"Biling¨¹ista", en el sentido m¨¢s peyorativo
Minutos despu¨¦s de haber sido presentado ante la prensa el borrador del decreto de pluriling¨¹ismo en la ense?anza no universitaria, los medios aireaban la reacci¨®n del secretario general del PSdeG, quien acusaba al Gobierno de "consumar la mayor afrenta nunca hecha a la lengua gallega" al declararla "lengua hostil" de Galicia. Leyendo tan campanudas palabras record¨¦ aquel d¨ªa de junio de 1988 en que ese mismo partido, entonces en el Gobierno tripartito, vot¨® en contra de la ley que hac¨ªa del gallego la lengua de la Administraci¨®n local. Todos los dem¨¢s votaron a favor, incluida la Coalici¨®n Popular, que hab¨ªa pasado del gobierno a la oposici¨®n tras la famosa moci¨®n de censura.
La mayor¨ªa de padres podr¨ªa aceptar el gallego como lengua vehicular, en equilibrio con el castellano
Aquella ley, moderada y concisa, establec¨ªa que las convocatorias de sesiones, ¨®rdenes del d¨ªa, actas, etc¨¦tera, tendr¨ªan que redactarse en gallego, sin perjuicio de que se hiciese tambi¨¦n en castellano. Pero el PSdeG sosten¨ªa que el uso del gallego en estos procedimientos municipales no deber¨ªa ser impuesto, sino que su utilizaci¨®n deber¨ªa ser fruto de un consenso entre los trabajadores. El secretario general de los socialistas anunci¨® medidas disciplinarias contra dos d¨ªscolos parlamentarios de su grupo que hab¨ªan apoyado la ley, y contra un tercero que se abstuvo.
Mucho han cambiado las cosas desde entonces. A excepci¨®n de la ortodoxia nacionalista, que desde siempre ha venido divisando en el horizonte una lengua propia que lo llene todo, el imaginario de los dem¨¢s grupos pol¨ªticos ha ido movi¨¦ndose, aunque con distinto ritmo, en esa misma direcci¨®n, hacia metas m¨¢s o menos lejanas y con distinta sinton¨ªa social. Tambi¨¦n ha ido movi¨¦ndose el imaginario del conjunto de la sociedad, no de forma homog¨¦nea y unidireccional, sino m¨¢s bien de forma fragmentada, en direcciones divergentes y a veces contrapuestas, como suele suceder cuando impera la libertad. Pero la mayor¨ªa no se ha adentrado demasiado por ninguna de las sendas, y esto ¨²ltimo por s¨ª mismo deber¨ªa hacer posible un amplio consenso en torno al papel de las lenguas en el sistema educativo. Que alguna voz en el nacionalismo haya dicho t¨ªmidamente que convendr¨ªa abrirse a la evidencia de que en Galicia hay dos lenguas habituales, puede ser muy buen indicio.
Han pasado treinta a?os largos desde aquel decreto de 1979 en el que, por primera vez, se regulaba el uso vehicular del gallego en el sistema educativo, poco despu¨¦s de haberse aprobado la Constituci¨®n e iniciado el tr¨¢nsito hacia el Estado de las Autonom¨ªas. Se trataba de facilitar que en los niveles de Preescolar, Educaci¨®n General B¨¢sica y Formaci¨®n Profesional Primer Grado, la ense?anza se pudiese basar en la lengua materna de los escolares, atendiendo a las opciones manifestadas por los padres de los alumnos y a los medios disponibles. Hab¨ªa algunos requisitos, pocos y sencillos: una solicitud de la direcci¨®n del centro, acompa?ada de copias de las actas del claustro y de la asociaci¨®n de padres apoy¨¢ndolo, una relaci¨®n del profesorado responsable y un plan pedag¨®gico-organizativo.
Tanto el decreto como la orden que lo desarrollaba hab¨ªan sido copiados, casi al pie de la letra, del que se hab¨ªa aprobado para Catalu?a unos meses antes. Pero los efectos fueron muy diferentes all¨ª y aqu¨ª. Mientras que en Catalu?a se produjo una verdadera avalancha de solicitudes, en Galicia hubo tan s¨®lo tres. Lo recuerdo bien porque yo era uno de los vocales de la Comisi¨®n Mixta Ministerio de Educaci¨®n- Xunta para el desarrollo del decreto. Las tres solicitudes fueron aprobadas, aunque dos de ellas ven¨ªan sin el preceptivo acuerdo de la asociaci¨®n de padres. Para empeorar las cosas, una de ¨¦stas fue impugnada por uno o dos padres, lo que dio lugar a tensiones y a un cruce de acusaciones que estuvo a punto de provocar la renuncia o el cese del secretario de la comisi¨®n, una persona con protagonismo destacado en el nacionalismo cultural.
El otro nacionalismo ya entonces ten¨ªa las cosas claras: el decreto era una herramienta de represi¨®n dise?ada con la perversa intenci¨®n de exterminar el gallego. Por esas fechas o¨ª por primera vez c¨®mo uno de sus l¨ªderes me llamaba "?biling¨¹ista!", proferido como insulto, con gran desprecio, "en el sentido m¨¢s peyorativo de la palabra".
Pues ah¨ª permanece uno, siendo todav¨ªa biling¨¹ista y creyendo que es la mejor receta para posibilitar la participaci¨®n (que no tiene por qu¨¦ ser inmersi¨®n) en un sistema cultural aut¨®nomo. Y lo que se observa desde este ¨¢ngulo es que, a diferencia de lo que ocurr¨ªa hace treinta a?os, hoy casi todos los padres podr¨ªan aceptar que el gallego se use como lengua vehicular en la ense?anza, de forma equilibrada con el castellano, aunque algunos quieran algo m¨¢s y otros quieran algo menos. No es poco m¨¦rito para una sociedad en cuyas franjas urbanas m¨¢s j¨®venes, desde los propios escolares hasta sus padres, predomina el uso habitual del castellano. Nadie deber¨ªa desperdiciar la oportunidad, pues puede no haber en el futuro otra mejor.
Mauro Fern¨¢ndez es catedr¨¢tico de Ling¨¹¨ªstica General
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