Israel, un error ya consumado
El Estado so?ado por Herzl es irreversible, pero la situaci¨®n del desdichado pueblo palestino es injusta y explosiva. Sin resolverla no hay mejora sustancial posible de las relaciones entre Occidente y el islam
El pueblo jud¨ªo ya constru¨ªa en Jerusal¨¦n hace 3.000 a?os, y el pueblo jud¨ªo sigue construyendo en Jerusal¨¦n hoy". Son palabras recientes del primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, unas palabras que delatan n¨ªtidamente el problema, esos supuestos 3.000 a?os de Estado jud¨ªo potencial. Un problema, pues, fundacional. Veamos.
Algunos amamos tanto a los jud¨ªos que preferir¨ªamos tenerlos entre nosotros, diseminados, diluidos, enriquecedores, f¨¦rtiles, cruzados con los gentiles, en vez de tenerlos aislados en un Estadonaci¨®n artificial que s¨®lo ha generado desgracias desde su nacimiento. Porque nos reconocemos en los grandes -y peque?os- nombres de la di¨¢spora. Porque somos herederos de Newton, Einstein, Freud, Marx, Spinoza, Proust, Kafka, Wittgenstein, L¨¦vi-Strauss, Mendelssohn, Mahler, Sch?nberg, Gershwin, Chagall, Modigliani. Y de Woody Allen, Billy Wilder, Noam Chomsky. Y porque al menos 170 premios Nobel son jud¨ªos. Y etc¨¦tera, etc¨¦tera.
El Holocausto aceler¨® la materializaci¨®n de una idea basada en remotas bases ¨¦tnicas y religiosas
La persistencia de la tragedia palestina es un esc¨¢ndalo. Prueba el poder del 'lobby' israel¨ª en EE UU
Quiere decirse que muchos pensamos que la creaci¨®n, en 1947, de un Estado de Israel fue un error hist¨®rico, acaso inevitable, pero un error al fin. Un error que, entre otros males, ha generado el de la perpetua humillaci¨®n del pueblo ¨¢rabe. El propio Arthur Koestler, que era jud¨ªo, consideraba que "la resurrecci¨®n, al cabo de dos mil a?os, de Israel como naci¨®n es un fen¨®meno aberrante de la historia". Y lo mismo pensaban muchos otros intelectuales jud¨ªos de la ¨¦poca, entre ellos Hanna Arendt. Y hasta el propio Primo Levi, el jud¨ªo italiano que sobrevivi¨® a Auschwitz, declar¨® una vez que la creaci¨®n del Estado de Israel era "un error en t¨¦rminos hist¨®ricos".
Cab¨ªa pensar, por consiguiente, que una vez consumada la intrusi¨®n, por lo menos Israel se comportar¨ªa con humildad y moderaci¨®n. Cab¨ªa esperar que, siguiendo el consejo de Yehudi Menuhin, israel¨ªes y palestinos lo compartir¨ªan todo. Pero, en vez de ello, a la menor provocaci¨®n, Israel ha respondido con criminal brutalidad. Ciertamente, las primeras guerras de Israel con sus vecinos fueron defensivas; pero habi¨¦ndolas ganado todas, la situaci¨®n ha cambiado. Esta situaci¨®n tuvo un punto de inflexi¨®n en 1967, a ra¨ªz de la Guerra de los Seis D¨ªas y la ocupaci¨®n de los territorios palestinos. Y, desde entonces, la espiral del odio ha seguido creciendo, y la herida se ha ido infectando cada vez m¨¢s, y el aislamiento de Israel ha sido creciente. Escrib¨ªa el jud¨ªo Edgar Morin, en Le Monde del 21 de febrero de 2001: "Cuanto m¨¢s quiere Israel asegurar su seguridad presente por la fuerza, m¨¢s crece su inseguridad futura", concluyendo que la perpetuaci¨®n de la pol¨ªtica agresiva es suicida para el propio Israel. De id¨¦ntica opini¨®n es el gran m¨²sico, tambi¨¦n de origen jud¨ªo, Daniel Barenboim.
A mi juicio, y como lo tengo escrito en otro lugar, es ya el radicalismo en el sentimiento de identidad jud¨ªo el que pertenece a la patolog¨ªa de la historia. Una patolog¨ªa que remite a la intransigencia fundacional de las grandes religiones monote¨ªstas. De entrada, las peculiaridades del propio juda¨ªsmo. Su ambivalencia esencial. En unos famosos estudios, Max Weber explic¨® que lo que caracterizaba a la primera religi¨®n jud¨ªa no eran las pr¨¢cticas sacrificiales, sino la observancia de la Ley. Ello fue un importante paso en el proceso de secularizaci¨®n. Los jud¨ªos inventaron el racionalismo ¨¦tico, igual que los griegos inventaron el racionalismo l¨®gico. Ahora bien, por otra parte, el juda¨ªsmo es tambi¨¦n una religi¨®n de la alianza de Dios con el pueblo escogido, y esto es un mal precedente. Los profetas fueron unos furibundos nacionalistas que vislumbraron el d¨ªa en que Yav¨¦ destruir¨ªa a los gentiles. Yav¨¦, como es sabido, no les hizo mucho caso. ?Por qu¨¦ entonces forzar la marcha de las cosas? ?Por qu¨¦, finalmente, volver a construir una naci¨®n sobre unas remotas bases ¨¦tnicas y religiosas? ?Por qu¨¦ no dejar que "lo jud¨ªo" -igual que lo hel¨¦nico o lo romano- se acabara diluyendo en la gran corriente secularizada de la civilizaci¨®n occidental?
