El censo ¨®ptimo de cajas
La reestructuraci¨®n de las cajas de ahorros es la acci¨®n medular de la reforma del sistema financiero. Desde julio de 2007 hasta la fecha ha quedado pr¨¢cticamente demostrado que las cajas espa?olas necesitan una reconversi¨®n profunda, es decir, una reducci¨®n del n¨²mero de entidades y una disminuci¨®n dr¨¢stica de los costes (vale decir, del n¨²mero de oficinas). Una intervenci¨®n reciente del nuevo presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato, cristaliza esta idea que ya estaba clara pr¨¢cticamente desde la creaci¨®n del FROB (Fondo de Reestructuraci¨®n Ordenada Bancaria). Seg¨²n el ex director del FMI, desaparecer¨¢n 25 de las 45 cajas actuales y el 30% de las sucursales. La hip¨®tesis de Rato, una traslaci¨®n casi mec¨¢nica de las estad¨ªsticas sobre los costes de las crisis financieras mundiales asociadas con recesiones, deber¨ªa complementarse con una llamada urgente a que la reestructuraci¨®n se inicie de una vez por todas y concluya con rapidez, de forma que las cajas reforzadas que emerjan del proceso est¨¦n en condiciones de financiar cualquier atisbo de recuperaci¨®n econ¨®mica.
Pero el estado de esta cuesti¨®n sigue siendo ostentosamente confuso. Las fusiones de cajas tardan demasiado en concretarse y se han orientado en una l¨ªnea auton¨®mico-proteccionista que no va a resolver el problema de fondo de los balances de las entidades. Si el mercado financiero es global y el mercado espa?ol debe considerarse como una unidad (y no como diecisiete), carece de sentido el localismo de campanario que gangrena el m¨¦todo de estructuraci¨®n mediante fusiones y que tiene sus dos exponentes m¨¢s ruidosos en Galicia y Valencia. En la fusi¨®n de las cajas gallegas defendida por N¨²?ez Feij¨®o hay muy poca racionalidad financiera; basta menos que en una fusi¨®n con cajas de otras comunidades aut¨®nomas. Pero el gobierno auton¨®mico gallego, como el de Camps, conciben las cajas como una ventanilla local, al servicio de las inversiones auton¨®micas; por esta visi¨®n mezquina est¨¢n dispuestos resistir y, de paso, socavar la autoridad del Banco de Espa?a, que es la instituci¨®n que deber¨ªa decidir (pero que parece haber renunciado a ello) cu¨¢l es la composici¨®n ¨®ptima del censo de cajas.
Y por este hilo se llega f¨¢cilmente a una definici¨®n de lo que deber¨ªa haber sido (y ya no ser¨¢) el pacto de Estado contra la crisis. En una concepci¨®n m¨¢s ambiciosa del pacto, el PP (o el PNV, o CiU) hubiera defendido en los gobiernos auton¨®micos que controla esa composici¨®n ¨®ptima del censo de cajas elaborada por el Banco de Espa?a. De esa forma no habr¨ªa existido el riesgo de fricci¨®n institucional (autonom¨ªas contra Banco de Espa?a) y la reestructuraci¨®n financiera no se hubiera demorado hasta exceder el periodo de vigencia inicial del FROB.
La resistencia de los poderes locales no es el ¨²nico problema a la vista. El procedimiento de las fusiones aparece ahora como excesivamente politizado, largo de tramitar y finalmente poco eficaz si no se completa, antes o despu¨¦s, con una recapitalizaci¨®n de las cajas resultantes y de algunos bancos. No son pocos los que se preguntan si un tr¨¢mite a?adido de inyecci¨®n de capital a cajas (solitarias o fusionadas) despu¨¦s de una demora de dos a?os de conversaciones, presiones y enfrentamientos para la reestructuraci¨®n de estas entidades, no pondr¨¢ en riesgo la recuperaci¨®n de la econom¨ªa.
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