Impuesto a la obesidad
?Est¨¢n los neoyorquinos dispuestos a que les pongan la Coca-Cola o la Pepsi en la misma categor¨ªa que el tabaco o el alcohol? Es una pregunta que muchos se hacen estos d¨ªas por las calles y avenidas de la ciudad de los rascacielos, en un debate que reverbera por toda una naci¨®n ahogada en n¨²meros rojos. Los Estados norteamericanos acumulan un d¨¦ficit de 306.000 millones de d¨®lares desde el comienzo de la recesi¨®n, y para cuadrar las cuentas s¨®lo tienen dos opciones: reducir el gasto y aumentar la recaudaci¨®n. Para ello acuden a medidas tan extremas como pol¨¦micas, que pasan por liberar presos a punto de cumplir su condena o reducir a cuatro d¨ªas la semana lectiva.
No queda ah¨ª la cosa, porque el debate sigue evolucionando, y con ¨¦l la creatividad para afrontar a la crisis fiscal. Si hay algo que fastidia al ciudadano es que en tiempos de penuria le toquen el bolsillo. Pero intenta vestir su iniciativa bajo la capa de la salud. Es de sobra conocida la cruzada puesta en marcha por el magnate en favor de la vida sana: primero prohibi¨® fumar en bares y restaurantes; despu¨¦s oblig¨® a retirar de los men¨²s las grasas trans y a especificar las calor¨ªas de cada plato; hace dos meses lanz¨® una campa?a para reducir en un 25% el consumo de sal, y ahora pretende imponer un impuesto a los refrescos, zumos y bebidas energ¨¦ticas.
El alcalde de Nueva York quiere gravar el consumo de refrescos
El doble objetivo es reducir el d¨¦ficit y mejorar la salud de los ciudadanos
Los detractores prefieren m¨¢s deporte y comida m¨¢s saludable
El ya bautizado como impuesto a la obesidad busca cortar el apetito de los neoyorquinos hacia las bebidas azucaradas. Un estudio entre 5.000 j¨®venes revela que cuando el precio de los refrescos sube, la gente bebe menos. Algo similar se observa con el tabaco y el alcohol. Y subiendo los impuestos, de paso se generan unos ingresos extra para luchar contra el d¨¦ficit.
Se estima que gracias a esta medida, Nueva York podr¨¢ recaudar 1.000 millones anuales. El alcalde de Filadelfia, Michael Nutter, sigue muy de cerca la iniciativa, que est¨¢ siendo estudiada en una docena de Estados del pa¨ªs. "La obesidad es un problema muy serio", dice Nutter, "que afecta al 57% de los menores en la ciudad".
Los analistas estiman que el exceso de peso cuesta al contribuyente unos 6.700 millones de d¨®lares al a?o en el Estado de Nueva York, por lo que esta tasa podr¨ªa utilizarse para financiar iniciativas que favorezcan una alimentaci¨®n sana. Pero la medida no est¨¢ exenta de pol¨¦mica, porque este tipo de impuestos suele penalizar a los m¨¢s pobres.
El senador estatal Martin Golden ve la nueva tasa como una excusa m¨¢s para que el Gobierno meta la mano en la cartera del ciudadano. "Al gravar los refrescos se est¨¢ tratando un s¨ªntoma, no la enfermedad", insiste. Es lo que piensa tambi¨¦n la presidenta de la American Beverage Association, Susan Neely: "Un impuesto no va a resolver un problema tan complejo como la obesidad", sostiene.
El senador Golden cree que para hacer frente a la obesidad hay que educar a los ni?os, que ¨¦stos hagan deporte y que sus padres sean responsables en los h¨¢bitos alimentarios. "Si no, lo que pasar¨¢ es que despu¨¦s tocar¨¢ tasar las chucher¨ªas, los helados y las hamburguesas. Entonces s¨®lo quedar¨¢ por gravar el aire que respiramos", remacha el legislador.
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