Tenemos ejemplos gloriosos como el de Felipe II, que prohibi¨® a los m¨¦dicos que salieran fuera de Espa?a, y el de Ram¨®n y Cajal, todo un premio Nobel, que se tuvo que pagar su microscopio. Afortunadamente, eso se ha invertido y la medicina espa?ola es de las mejores del mundo".
El m¨¦dico no par¨® hasta lograr que se tomaran las huellas dactilares al nacer
Garrido-Lestache procede de una saga m¨¦dica. Hered¨®, como tres de sus hermanos, la profesi¨®n de su padre, quien, a su vez, la recibi¨® del suyo. De joven, cuando trabajaba en la Maternidad de Madrid, contemplaba con preocupaci¨®n c¨®mo se juntaba a los reci¨¦n nacidos en los nidos, identificados con una medalla o una pulserita y con su n¨²mero correspondiente, o con una huella borrosa de la planta del pie. Verific¨® fallos y aquello se convirti¨® en uno de los motores de su carrera: la identificaci¨®n del reci¨¦n nacido, como uno de los derechos fundamentales del ni?o. Tras a?os de trabajo para lograr que a los beb¨¦s se les tomen las huellas dactilares ("se forman a los 120 d¨ªas de vida intrauterina y s¨®lo desaparecen con la desintegraci¨®n de los tejidos") del ¨ªndice derecho de la mano, junto a las de su madre al nacer, y de ah¨ª al Registro Civil, Garrido-Lestache se siente satisfecho. "As¨ª no hay posibilidad de cambios, ni ni?os perdidos, y cada a?o, desgraciadamente, se producen miles de casos en el mundo. En situaciones extremas como la dictadura argentina o grandes cat¨¢strofes, muchos peque?os podr¨ªan ser identificados. De la larga lucha para impulsar que el DNI infantil se hiciera realidad recuerda sus visitas a la reina Sof¨ªa, a la que contaba c¨®mo "se identificaba mejor a los caballos que a los peque?os". "Pues hay que copiar lo que se hace con los caballos", le animaba.
En uno de sus libros, La identificaci¨®n del reci¨¦n nacido en la Casa Real Espa?ola, repasa los natalicios en la corte, desde el alumbramiento de Pedro el Cruel, en 1334, hasta Alfonso XIII, en 1886. "La acusaci¨®n de su hermano, Enrique de Trastamara, de que Pedro no era hijo de Alfonso XI provoc¨® que todas las reinas de Espa?a dieran a luz con un protocolo curioso: los partos eran presenciados por el Rey, miembros de la familia, miembros de la nobleza, embajadores de las potencias extranjeras y el nuncio del Papa".
Tras degustar un lenguado al horno, aclara que, seg¨²n se ha ido haciendo mayor, sus gustos se han orientado hacia la sencillez. "Si es que hasta en el pueblo m¨¢s rec¨®ndito reinterpretan la cocina". Podr¨ªa disfrutar de la jubilaci¨®n, pero prefiere seguir en activo: "?sta es una profesi¨®n sacrificada, en medicina no cierras nunca el chiringuito".
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