Terreblanche, el s¨ªmbolo del odio
La sorpresa es que nadie le hubiera matado antes. Eug¨¨ne Terreblanche, disc¨ªpulo de Adolf Hitler y l¨ªder en su d¨ªa de la extrema derecha neonazi surafricana, se mont¨® un plan de vida en el que la controversia y el odio estaban garantizados. S¨ªmbolo de una minor¨ªa radical racista dentro de una minor¨ªa racial blanca, Terreblanche declar¨® la guerra a su propio Gobierno y al 85% de la poblaci¨®n de Sur¨¢frica nacida con la piel oscura. La declar¨® pero nunca tuvo la oportunidad, porque nunca tuvo los n¨²meros, para llevarla a cabo. El Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela, al no recurrir a las armas, lo desarm¨® y, lejos de convertirse en el h¨¦roe de lo que ¨¦l llamaba "la resistencia blanca", se transform¨® durante los ¨²ltimos 15 a?os de su vida en una caricatura.
El destino de Terreblanche no siempre estuvo tan claro. Granjero, poeta y fundamentalista cristiano, cre¨® el Movimiento de Resistencia Afrik¨¢ner, el AWB, a principios de los a?os ochenta, tras convencerse de que el Gobierno del presidente Pieter Willem Botha, feroz defensor del apartheid, planeaba traicionar a la raza blanca y entregar el poder a los negros. Algo de profeta tuvo, ya que el sucesor de Botha, Frederik Willem de Klerk, excarcel¨® a Nelson Mandela en 1990 e inici¨® las negociaciones que llevar¨ªan al m¨ªtico l¨ªder negro a la presidencia cuatro a?os m¨¢s tarde. La liberaci¨®n de Mandela sembr¨® el miedo entre la poblaci¨®n blanca, circunstancia que Terreblanche no dud¨® en aprovechar. Organizaba grandes desfiles en los que aparec¨ªa sentado en un caballo blanco, armado y vestido, como todos sus correligionarios, con un uniforme marr¨®n decorado con una insignia deliberadamente parecida a la esv¨¢stica nazi. Era un gran orador. O al menos, un gran actor. Hab¨ªa m¨¢s lirismo que contenido en sus discursos, pero ten¨ªan pegada, animaba a su gente a entregar sus vidas por la causa usando t¨¦cnicas ret¨®ricas que ¨¦l hab¨ªa imitado de Hitler.
Pero era un borracho, lo cual limit¨® sus posibilidades de convencer al grueso de los afrik¨¢ners de la seriedad de la guerra santa que predicaba. Una vez, durante lo que se supon¨ªa que iba a ser un solemne acto, se cay¨® de su caballo. Acababa de consumir cantidades industriales de la bebida favorita de su pueblo, brandy con coca-cola. Pero incluso los payasos (a Hitler, al principio, as¨ª lo ve¨ªa la opini¨®n p¨²blica europea) son capaces de generar peligro. Foment¨® acciones paramilitares e incluso actos de terrorismo que, en v¨ªsperas de las elecciones de 1994, acabaron con las vidas de 21 negros inocentes. Cuando qued¨® claro que el presidente Mandela no ten¨ªa intenci¨®n de vengarse de los blancos, su movimiento se desinfl¨® y ¨¦l se limit¨® a ejercer el racismo en casa. En 1996, tras otra noche de borrachera, casi mat¨® a golpes a un empleado negro. Terreblanche fue condenado a cinco a?os de c¨¢rcel. Al salir, se dedic¨® a predicar en su iglesia, pero nunca dej¨® de faltar al respeto a los negros. Dos de ellos lo mataron anteayer.
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