La corrupci¨®n derrota al Papa
El pont¨ªfice alem¨¢n lleg¨® al poder hace cinco a?os clamando contra la "suciedad" en su Iglesia, pero no ha podido lavarla ni erradicarla
Benedicto XVI cumplir¨¢ en el cargo cinco a?os el 19 de abril sin haber cumplido su promesa m¨¢s sonada: acabar con la corrupci¨®n sexual y apartar a los encubridores, en su mayor¨ªa miembros de la jerarqu¨ªa. La realidad es tozuda. Cada d¨ªa se descubren nuevos casos de abusos sexuales y de malos tratos en centros educativos cat¨®licos. Y lo que es peor: muchos prelados, en lugar de combatirlos, los explican con clamorosos "?Y t¨² m¨¢s!". Lo acaba de hacer el cardenal Antonio Ca?izares, presidente de la Pontificia Congregaci¨®n para el Culto. "Nos atacan para que no se hable de Dios; peor es el aborto", ha dicho el ex primado de Toledo. Con la misma displicencia se ha expresado el secretario de Estado de la Santa Sede, Tarcisio Bertone. "Hay personas que intentan desgastarnos, pero la Iglesia cuenta con la ayuda de lo Alto", se disculpa el cardenal italiano.
Hace cinco a?os, Juan Pablo II agonizaba despu¨¦s de 27 a?os en el cargo. Fue sucedido por Joseph Ratzinger, hasta entonces presidente de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio de la Inquisici¨®n). Los cardenales tomaron pronto la decisi¨®n. Su Iglesia estaba sumida en una grave crisis de prestigio, y la soluci¨®n exig¨ªa conocimiento del problema y mano firme. El alem¨¢n Ratzinger era el hombre. Lo hab¨ªa demostrado en el v¨ªa crucis del 24 de marzo anterior, Viernes Santo. En cada rezo de las estaciones del fundador cristiano hacia el Calvario, hab¨ªa a?adido comentarios de programa de gobierno.
En la novena estaci¨®n —tercera ca¨ªda de Jes¨²s bajo el peso de la cruz— Ratzinger clam¨®: "?Cu¨¢nta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deber¨ªan estar entregados al Redentor! ?Cu¨¢nta soberbia! La traici¨®n de los disc¨ªpulos es el mayor dolor de Jes¨²s. No nos queda m¨¢s que gritarle: Kyrie, eleison. Se?or, s¨¢lvanos".
Aquella arenga le vali¨® el pontificado. Cinco a?os m¨¢s tarde, el clamor por la suciedad contin¨²a. El Papa volvi¨® a decepcionar ayer, en su pastoral sobre Irlanda. Pide a sus obispos que afronten los problemas con "valent¨ªa", pero no ha prometido sanciones a los culpables, ni reparaciones a las v¨ªctimas.
La misma actitud ha tenido ante las corrupciones de los Legionarios de Cristo, toleradas durante d¨¦cadas. Su fundador, Marcial Maciel, se movi¨® en ese tiempo como pez en el agua por Roma. Incluso goz¨® de la amistad de Juan Pablo II. Pero el famoso sacerdote era un pederasta recalcitrante y tuvo media docena de hijos. Muchas de sus v¨ªctimas fueron alumnos del seminario de Ontaneda (Cantabria), sometidos tambi¨¦n a vejaciones por otros sacerdotes del grupo.
Las denuncias contra Maciel llegaron a la mesa del Papa polaco durante a?os. Tambi¨¦n las conoc¨ªa Ratzinger. Las despreciaron. Maciel llenaba estadios de f¨²tbol en los viajes del l¨ªder cat¨®lico. Aquella protecci¨®n ensombrece la beatificaci¨®n de Juan Pablo II y amenaza la credibilidad de Ratzinger. Este Papa fue elegido el 19 de abril de 2005 y no tom¨® medida alguna contra los Legionarios hasta mayo de 2006.
La decisi¨®n eran pa?os calientes. El fundador no ten¨ªa m¨¢s castigo que abandonar Roma y llevar "una vida reservada de oraci¨®n y penitencia" en su M¨¦xico natal. La organizaci¨®n sal¨ªa indemne. Roma segu¨ªa sorda al dolor de las v¨ªctimas. S¨®lo mand¨® investigar cuando los hijos y mujeres de Maciel empezaron a reclamar atenci¨®n y derechos. Con el melifluo t¨ªtulo de "visitadores", cinco obispos han estudiado el caso durante casi medio a?o, entre ellos el prelado de Bilbao, Ricardo Bl¨¢zquez, ahora arzobispo de Valladolid. Su informe ya est¨¢ en Roma y el Papa sigue sin actuar.
La primera demanda contra Maciel la presentaron en Roma siete de sus v¨ªctimas, en 1998, con el t¨ªtulo Absolutionis complicis. Arturo Jurado et alii versus Rev. Marcial Maciel Degollado, pero los abusos sexuales del fundador legionario ya hab¨ªan sido investigados entre 1956 y 1959. Durante ese tiempo, Maciel fue expulsado de Roma. El cardenal Ottaviani, entonces gran inquisidor, encarg¨® la investigaci¨®n al claretiano vasco y futuro cardenal Arcadio Larraona. Pero no resolvi¨® nada. El desprop¨®sito se colm¨® cuando, casi medio siglo despu¨¦s, Juan Pablo II propuso a Maciel como "gu¨ªa de la juventud" durante el viaje del distra¨ªdo pont¨ªfice a M¨¦xico, en 1994.
Ratzinger tiene ahora datos suficientes. ?Por qu¨¦ retrasa una decisi¨®n? Desde la disoluci¨®n de los jesuitas en 1773 por Clemente XIV, forzado por los reyes de Francia, Espa?a, Portugal y de las dos Sicilias —por motivos de poder, por tanto—, la Iglesia cat¨®lica no se hab¨ªa enfrentado a un caso igual. El esc¨¢ndalo m¨¢s clamoroso por abusos sexuales ocurri¨® en el siglo XVII en torno a las escuelas p¨ªas (escolapios) del aragon¨¦s san Jos¨¦ de Calasanz. Uno de sus colaboradores, Stefano Cherubini, miembro de una familia bien relacionada en el Vaticano, tuvo tanto ¨¦xito en el encubrimiento de su pederastia que incluso lleg¨® a ser el superior de la orden, relegando de mala manera al fundador. Inocencio X tard¨® quince a?os en tomar medidas y la orden fue temporalmente clausurada.
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