Conocemos la respuesta, pat¨¦tica y dram¨¢tica. Los dos polos de una dial¨¦ctica irracional. En primer lugar, hist¨®ricamente, la singularidad del pueblo jud¨ªo, su intransigencia religiosa, su negativa a dejarse asimilar. Junto a ello, el antijuda¨ªsmo de los "pueblos cristianos". Primero fue el tema de la culpabilidad colectiva por "deicidio". Pero el verdadero antisemitismo (t¨¦rmino, por cierto, incorrecto pues hay otros semitas adem¨¢s de los jud¨ªos) no comienza en Europa hasta el siglo XI, cuando el papa Urbano II desencadena la primera de las Cruzadas. A partir de entonces, los jud¨ªos ser¨¢n puestos fuera de la ley, confinados en guetos, convertidos en chivos expiatorios de infinidad de males: guerras, epidemias, crisis econ¨®micas...; los jud¨ªos ser¨¢n expulsados de Inglaterra, Francia, Espa?a, Portugal... Habr¨¢ que esperar al Siglo de las Luces para que las naciones cristianas cobren una m¨ªnima conciencia de toda esta injusticia, y no ser¨¢ hasta bien entrado el siglo XIX cuando comiencen a abolirse las restricciones legales de los jud¨ªos en una parte de Europa. Pero hubo pogromos en Rusia a finales del siglo XIX, hubo el affaire Dreyfus en Francia a principios del siglo XX, y as¨ª, al amparo de los aires "nacionalistas" del romanticismo, naci¨® la idea del sionismo y de un Estado Jud¨ªo (Theodor Herzl).
Desde las postrimer¨ªas del siglo XIX comenzaron a funcionar en Palestina las primeras granjas colectivas, los famosos kibutzim, que fueron un invento de inmigrantes jud¨ªos rusos, en parte influenciados por las ideas de Tolstoi. El caso es que lleg¨® un momento en que Gran Breta?a, all¨¢ por los a?os veinte del siglo XX, accedi¨® a fundar el Hogar Nacional Jud¨ªo, germen del futuro Estado de Israel. Los sue?os del se?or Herzl comenzaron a convertirse en realidad: un Estado artificial en una supuesta tierra de nadie, Palestina. Y aun as¨ª, lo m¨¢s probable es que la idea no hubiese prosperado de no haber surgido la cat¨¢strofe hitleriana. Stefan Zweig, en su conmovedor testimonio de la barbarie nazi, explica que en la Europa anterior a la Segunda Guerra Mundial, los jud¨ªos se sent¨ªan ya mucho m¨¢s ciudadanos de sus respectivos pa¨ªses que jud¨ªos propiamente dichos. Algunos, como los Wittgenstein de Viena, ni siquiera estaban seguros de ser jud¨ªos. El gran Niels Bohr, medio jud¨ªo, se sent¨ªa ciudadano del mundo, como tantos otros cient¨ªficos. ?Y acaso no renegaron Marx y Freud de su pertenencia al "pueblo elegido"? Ellos eran hijos de la cultura europea laica, nada que ver con la sinagoga ni con un hipot¨¦tico Estado de Israel. Pero todo cambi¨® con el delirio de Hitler, el Holocausto, Auschwitz, los emigrantes que hu¨ªan de la cat¨¢strofe.
La mala conciencia de los gentiles alcanz¨® entonces su c¨¦nit, y el mundo ya no vio con malos ojos el invento de ese Estado artificial, el nuevo Israel. Una idea ut¨®pica y abstracta convertida en realidad a costa del desdichado pueblo (palestino) que ten¨ªa la mala suerte de estar "ocupando" una "tierra prometida" por un viejo dios celoso a unas viejas tribus errantes, tres mil a?os atr¨¢s. Y as¨ª, en 1947, la ONU acuerda dividir Palestina en dos Estados, uno jud¨ªo y otro ¨¢rabe. Los ¨¢rabes rechazan esta soluci¨®n, y el resultado ha sido m¨¢s de medio siglo de sangrienta inestabilidad, Israel mantenida con la ayuda financiera americana, y la sociedad de los palestinos brutalmente destruida. Desde 1967, Israel ocupa territorios que bajo ning¨²n concepto le pertenecen. Una situaci¨®n injusta y explosiva que es un esc¨¢ndalo que no se haya resuelto todav¨ªa, y que da idea del poder que tiene en Am¨¦rica el lobby israel¨ª.
Ahora bien, a pesar de sus m¨²ltiples pecados de origen, el Estado de Israel es un hecho irreversible, un error hist¨®rico ya consumado, y hoy procede contar con ello. Es un tema geogr¨¢ficamente min¨²sculo, pero simb¨®licamente muy relevante. Un tema clave para la relaci¨®n Occidente-Islam, como ha comprendido muy bien la actual Administraci¨®n norteamericana. Un tema, pues, que hay que tocar con exquisito cuidado, a plena conciencia de toda su compleja y terrible genealog¨ªa.
Salvador P¨¢niker es fil¨®sofo.
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