Caos en Tailandia
La sangrienta represi¨®n en Bangkok agudiza la alarmante crisis pol¨ªtica del pa¨ªs asi¨¢tico
Las protestas pol¨ªticas en Tailandia son parte del paisaje, como el protagonismo militar en un pa¨ªs que ha sufrido casi una veintena de golpes de Estado desde el advenimiento de la monarqu¨ªa constitucional, en 1932. Pero la represi¨®n que el pasado fin de semana ha costado la vida a 22 personas en Bangkok, la mayor¨ªa a manos del Ej¨¦rcito, es la m¨¢s violenta en mucho tiempo. La crisis tailandesa, que se prolonga ya m¨¢s de cuatro a?os, ha alcanzado una cota insostenible y augura lo peor si el palacio, los generales y los partidos no hallan un punto de encuentro m¨ªnimo que recomponga el pragmatismo.
Los camisas rojas, tras m¨¢s de un mes de protestas, bloquean por millares el centro de Bangkok y exigen que el primer ministro, Abhisit Vejjajiva -instalado en el poder por un enjuague parlamentario castrense en diciembre de 2008, con el benepl¨¢cito real-, renuncie, disuelva el Parlamento y convoque elecciones. El jefe del Gobierno, refugiado en una base militar, tiene un horizonte ag¨®nico despu¨¦s de que la comisi¨®n electoral haya denunciado la financiaci¨®n ilegal de su partido. Los camisas rojas, mezcla de campesinos y trabajadores urbanos, cada vez m¨¢s populares, son partidarios del ex primer ministro Thaksin Shinawatra. Elegido dos veces, depuesto por los generales en 2006, condenado por corrupci¨®n y fugitivo, sus pol¨ªticas sociales entre 2001 y 2006 le han granjeado el apoyo de muchos.
Clave en el desenlace de este dram¨¢tico pulso es la actitud de los militares, alineados con un equ¨ªvoco palacio y cada vez menos monol¨ªticos en su percepci¨®n de la situaci¨®n. Es improbable que el Ej¨¦rcito protagonice otra exhibici¨®n de fuerza y arriesgue su menguado cr¨¦dito protegiendo al acorralado jefe del Gobierno. Los problemas tailandeses son pol¨ªticos y requieren una soluci¨®n pol¨ªtica. La represi¨®n en Bangkok s¨®lo ha contribuido a exacerbar un conflicto enquistado sobre el que nunca ha dejado de planear la sucesi¨®n del anciano y enfermo rey Bhumibol. La monarqu¨ªa tailandesa es un absoluto tab¨² pol¨ªtico y la veneraci¨®n inspirada por el monarca no se traslada al pr¨ªncipe heredero.
Tailandia, segunda econom¨ªa del sureste asi¨¢tico, est¨¢ pagando un alto precio social y econ¨®mico por su inestabilidad y polarizaci¨®n crecientes. La situaci¨®n exige urgentemente elecciones inobjetables que confieran al vencedor el capital pol¨ªtico necesario para reordenar un alarmante y descompuesto paisaje.
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