La esencia del liderazgo
El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe hacia d¨®nde va" (Antoine de Saint-Exup¨¦ry)
Es muy f¨¢cil protestar por el funcionamiento del sistema capitalista. Basta con abrir la boca y decir lo que pensamos. Es muy f¨¢cil quejarse por la manera en la que se crean y se gestionan las empresas. Basta con abrir los ojos y reparar en lo que vemos. Es muy f¨¢cil criticar y juzgar la actitud de nuestro jefe. Basta con abrir los o¨ªdos y escuchar la forma en que nos habla. Es muy f¨¢cil lamentarse por el comportamiento de nuestros compa?eros. Basta con estirar el brazo y se?alar sus errores y defectos.
Es tan f¨¢cil protestar, quejarse, criticar, juzgar y lamentarse que todos sabemos c¨®mo hacerlo. Basta con adoptar el rol de v¨ªctima y creer que el mundo es un lugar injusto, en el que la culpa de nuestros conflictos y sufrimientos la tienen los dem¨¢s. Pero esta actitud es ineficiente. No en vano, existe una ley en psicolog¨ªa que afirma que "lo externo es siempre un reflejo de lo interno, pues lo que se observa es en realidad una proyecci¨®n del observador".
El sentido de la vida no alude a los sentimientos s¨®lo, sino a la direcci¨®n que decidimos darle
Lo reconozcamos o no, somos co-responsables de que la econom¨ªa sobre la que se asienta nuestra existencia sea tal y como es. De hecho, con nuestra manera de ganar, de gastar, de invertir y de ahorrar dinero apoyamos y validamos el capitalismo cada d¨ªa. No es la tierra lo que pisamos, sino un sistema monetario, donde por medio del capital las naciones y los seres humanos estamos interconectados.
Con respecto a las empresas, si no fuera por ellas no habr¨ªa empleo. Y sin ¨¦ste, carecer¨ªamos de ingresos con los que cubrir nuestras necesidades b¨¢sicas. M¨¢s all¨¢ de cu¨¢les sean nuestras circunstancias sociales y econ¨®micas, fichamos cada lunes en la oficina por elecci¨®n propia. Adem¨¢s, mediante el consumo diario de productos y servicios permitimos la subsistencia de miles de compa?¨ªas. Es cierto que vivimos condicionados por la publicidad y el marketing, pero nadie nos apunta con una pistola para saciar nuestros caprichos y deseos.
Y en cuanto a nuestras relaciones laborales, solemos quejarnos del trato que recibimos por parte de nuestro jefe y nuestros compa?eros de trabajo. El egocentrismo nos lleva a victimizarnos cuando estos nos presionan y nos faltan al respeto. Pero ?no es cierto que en ocasiones tratamos a otras personas de la misma manera? Lo curioso es que cuando presionamos y faltamos al respeto a los dem¨¢s, siempre encontramos una raz¨®n de peso que lo justifique. Al vivir de forma inconsciente, en demasiadas ocasiones no nos damos cuenta de que "vemos la paja en el ojo ajeno sin reparar la viga que hay en el nuestro".
Eso s¨ª, al observar el actual escenario socioecon¨®mico, todos estamos de acuerdo en un mismo punto. La mayor¨ªa nos lamentamos por la falta de l¨ªderes, por la ausencia de referentes y, sobretodo, por la decadencia de valores que padece ahora mismo la sociedad. Esta percepci¨®n generalizada pone de manifiesto que estamos en contra de muchas cosas, ?pero a favor de qu¨¦ nos posicionamos? Y tal vez m¨¢s importante: ?qui¨¦n asume la responsabilidad de convertirse en el cambio que quiere ver en el mundo? Ni m¨¢s ni menos que un l¨ªder. Es decir, cualquier ser humano que ha descubierto que para cambiar el mundo hemos de comenzar mir¨¢ndonos en el espejo.
M¨¢s que nada porque el cambio de mentalidad de la mayor¨ªa de individuos es lo que promueve la transformaci¨®n de las empresas y del sistema. La esencia del liderazgo radica en esta toma de consciencia. A partir de ah¨ª, comienza un proceso de aprendizaje y evoluci¨®n personal, que pasa por responder a trav¨¦s de la propia experiencia las tres grandes preguntas existenciales: ?De d¨®nde venimos? ?Qui¨¦nes somos? Y ?hacia d¨®nde vamos?
La primera alude a la necesidad de cuestionar el condicionamiento sociocomercial que nos ha sido impuesto. Es decir, indagar acerca de la veracidad o falsedad de las ideas, normas y dogmas que forman parte de nuestro sistema de creencias. No obstante, lo que creemos rige nuestra toma de decisiones y nuestro comportamiento. Para saber si estamos funcionando en base a creencias limitadoras hemos de ver qu¨¦ resultados estamos cosechando en nuestra vida. El malestar, la insatisfacci¨®n, el vac¨ªo existencial y el sufrimiento son los indicadores m¨¢s fiables de que nuestro sistema de creencias est¨¢ contaminado por ideas falsas. Es entonces cuando nos comprometemos con encontrar la respuesta a la segunda pregunta, una indagaci¨®n m¨¢s conocida como "la crisis de los 40".
A esa edad muchas personas deciden tomar las riendas de su vida. De ah¨ª que se atrevan a enfrentarse a sus miedos y carencias, cuestion¨¢ndose a s¨ª mismos, a la m¨¢scara bajo la que se han protegido para ser aceptados como individuos "normales" por la sociedad. En este punto suele surgir cierto inter¨¦s por el autoconocimiento y el desarrollo personal, cuya finalidad es reconectar con nuestra verdadera esencia, con los valores que tal vez hemos marginado.
Al aprender a liderarnos a nosotros mismos, estamos preparados para liderar a los dem¨¢s. Por eso los aut¨¦nticos l¨ªderes terminan comprometi¨¦ndose con contestar a la tercera pregunta, descubriendo su prop¨®sito en la vida. Y es que el sentido de nuestra existencia no s¨®lo alude a la manera en la que nos "sentimos", sino tambi¨¦n a la "direcci¨®n" que decidimos darle. As¨ª, no es casual discernir que los verdaderos l¨ªderes siempre dedican sus vidas al servicio de los dem¨¢s, impulsando proyectos que realmente beneficien a la sociedad. Y aunque pueda sonar ut¨®pico e idealista, el primer paso para ser l¨ªder consiste en abrir el coraz¨®n y seguir los dictados de lo que sentimos.
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