Colarse: una pr¨¢ctica universal
Nueva York tiene un bajo ¨ªndice de fraude en el metro, mientras que a Par¨ªs le cuesta 46 millones al a?o - Berl¨ªn no tiene tornos y el coladero de Londres son los buses
En Espa?a lo llamamos colarse; en Nueva York, fare dodging; en Berl¨ªn, schwarzfahren... y en todas las grandes ciudades supone un coste importante para el sistema de transporte p¨²blico. La percepci¨®n social de esta pr¨¢ctica var¨ªa, pero lo cierto es que la tendencia a banalizarlo se extiende, tanto en el sur, como en el norte protestante.
En Nueva York, la polic¨ªa cifra el coste del dodging en 20,3 millones de euros anuales, lo que supone que hay 19 millones de pasajeros que se cuelan. "Es un asunto que nos tomamos muy en serio", se?ala Charli Seaton desde la NYC Transit, la agencia responsable de la gesti¨®n de la vasta red de metro. La Metropolitan Transportation Authority (MTA) tiene un agujero de 600 millones en sus cuentas y esta p¨¦rdida de ingresos supera ampliamente los 12,5 millones que la MTA pretende ahorrar con los recortes que va a introducir en el servicio de metro.
La presencia policial en el metro neoyorquino ha disminuido
Francia castiga con penas de prisi¨®n a quien se cuele 10 veces al a?o
Todas las capitales pierden decenas de millones por el incivismo
En t¨¦rminos relativos el impacto se diluye. El metro de Nueva York -que opera las 24 horas- tiene un presupuesto anual es de 8.200 millones de d¨®lares, da servicio a 7,6 millones de usuarios diarios, est¨¢ integrado por 27 l¨ªneas, 6.332 vagones y 468 estaciones, en 1.060 kil¨®metros de v¨ªas. La polic¨ªa neoyorquina s¨®lo sancion¨® o arrest¨® a 87.000 viajeros en 2009, el 12% menos que en 2005. Dicen que se concentran en los casos m¨¢s serios, pero lo cierto es que hay menos agentes en las estaciones o de paisano en los vagones.
En Par¨ªs, la RATP, la sociedad de los transportes de la regi¨®n parisiense, pierde al a?o 46 millones de euros en billetes no pagados, una suma que permitir¨ªa comprar 300 nuevos autobuses, 30 convoyes de metro o renovar 60 estaciones de metro. Hay sistemas antifraude, pero son relativamente f¨¢ciles de sortear, especialmente en el metro. La presencia de la polic¨ªa, por el contrario, es notable. Hay un cuerpo especial para el metro y las patrullas realizan controles en las salidas de forma habitual. Las multas por viajar sin billete equivalen a 15 veces al precio del trayecto. En Francia, la ley castiga con seis meses de prisi¨®n y 10.000 euros de multa a quienes son atrapados sin billete en el tren o el metro m¨¢s de 10 veces en un a?o.
Las estaciones de metro de Berl¨ªn carecen de controles. La compa?¨ªa BVG, propiedad de la Ciudad-Estado, controla a los pasajeros mediante revisores que entran en los vagones vestidos de paisano, en grupos de tres, y se dispersan r¨¢pidamente para controlar el mayor n¨²mero posible de billetes entre dos estaciones. Pronto se aprende a reconocer a los kontrolletti -como se les apoda con cierto desd¨¦n- en los andenes y poder evitarlos. La BVG calcula que s¨®lo el 3% de los 900 millones de viajeros anuales son polizones. Las p¨¦rdidas anuales se sit¨²an en torno a los 20 millones de euros. Seg¨²n Petra Reetz, de BVG, el porcentaje de viajeros sin billete ha descendido a la mitad en los ¨²ltimos siete a?os "debido al fuerte aumento de los controles".
En Londres, oficialmente, no hay cifras sobre el n¨²mero de pasajeros que se cuelan en el transporte p¨²blico, pero seg¨²n un portavoz de Transport for London, ese tipo de fraude genera unas p¨¦rdidas anuales de unos 60 millones de libras (66,5 millones de euros), el 1,73% de los ingresos totales de la compa?¨ªa, que incluye a los distintos tipos de transporte p¨²blico: el metro, el autob¨²s y las redes de cercan¨ªas como el Overground.
En el metro los controles son bastante exhaustivos. Las barreras no s¨®lo est¨¢n a la entrada de la estaci¨®n, sino tambi¨¦n a la salida. Es imposible pasar por debajo y hay que estar en muy buena forma para pasar por encima.
El mayor fraude se da en los autobuses, que acumulan 32 de los 60 millones de libras p¨¦rdidas. Los londinenses han se?alado con el dedo a los autobuses articulados introducidos hace cuatro o cinco a?os. No s¨®lo los detestan porque son distintos a los tradicionales y muy brit¨¢nicos autobuses de dos pisos, sino porque en el nuevo modelo los viajeros pueden entrar no s¨®lo por la puerta delantera, donde les controla el conductor, sino por las puertas de atr¨¢s. Y eso permite a muchos no pagar.
Pero, dotados como est¨¢n los contribuyentes de una gran conciencia sobre sus derechos, aunque tambi¨¦n sobre las obligaciones de cada uno, eso no es motivo de admiraci¨®n, m¨¢s bien al contrario. Un buen brit¨¢nico evita las confrontaciones personales, por eso la batalla contra los defraudadores no se ha dado a gritos en las plataformas de los autobuses, sino en las secciones de las cartas al director de los peri¨®dicos y en los debates en la radio y la televisi¨®n. Y con ¨¦xito: el fraude es una de las razones que han llevado al alcalde de Londres a renunciar en el futuro a los autobuses articulados.
Esta informaci¨®n ha sido elaborada por Sandro Pozzi, desde Nueva York; Walter Oppenheimer, desde Londres; Juan G¨®mez, desde Berl¨ªn y J. M. Mart¨ª Font.
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