?Velo de sumisi¨®n o de rebeld¨ªa?
Muchas j¨®venes musulmanas ven el 'hiyab' como forma de autoafirmarse - Otras quieren prohibirlo por ser un signo de discriminaci¨®n
Posiblemente desde la invenci¨®n del bikini, nunca tan poca tela dio tanto que hablar. La pol¨¦mica del hiyab vuelve a Espa?a como un hurac¨¢n. En esta Espa?a que hasta hace nada era pr¨¢cticamente homog¨¦nea -un pa¨ªs de cat¨®licos blancos- el velo isl¨¢mico pide paso en las aulas, en la calle. Pero ?qu¨¦ significa ese pa?uelo que cubre el pelo y el cuello de las musulmanas? ?Por qu¨¦ se lo ponen? ?Es una imposici¨®n de padres, hermanos, imanes o vecinos o s¨ªmbolo del machismo m¨¢s rancio? ?Quiz¨¢ un signo de rebeld¨ªa adolescente, una manera de gritar al mundo 'as¨ª soy, te guste o no'? ?Est¨¢ este debate arrinconando el verdadero reto, que es abordar seriamente la integraci¨®n de los musulmanes en Europa?
El Hachmi: "Incluso a los musulmanes espa?oles se les ve como extranjeros"
En Francia las alumnas se quitan el pa?uelo al entrar en el colegio
Si ya es dif¨ªcil ser adolescente, m¨¢s a¨²n inmigrante y de fe isl¨¢mica
Los pol¨ªticos se sienten caminando sobre brasas y se muestran ambiguos
Najat El Hachmi, 30 a?os, escritora catalana nacida en Marruecos, es una de esas espa?olas que pueden hablar del velo con conocimiento de causa aunque ahora se defina as¨ª: "Soy atea, aunque crec¨ª musulmana". A los 20, llev¨® hiyab unos meses. "Era una ¨¦poca en que estaba muy desorientada, con muchos problemas identitarios". Se lo quit¨®. Hace mucho que sabe que "la vestimenta no te dice qui¨¦n eres". Eso lo descubrieron tambi¨¦n quienes tuvieron su etapa punk o cualquier otra.
Como recuerda la profesora de Literatura magreb¨ª de la Universidad Aut¨®noma de Madrid Leonor Merino, hubo un tiempo no tan lejano donde no pocas adolescentes coqueteaban con la idea de ser monjas. "Era un momento de misticismo, de buscar la pureza". Quiz¨¢ es el caso de Najwa Malha.
La semana pasada esta adolescente espa?ola de padres marroqu¨ªes y alumna de un instituto p¨²blico abri¨® de nuevo la caja de los truenos. Es pronunciar Najwa, velo (isl¨¢mico) o Pozuelo y brota un debate apasionado, una batalla de certezas en la que el contrario es un ultra o un blando. ?S¨ª, por supuesto! o ?no, de ninguna manera! Los que conocen el tema avisan: "Es un asunto complejo". Un tema con mucha letra peque?a.
El Hachmi, que gan¨® el mayor premio de las letras catalanas en 2008 con Jo tamb¨¦ s¨®c catalana, recalca que las chicas que est¨¢n en el ojo de este hurac¨¢n son adolescentes, una etapa compleja para cualquiera y m¨¢s si se a?ade el origen inmigrante y musulm¨¢n. "Porque incluso a los musulmanes que han nacido aqu¨ª los perciben como extranjeros". Una queja frecuente tambi¨¦n entre los espa?oles jud¨ªos.
Nadie debate el derecho de Najwa, que tiene 16 a?os, a vestir el velo isl¨¢mico en la calle siempre y cuando -y aqu¨ª insisten mucho los consultados- la decisi¨®n sea suya. No de su padre, de su madre, de sus hermanos, los vecinos o el im¨¢n. La corresponsal diplom¨¢tica del diario Al Ahram Hebdo, Randa Achmawi, aboga, por tel¨¦fono desde Egipto, por que se apoye la decisi¨®n que adopte la mujer, sea cual sea. No ponerse el pa?uelo o pon¨¦rselo como s¨ªmbolo de modestia y respeto a Dios. Aunque s¨ª recalca que la integraci¨®n de los seguidores del islam ser¨¢ m¨¢s sencilla cuanto m¨¢s adapten sus costumbres a los usos locales. La periodista deja claro, no obstante, que "nadie deber¨ªa creer que una mujer que no lleva velo no es una buena musulmana".
Una opini¨®n que no comparten muchos en Oriente y algunos aqu¨ª, como el im¨¢n de Cunit (Tarragona), quien supuestamente acos¨® a una correligionaria por vivir a la occidental, por no cubrirse, por conducir un coche.
Otra cosa es el pa?uelo isl¨¢mico en la escuela, un espacio p¨²blico donde el ensayista franc¨¦s Sami Na?r, el profesor de la universidad de Or¨¢n (Argelia) Mohamed Bensalah o la escritora egipcia Nawal El Saadawi vetar¨ªan el pa?uelo isl¨¢mico y, por supuesto, cualquier otro s¨ªmbolo religioso. "En todos los pa¨ªses, en Occidente y en Oriente, separar la educaci¨®n de la religi¨®n, de las leyes, de los tribunales, de la Constituci¨®n y del derecho de familia es esencial para la democracia verdadera, para la libertad real, la justicia y la paz", explica por correo electr¨®nico El Saadawi.
