Un relativo Pa¨ªs de las Maravillas
Ese libro perturbador y perdurable, deslumbrantemente original, imposible de etiquetar, parido por un individuo que compaginaba la ense?anza de las matem¨¢ticas con su condici¨®n de reverendo, titulado Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas , era un regalo obligado a los cr¨ªos en la ¨¦poca de mi infancia. Confieso no haber entendido casi nada ni haberme divertido excesivamente con ¨¦l la primera vez que lo le¨ª, aunque las ilustraciones eran muy bonitas y chorreaban misterio. Diez a?os m¨¢s tarde esa retorcida trama, sus ex¨®ticos personajes y sus impagables di¨¢logos me revelaron un mundo fascinante. En una ¨¦poca en la que ya me hab¨ªa asustado con las pesadillas de Kafka, prefer¨ªa el surrealismo al realismo y me part¨ªa de risa con el lenguaje de Groucho Marx. El extra?o relato de Lewis Carroll pertenec¨ªa a esa onda. Necesitaba, en mi caso, una edad adulta para poder disfrutarlo. No he vuelto a releerlo, pero sospecho que puedes retornar a sus p¨¢ginas en cualquier ¨¦poca de tu vida sin que te amenace la decepci¨®n, que pertenece a las lecturas intemporales.
ALICIA EN EL PA?S DE LAS MARAVILLAS
Direcci¨®n: Tim Burton.
Int¨¦rpretes: Mia Wasikowska, Johnny Depp, Helena Bonham Carter.
G¨¦nero: drama. Estados Unidos, 2010.
Duraci¨®n: 108 minutos.
El universo de Lewis Carroll forma territorio fraternal con el de Burton
Viendo el cine de Tim Burton desde sus comienzos, independientemente de que algunas de sus pel¨ªculas te conmuevan y otras te irriten (s¨®lo por haber engendrado la maravillosa Ed Wood merecen cierta bula sus desatinos y sus pasadas, que las tiene), resulta transparente una personalidad tan fuerte como ins¨®lita, su militante amor por la anormalidad y la fantas¨ªa, lirismo intransferible, identificaci¨®n con lo obsesivo, lo enfermizo, lo macabro, el claroscuro. Cualquier productor medianamente informado sabe o intuye que el universo de Lewis Carroll, las cosas prodigiosas que ocurren a trav¨¦s del espejo, el sombrerero zumbado y el distinguido conejo blanco, la temible reina roja y el melindroso gato de Cheshire forman un territorio fraternal con las criaturas, la atm¨®sfera y las fijaciones del autor de Pesadilla antes de Navidad, Big fish y Charlie y la f¨¢brica de chocolate.
Y ocurren cosas raras en la nueva adaptaci¨®n al cine de ese cuento memorable. A saber. Que el gui¨®n no lo haya escrito Tim Burton, sino que este se limite a ilustrar con im¨¢genes brillantes, con est¨¦tica poderosamente on¨ªrica, el material que le ha entregado Linda Woolverton. Gui¨®n en el que Alicia no es una ni?a sino una adolescente casadera que no tiene nada claro si le gusta su futuro al lado de un marido conveniente. Que en nombre de las sagradas demandas de la taquilla, Burton acepte que su pel¨ªcula, rodada en 2D, se transforme posteriormente mediante un proceso inform¨¢tico en ese 3D que al parecer constituye el mayor aliciente para que los espectadores retornen al cine y pagando gustosamente un notable suplemento. Si el estilo visual de Tim Burton siempre ha sentido afici¨®n por la oscuridad, aqu¨ª las gafas negras ensombrecen excesivamente lo que muestra en la pantalla.
Pero hay bastantes cosas que funcionan admirablemente en esta pel¨ªcula , como la capacidad hipn¨®tica de sus im¨¢genes, la utilizaci¨®n que Burton hace de ese compositor siempre vibrante, emotivo y profundo llamado Danny Elfman, un clima que te mantiene expectante. Y lamento que no aparezcan en cada plano dos gemelos gorditos y encantadores a los que te gustar¨ªa llev¨¢rtelos a casa. Sin embargo, me cansa un poquito la grandilocuencia delirante de Johnny Deep. Es una pel¨ªcula que ves y escuchas con agrado, pero el poso que deja es escaso.
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