Los m¨¦dicos tambi¨¦n lloran
Los m¨¢s de 11.500 licenciados que han aprobado el MIR eligen estos d¨ªas su destino profesional - El 40% de los aspirantes se quedar¨¢ sin plaza
Una muchacha ba?ada en l¨¢grimas cruzaba ayer como un rayo la calle de Lope de Vega. Era Marta Motilla, que lloraba sin consuelo, aunque lo suyo no era tristeza, sino euforia. Acababa de conseguir una plaza como endocrina en un hospital madrile?o, cumpliendo dos de sus sue?os: dedicarse a esa especialidad y no separarse de su novio ni de su familia. No fue la ¨²nica a la que se le enrojecieron los ojos. Durante esta semana y la que viene, 11.525 aspirantes de toda Espa?a -y del extranjero- que se examinaron del MIR en enero deciden su futuro profesional en el Ministerio de Sanidad. S¨®lo hay plaza para el 60% de los candidatos. "De ah¨ª su prestigio", indica un portavoz del ministerio.
"Este d¨ªa es mucho peor que el del examen", repiten los facultativos
El proceso de elecci¨®n de plaza no ayuda precisamente a mantener la compostura. En cada turno diario -de ma?ana y tarde-, 350 aspirantes metidos en una sala, en la que no se permiten los tel¨¦fonos m¨®viles, pasan horas enganchados a la pantalla que muestra una lista con las plazas disponibles. Hacen cuentas. Han de elegir especialidad y hospital y cruzar los dedos para que los colegas que por su nota en el examen del MIR vayan por delante no anhelen su plaza. Cuando sus destinos desaparecen de la pantalla sienten p¨¢nico.
"Con cada nombre se me paraba el coraz¨®n y dejaba de respirar. Se pasa fatal", cuenta Motilla, que con 100 personas delante dice que no ten¨ªa ninguna esperanza de conseguir uno de los tres puestos que quedaban. "T¨² est¨¢s ah¨ª y ves que hay plazas, pero hasta que no le das al bot¨®n...", dice Irene Molinos para justificar el nerviosismo que siente el personal. Rompe a llorar antes de acabar su frase. Ella consigui¨® la que quer¨ªa.
Pocos de los que estaban ayer en el turno de ma?ana hab¨ªan dormido la noche anterior. Los c¨¢lculos de las posibilidades de ¨¦xito les hab¨ªan mantenido en vela, y eso que los aspirantes de esta semana se encuentran entre los mejor calificados y tienen prioridad de elecci¨®n. "Es una decisi¨®n para toda tu vida", dice Elena Pintado, hecha un flan y con los ojos embadurnados de m¨¢scara de pesta?as. La acompa?an entusiasmadas sus hermanas y su madre, que ha venido de Don Benito (Badajoz) para la ocasi¨®n, que estaban incluso m¨¢s emocionadas que la afortunada, que hab¨ªa conseguido una plaza de ginecolog¨ªa en la capital. Todo un reto.
Amigos y familiares ayudan a que el escenario gane emotividad y cierto aire de reality. Cuando la puerta autom¨¢tica del ministerio se abre, el candidato vuela a los brazos de los suyos. "Cuando sales por aqu¨ª y ves a tu familia descargas toda la tensi¨®n acumulada", dice Blanca Mart¨ªnez, a¨²n temblando. Su madre llora a su lado orgullosa. Es la segunda hija por la que pasa el mismo trance.
Entre la multitud, aunque era dif¨ªcil, tambi¨¦n se escond¨ªa alguna m¨ªnima decepci¨®n. A Manuel Aparicio, murciano de 25 a?os, le salieron mal los c¨¢lculos. Ten¨ªa claro que quer¨ªa una de las cinco plazas de obstetricia y ginecolog¨ªa que ofrec¨ªa el hospital La Fe de Valencia, pero se agotaron ya el primer d¨ªa. "Tuve que cambiar las tornas, pens¨¦ en quedarme en Madrid y tambi¨¦n me quitaron la plaza". Finalmente, se queda en Valencia, y contento por conseguir la calidad de vida que buscaba. Bromea con las ganas que tuvo de pegar tiros al aire. "Este d¨ªa es mucho peor que el del examen. La prueba depende de ti, pero esto, de lo que elijan los dem¨¢s", repiten todos.
Miles de candidatos agarrados a un n¨²mero pasar¨¢n estos d¨ªas por la misma sala de la pantalla y pulsar¨¢n un mismo bot¨®n que fijar¨¢ su destino. Las l¨¢grimas de ayer eran de emoci¨®n; las de la semana que viene ser¨¢n, probablemente, de disgusto, porque m¨¢s de 4.500 aspirantes se quedar¨¢n fuera y tendr¨¢n que volver a examinarse para jug¨¢rselo todo a un n¨²mero.
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