Messi y la Transici¨®n
Se quieren cargar la Transici¨®n, eso est¨¢ claro. La verdad es que fue un exabrupto que sali¨® bien; hab¨ªa muchos platos rotos, cristales por todas partes; ahora se recuerda como un tiempo en el que todo era nuevo. No importaba ni Franco, era un objetivo a olvidar.
Pero ahora resulta que hubo un fleco muy importante que dilucidar, o que peinar, y cuando se han puesto a peinarlo se ha armado un l¨ªo de mil demonios. Lo que no ha terminado de aclararse es la historia del franquismo. Es curioso que decidan que es una historia pasada aquellos que no la sufrieron.
Pero as¨ª es la vida. Aquello transcurri¨® en la oscuridad, se puso en marcha el tambor de hojalata del olvido y nos pusimos a convivir. Dif¨ªcilmente, porque hubo gran cantidad de atentados (en el norte y m¨¢s abajo), y la ultraderecha levant¨® el pu?o y la pistola como para compensar que los terroristas de ETA siguieron, ya en democracia, demostrando que no saben ser otra cosa que gatillos encerrados con un solo juguete mortal. De aquel tiempo en que ellos siguieron erre que erre con la metralleta es una famosa pieza del Celtiberia Show del a?orado Luis Carandell en la asimismo a?orada revista Triunfo. ETA acababa de iniciar su terrible verbena de atentados en la costa andaluza, y Carandell recibi¨® una fotograf¨ªa en la que se le¨ªa este graffitti: "?Vajcoj, qu¨¦ raro zois!".
Pues siguen raros, y criminales. Eso ensombreci¨® la Transici¨®n, y la sombra se prolonga ahora como el cipr¨¦s mortuorio de Miguel Delibes. De todos modos, fueron tiempos plet¨®ricos; Espa?a era como un lugar en el que se estaba inaugurando la vida, y en medio de ese festival de estrenos parec¨ªa que, en efecto, la sombra de Franco estaba bajo una losa.
Pero la gente que lo sufri¨® tiene derecho a preguntar. Como ocurri¨® en Alemania, o en Italia, o en Argentina; como pas¨® en Chile, como ha sucedido en tantos sitios, y como pasar¨¢ en otros, los nietos han querido saber qu¨¦ pas¨® con sus antepasados. Tienen tanto derecho que su voz ha sido como un trueno. Sus preguntas son, para los que no quieren o¨ªrlas, como las preguntas para aquel grafitero de Quito, en Ecuador, que escribi¨® en una pared: "Cuando ten¨ªamos las respuestas nos cambiaron las preguntas".
Pues las preguntas han cambiado. El malentendido es creer que Garz¨®n es el protagonista. No. No es ¨¦l. Es la historia; no quieren que la historia se establezca desde otro punto de vista. Quieren su historia, por eso dicen que les hiere (que nos hiere) la memoria hist¨®rica, que es innecesaria. Y a una manifestaci¨®n p¨²blica, en el campus universitario de Madrid, le han colgado (el PP, Rajoy, sus terminales medi¨¢ticas, los que no quieren sino ser el sordo de la serie del mono) el adjetivo "antidemocr¨¢tico". ?Antidemocr¨¢tico hablar de lo que duele? David Trueba cont¨® aqu¨ª con mucha gracia que ya no hay disponibles adjetivos para hablar del f¨²tbol que hace Messi. Y M¨¤rius Serra, como para responderle, public¨® en La Vanguardia nada menos que seiscientos adjetivos que podr¨ªan aplic¨¢rsele al genial futbolista. Sin querer comparar, por supuesto, se me ocurren como quinientos adjetivos para la manifestaci¨®n de la memoria en el campus. Pero ?antidemocr¨¢tica? No s¨¦ d¨®nde compra los adjetivos la derecha.
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