Anatoly Dobrynin, un comunista pragm¨¢tico
Fue embajador sovi¨¦tico en Washington en la guerra fr¨ªa
Embajador en Washington durante 24 a?os, Anatoly Dobrynin era un leal representante del Gobierno sovi¨¦tico que a la vez actu¨® con gran pragmatismo, siendo capaz de granjearse la confianza de seis presidentes norteamericanos. Fallecido en Mosc¨² el 6 de abril, a los 90 a?os, fue un actor crucial en las tensas relaciones entre la URSS y Estados Unidos durante la guerra fr¨ªa. Inici¨® su carrera como embajador en 1962, negociando la retirada de los misiles sovi¨¦ticos en Cuba, y la acab¨® en 1986 para asesorar a Mija¨ªl Gorbachov en asuntos de pol¨ªtica internacional, durante la apertura democr¨¢tica de la perestroika.
Durante m¨¢s de dos d¨¦cadas, Dobrynin, nacido cerca de Mosc¨² en 1919, fue una parte crucial en la vida pol¨ªtica de Washington. Dispon¨ªa de una plaza de aparcamiento propia en el Departamento de Estado y durante parte del mandato de Richard Nixon contaba con una l¨ªnea directa con Henry Kissinger, cuando este era asesor de Seguridad Nacional del Presidente. Contaba el ex secretario de Estado George Shultz que cuando a Ronald Reagan le dijeron que Dobryinin regresaba a Rusia, en abril de 1986, dijo: "O sea, que ?en realidad s¨ª que era un comunista?".
Lo era. Fiel al partido, defensor de los intereses de los cinco secretarios generales para los que trabaj¨®, desde Nikita Jruschov hasta Gorbachov. En sus memorias, escritas en 1995, se retrat¨® como tal, aunque no dud¨® en criticar a sus jefes en aquello que consideraba reprobable, como que la URSS declarara el estado de alerta m¨¢xima en el Ej¨¦rcito durante la guerra del Yom Kipur de 1973. Tras la propaganda y los discursos ampulosos, Dobrynin era un negociador h¨¢bil.
Crisis de los misiles
Seg¨²n record¨® en sus memorias, tituladas En confianza, cuando Jruschov le eligi¨® embajador le dijo: "La guerra con EE UU es inadmisible". Siete meses despu¨¦s coloc¨® una lanzadera de misiles en Cuba. Dobrynin negoci¨® directamente con el presidente John F. Kennedy y con su hermano, el fiscal general (ministro de Justicia) Robert Kennedy. Finalmente, encontr¨® una soluci¨®n: que el Gobierno de EE UU comunicara a Mosc¨² que retirar¨ªa unos obsoletos misiles desplegados en Turqu¨ªa. Kennedy lo hizo. Jruschov devolvi¨® los suyos a la URSS. La crisis acab¨®.
Tuvo una relaci¨®n especialmente cordial con Kissinger, con quien negoci¨® para que EE UU y la URSS firmaran, en 1972, el Tratado de Misiles Antibal¨ªsticos, con el que pusieron freno a la carrera armament¨ªstica nuclear. En sus memorias dijo que el entonces secretario general, Leonidas Brezhnev, sent¨ªa una profunda simpat¨ªa por Nixon durante el esc¨¢ndalo provocado por el espionaje en el hotel Watergate. Le sol¨ªa mandar mensajes secretos de apoyo moral a trav¨¦s de Dobrynin.
El embajador consider¨® la invasi¨®n de Afganist¨¢n, en 1979, como la peor decisi¨®n de su Gobierno. "Un burdo error de c¨¢lculo", dijo en sus memorias. "Durar¨¢ tres meses", le dijo Brezhnev. El ej¨¦rcito sovi¨¦tico se march¨®, humillado, 10 a?os despu¨¦s. "Nuestro Vietnam", sol¨ªa decir Dobrynin sobre ello.
En sus ¨²ltimos a?os en Washington se granje¨® la confianza de la Administraci¨®n de Reagan y alab¨® a aquel presidente por su "flexibilidad" y "tono constructivo" con la URSS, seg¨²n dijo en sus memorias. En aquella ¨¦poca, el gasto armament¨ªstico llev¨® a Mosc¨², en gran parte, a la ruina. En 1985, Gorbachov fue elegido secretario general, iniciando un periodo de transparencia y democratizaci¨®n, la perestroika. En su opini¨®n sobre Gorbachov, Dobrynin retrataba su propia ortodoxia comunista. Seg¨²n ¨¦l, el colapso final de la URSS, en 1991, fue responsabilidad principal del ¨²ltimo secretario general. "Su gran fallo fue que no entendi¨® los problemas econ¨®micos y no acometi¨® las pol¨ªticas necesarias para lidiar con ellos", escribi¨®.
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