Una forma de gobernar
A lo largo de los ¨²ltimos d¨ªas, hemos conocido los pormenores del llamado caso G¨¹rtel. Desde que el juez instructor levantara el secreto del sumario, la prensa ha reproducido con detalle partes del mismo, especialmente las conversaciones mantenidas entre algunos de los implicados. Tal como se esperaba, el conjunto no ofrece grandes novedades respecto a lo que los mismos peri¨®dicos hab¨ªan publicado con anterioridad. Pero si puede decirse que el caso no ha variado en lo sustancial, los rasgos que ahora conocemos le confieren una nueva e inquietante perspectiva. El hecho es particularmente relevante por lo que respecta a la Comunidad Valenciana.
En la Comunidad Valenciana, G¨¹rtel revela sin equivoco la existencia de una fabulosa maquinaria destinada a vaciar las arcas de la Generalidad. Que el fraude se hiciera en beneficio de unos particulares o de un determinado partido pol¨ªtico est¨¢ por ver y no afecta al fondo del suceso. Afirmar que el asunto no ata?e al Partido Popular de la Comunidad porque ninguno de sus miembros se encuentra imputado es una falacia que carece de consistencia. Es evidente que sin la colaboraci¨®n de diversos miembros del Gobierno de Francisco Camps, la empresa Orange Market no hubiera podido realizar unos negocios tan extraordinarios con la Administraci¨®n. Si, como se repite una y otra vez, todos los contratos se realizaron conforme a las leyes, habr¨¢ que convenir que estas necesitan una reforma urgente. Porque est¨¢ claro que el negocio de Orange Market consist¨ªa en cobrar dos -y, en ocasiones, cuatro- por lo que val¨ªa uno, en el mejor de los casos.
Pese a lo conocido sobre el caso G¨¹rtel, no parece que haya calado en la sociedad valenciana la idea de que a los ciudadanos nos han robado, con el concurso de nuestros gobernantes. Por diversas razones, la oposici¨®n no ha logrado que estas conductas se perciban con claridad. Por el contrario, el silencio y las maniobras de distracci¨®n del Partido Popular parecen haber obtenido mejores resultados. Hay indicios recientes, sin embargo, de que las cosas comienzan a cambiar. Es probable que el cambio se hubiera producido antes con una estrategia que no redujera la denuncia al ¨¢mbito de las Cortes, como ha sucedido.
Es en las actitudes de ciertos miembros del Gobierno valenciano y de sus familiares donde el asunto G¨¹rtel cobra una perspectiva m¨¢s inquietante. A trav¨¦s de las p¨¢ginas del sumario, vemos como unos comportamientos que deber¨ªan haber provocado la prevenci¨®n y el rechazo, se aceptan con complacencia y naturalidad. Una consejera de Turismo que acaba de beneficiar a una empresa con un contrato de miles de euros, acepta a continuaci¨®n un valioso regalo de esa misma empresa. Pero es en las conversaciones de la familia Camps con ?lvaro P¨¦rez donde mejor se manifiesta el clima moral que se hab¨ªa instalado en el gobierno de la Generalidad.
Se ha dicho que G¨¹rtel supone, en la Comunidad Valenciana, el fin de una ¨¦poca unida al dinero f¨¢cil y a la especulaci¨®n. Veremos lo que dicen las elecciones llegado el momento. En cualquier caso, lo que ha hecho G¨¹rtel es poner el colof¨®n a una cierta forma de gobernar. Bajo el ¨¦xito de la econom¨ªa, se ha impuesto la manipulaci¨®n informativa, la ocultaci¨®n permanente de documentos p¨²blicos, el desprecio por el Parlamento y la alianza permanente con la Iglesia Cat¨®lica. Y -conviene no olvidarlo- esta manera de gobernar ha sido respaldada, una y otra vez, con el voto mayoritario de los valencianos.
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