Un salto a la madurez
Cada d¨ªa tira m¨¢s del carro. Pel¨ªcula a pel¨ªcula, su implicaci¨®n crece. Mueve guiones y habla con productores. Defiende el trabajo de todos. Es inevitable, reconoce Eduardo Noriega (36 a?os), primero por su car¨¢cter -no le gustan ni la comodidad ni las cosas f¨¢ciles- y segundo porque cada vez es m¨¢s dif¨ªcil lograr financiaci¨®n para hacer cine. Hay proyectos en los que su contribuci¨®n es m¨¢s necesaria, pero incluso en aquellos en los que no lo es tanto, este actor santanderino se implica codo con codo en su preparaci¨®n y, c¨®mo no, en su interpretaci¨®n. Es casi una obsesi¨®n la de entender a los personajes que le ofrecen. Su entrenamiento es exhaustivo. No se permite perder ni un minuto. La cita, en un caf¨¦ de una c¨¦ntrica calle madrile?a, es a una hora m¨¢s que temprana, porque Noriega acude a diario a montar a caballo para estar listo para la pel¨ªcula que le espera a finales de este mes en Bolivia, dirigida por Mateo Gil y en la que comparte protagonismo con Sam Shepard. "S¨¦ c¨®mo son los rodajes y tengo que estar preparado para estar siete horas encima de un caballo y no sufrir las consecuencias al d¨ªa siguiente".
El caballo ha sustituido al hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid. Ataviado con zuecos y bata verde, Noriega ha pasado noches y noches acompa?ando en la guardia a m¨¦dicos y anestesistas, pasando consulta, comprobando los tratamientos, visitando pacientes, entrando en quir¨®fano. Todo para la preparaci¨®n de Diego, un m¨¦dico acostumbrado a manejarse en situaciones l¨ªmite que se ha inmunizado ante el dolor de los dem¨¢s, que interpreta en El mal ajeno, el filme dirigido por el novel Oskar Santos y con Alejandro Amen¨¢bar en la figura de mentor-productor. "La investigaci¨®n es lo m¨¢s bonito. Quiz¨¢ no es necesario ir a un hospital para hacer de m¨¦dico, pero para m¨ª fue muy importante poder caminar con los zuecos y moverme con la naturalidad necesaria. Llegaba a casa muy impactado. Asist¨ª a partos complicados, operaciones, a momentos dolorosos con pacientes. S¨¦ que necesito pasar por ah¨ª para impresionarme y poder luego recorrer el camino contrario".
Pero antes de ponerse la mascarilla, Noriega tuvo que superar las dudas que le invadieron al leer el gui¨®n y ver que le hab¨ªan adjudicado ser el padre de una adolescente de 18 a?os. "Qu¨¦ m¨¢s quisiera yo que trabajar en un proyecto como ¨¦ste, pero no me veo como padre de una adolescente", fue lo que le dijo a Amen¨¢bar. Fue la "cabezoner¨ªa" de Fernando Bovaira, el productor, la que consigui¨® que, una vez caracterizado con arrugas y canas, cambiara de opini¨®n. "Me mir¨¦ al espejo y me di cuenta de que s¨ª pod¨ªa. Ah¨ª empez¨® el trabajo m¨¢s dif¨ªcil; una vez superada la apariencia, lleg¨® la complejidad del personaje. Creo que con esta pel¨ªcula he dado un salto cualitativo del que estoy satisfecho".
Ya lleva 15 a?os en la profesi¨®n y sigue conservando esa naturalidad y esa apariencia de normalidad. "Intento conservar la pasi¨®n que se siente al leer un gui¨®n por primera vez, cuando te imaginas haci¨¦ndolo y piensas en los lugares donde rodar¨¢s. El entusiamo del primerizo". Como aquel que le llev¨® a estrenarse en el cine con Alejandro Amen¨¢bar en Tesis y luego en Abre tus ojos. Se siente part¨ªcipe del viaje mete¨®rico del director de ?gora y nunca deja de valorar la suerte de coincidir con ¨¦l cuando eran unos chavales aspirantes a cineastas.
Cuida su imagen y su f¨ªsico, pero sin obsesionarse. Hace deporte al aire libre. "Entiendo el gimnasio como un complemento a la actividad deportiva, no como un fin en s¨ª mismo. Un actor debe estar en forma. No s¨®lo por una cuesti¨®n de imagen, sino actoral; necesita controlar su f¨ªsico, ser consciente de ¨¦l para saber hacerle trabajar. No soy un mazas lleno de m¨²sculos, tengo mi barriguita. Procuro cuidarme, pero sin obsesionarme". Sabe que vive de una profesi¨®n que es un escaparate, pero dentro de ese exhibicionismo ¨¦l busca la discreci¨®n y, sobre todo, que se le relacione siempre con su trabajo. "Tengo la sensaci¨®n de que cuanto m¨¢s te expongas, m¨¢s ca?a te van a dar, uno no debe exhibirse demasiado o salir en revistas con la chimenea y el perro. Todo eso no va conmigo. Adem¨¢s no tengo ni chimenea ni perro", dice, mientras recuerda divertido que el otro d¨ªa en el cine compr¨® unas palomitas y encontr¨® su cara en el envase.
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