La historia de dos erupciones
La ¨²ltima vez que el mundo se vio afectado por algo parecido a lo que sucede en Islandia fue en 1883 en la isla de Krakatoa, entre Java y Sumatra (Indonesia). Unas 40.000 personas murieron por la erupci¨®n. Las nubes de polvo que llegaron a la estratosfera afectaron a todo el planeta durante el resto del a?o.
Si el volc¨¢n island¨¦s ha desatado una ola de p¨¢nico, la erupci¨®n de Java produjo algo realmente precioso: una exhibici¨®n global de luz y colores que redujo a la humanidad a un estado de sorpresa. Mientras que Islandia ha causado gran impacto, Java provoc¨® sobrecogimiento. Y si las cenizas del Eyjafjalla parecen haber costado millones en p¨¦rdidas econ¨®micas, el polvo del Krakatoa dej¨® al mundo no s¨®lo una herencia de arte inolvidable, sino que estimul¨® un descubrimiento fundamental en la ciencia atmosf¨¦rica.
Los cielos en el oto?o de 1883 cambiaron misteriosamente. La luna se volvi¨® azul, a veces verde. Los bomberos de Nueva York creyeron ver fuegos en la lejan¨ªa, causados por nubes de polvo incandescente. Los v¨ªvidos atardeceres manchados por las cenizas y los horizontes te?idos de p¨²rpura y salm¨®n fueron memorables.
Los pintores hicieron lo posible para capturar lo que vieron. El londinense William Ascroft, impresionado por el espect¨¢culo de la luz de la noche sobre el T¨¢mesis, pint¨® una acuarela cada 10 minutos, noche tras noche, trabajando como una c¨¢mara humana. Le sobrevivieron m¨¢s de 500 cuadros del Krakatoa. "Arrebol de sangre", anot¨® en un lienzo, subrayando la magia de los cristales refractivos de las cenizas; "arrebol de ¨¢mbar", anot¨® en otro.
Otros artistas, como Frederic Church, entraron tambi¨¦n en acci¨®n. En diciembre, cuatro meses despu¨¦s de la explosi¨®n de Java, Church viaj¨® hasta el lago Ontario, y en una noche perfecta captur¨® los v¨ªvidos p¨²rpuras crepusculares sobre el hielo de la bah¨ªa de Chaumont, sabiendo -la ciencia ya lo sab¨ªa- que quien hab¨ªa pintado el cielo para ¨¦l era un volc¨¢n a 10.000 kil¨®metros de distancia.
Y un cuadro a¨²n m¨¢s famoso habla tambi¨¦n del Krakatoa: una reciente investigaci¨®n sugiere que Edvard Munch pint¨® El grito una d¨¦cada despu¨¦s mientras recordaba una noche en Oslo muy afectada por el polvo del volc¨¢n.
Pero no fue s¨®lo el arte el que se benefici¨® de los trillones de toneladas de cenizas de s¨ªlice del volc¨¢n. Tambi¨¦n la ciencia. El polvo m¨¢s pesado producido por el Krakatoa cay¨® lentamente sobre la tierra, pero las micropart¨ªculas nacidas de la boca del volc¨¢n no cayeron del todo. Se quedaron flotando en el aire durante a?os, manchando las corrientes de vientos.
Los meteor¨®logos, anotando cuidadosamente cu¨¢ndo los cielos de ciertas ciudades se inflamaban y coloreaban por el paso de las nubes altas, dibujaron un mapa que mostraba c¨®mo estas corrientes se mov¨ªan. El primer nombre que utilizaron para el fen¨®meno fue "corriente de humo ecuatorial". Hoy d¨ªa es la corriente en chorro, un descubrimiento que quiz¨¢ sea el m¨¢s importante legado del Krakatoa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.