16.000 bombas quedan fuera del pacto
Los nuevos l¨ªmites afectan s¨®lo a los artefactos desplegados, no a los almacenados
El acuerdo anunciado ayer por la Casa Blanca y el Kremlin es un paso hist¨®rico en el desarme nuclear. Sin embargo, seg¨²n muchos analistas, su valor reside m¨¢s en el renovado impulso pol¨ªtico tras a?os de estancamiento que en la efectiva reducci¨®n de los arsenales.
El nuevo pacto, como su antecesor, s¨®lo limita el n¨²mero de cabezas nucleares desplegadas y no establece restricciones para las almacenadas. El tope de 1.550 establecido por cada parte es muy inferior al precedente, de 2.200, pero no afecta a las m¨¢s de 14.000 bombas que las dos potencias tienen actualmente guardadas en los almacenes.
El acuerdo tampoco establece l¨ªmites para las cabezas conocidas en jerga como t¨¢cticas. Estas son un tipo de bomba nuclear destinado a ser utilizado en el campo de batalla contra las fuerzas enemigas, y que usualmente es menos potente que las estrat¨¦gicas, a las que se refiere el pacto. Aunque te¨®ricamente menos destructivas que las estrat¨¦gicas, estas bombas superan con facilidad la fuerza explosiva de la de Hiroshima. Se calcula que las dos potencias tienen desplegadas unas 2.500 armas de este tipo. Este es el modelo que Estados Unidos tiene instalado en Europa.
As¨ª, entre almacenadas y t¨¢cticas, hay m¨¢s de 16.000 cabezas para las que el acuerdo no contempla provisi¨®n ninguna. Entre ellas, hay muchas obsoletas o hasta inutilizables. Pero el dato esencial es que no hay un l¨ªmite.
El segundo aspecto importante del tratado concierne las restricciones a los vectores -misiles, aviones bombarderos, etc¨¦tera- que transportan las bombas hasta su objetivo. El nuevo tope es 800, frente a los 1.600 fijados por el tratado de 1991. Tambi¨¦n en ese caso, detr¨¢s de los impactantes n¨²meros hay matices esclarecedores: en la pr¨¢ctica, Rusia ya tiene menos de 800. EE UU cuenta con unos 1.100 que tendr¨¢ que reducir, pero dispone de vectores capaces de transportar cada uno varias cabezas.
A pesar de estas precisiones, el tratado es hist¨®rico, porque reactiva el lento camino hacia el desarme -estancado desde 2002-, reafirma el derecho de las partes a verificar con inspecciones el cumplimiento de los pactos y da fortaleza moral a las peticiones de no proliferaci¨®n. El pacto no supone un cambio radical en la capacidad nuclear de las partes, pero es un paso indispensable para la desnuclearizaci¨®n.
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