El movimiento feminista Ni Putas Ni Sumisas, que integra a musulmanas en Francia, promovi¨® la aprobaci¨®n, en 2005, de la ley que vet¨® en las escuelas p¨²blicas cruces cristianas, velos isl¨¢micos y kip¨¢s jud¨ªas. Su presidenta, Sihem Habchi, explic¨® ayer que, tras el enorme debate social que hubo entonces, hoy se aplica la norma sin ning¨²n problema, informa Antonio Jim¨¦nez Barca. Las alumnas salen de casa con el hiyab, se lo quitan a las puertas del colegio y se lo vuelven a colocar a la salida. Habchi es partidaria de aprobar una ley as¨ª en Espa?a porque, sostiene, el hiyab es un s¨ªmbolo de discriminaci¨®n porque s¨®lo las mujeres tienen que ocultar su pelo. A los musulmanes piadosos les basta con dejarse barba. Habchi y sus colegas pelean ahora a favor de la ley del burka en Francia, que vetar¨ªa en todos los espacios p¨²blicos la vestimenta isl¨¢mica que cubre toda la cara.
Como insisten los expertos en islam y record¨® ayer el ministro de Justicia, Francisco Caama?o, una cosa es el burka y otra el pa?uelo que deja la cara al descubierto. Ninguno de los consultados niega tampoco que existen casos de mujeres, hoy aqu¨ª, en Espa?a, que llevan hiyab obligadas. Imposible saber cu¨¢ntas son. Pero, a?ade una espa?ola musulmana, todav¨ªa existe mucho "s¨ªndrome ?No sin mi hija! [una pel¨ªcula sobre la terror¨ªfica huida de una estadounidense de Ir¨¢n y de su marido] y s¨ªndrome del marido maltratador". Y este pa¨ªs es aconfesional, no laico como Francia, insiste.
La aprobaci¨®n de la futura Ley de Libertad Religiosa que prepara el Gabinete de Zapatero no es inminente, seg¨²n fuentes gubernamentales y, por ahora, el Ejecutivo no es partidario de prohibir ni obligar a nada. Los dos principales partidos viven esta pol¨¦mica tan delicada con declaraciones cautelosas - un ejemplo, la ministra de Igualdad, Bibiana A¨ªdo: "Estamos ante un debate de enorme complejidad que requiere ser abordado con rigor y responsabilidad, huyendo de oportunismos y demagogias"- en las que se repiten la palabra respeto y el ¨¢nimo de evitar conflictos innecesarios como anunci¨® Mar¨ªa Dolores de Cospedal, secretaria general del PP. Da la impresi¨®n de que se sienten caminando sobre brasas, temerosos de meter la pata y causar un incendio indeseado. Como entre las comunidades musulmanas, en los dos grandes partidos, socialistas y populares, se mueven en la ambig¨¹edad en esta tercera ronda de la pol¨¦mica.
El profesor del Historia del Islam de la Universidad Aut¨®noma de Madrid Bernab¨¦ L¨®pez cree que la futura normativa no debe entrar en el hiyab. "Ser¨ªa un disparate, debe ser absolutamente general".
Seg¨²n la veintea?era hija de padre palestino y madre espa?ola que oculta su nombre porque trabaja en la Administraci¨®n, la ignorancia y los prejuicios propician opiniones que resultan "muy paletas" en esta Espa?a que es, muy r¨¢pidamente, cada vez menos homog¨¦nea. "Cualquier ni?a que tiene una compa?era marroqu¨ª en clase sabe m¨¢s del Ramad¨¢n [el mes de ayuno] que muchos catedr¨¢ticos de universidad. Quienes conocen suelen respetar". Para esta joven lo peor que le puede pasar a Najwa es tener que quedarse en casa. Entonces, dice, "la condenaremos a la ignorancia, a casarse pronto, etc¨¦tera". Duda que tras el gesto de Najwa y sus amigas haya un intento de autoafirmarse como ¨¢rabes. "Mira, eso quiz¨¢ pasa en Francia donde son la quinta generaci¨®n. Nosotros somos la segunda. En cuanto yo digo mi apellido queda bien claro que soy de origen ¨¢rabe, no hace ninguna falta que lo reivindique".
Esta joven tiene amigas musulmanas, musulmanas espa?olas, que se cubren el pelo y otras que no. Cree que todas lo hacen libremente. Ella misma le ha dado vueltas al asunto alguna vez. Como todas las que han pasado por ese dilema, asegura que no es una decisi¨®n que se tome a la ligera, de un d¨ªa para otro. "Es una decisi¨®n seria que una debe adoptar cuando es madura", explica Achmawi.
La periodista egipcia, a la que su hija le plante¨® el asunto con 15 o 16 a?os, cuando sus amigas empezaron a dar el paso de ponerse hiyab, le recomend¨® que se lo pensara bien porque dar marcha atr¨¢s es muy dif¨ªcil. La adolescente se lo pens¨® y al final decidi¨® que no, que se quedaba como estaba, hasta hoy.
Que nadie piense que el velo est¨¢ re?ido con estar a la ¨²ltima. Para nada. Basta darse un paseo por alguna universidad ¨¢rabe para ver que muchas estudiantes visten como sus colegas espa?olas con un par de diferencias: el velo y una camiseta de manga larga bajo cualquier prenda escotada o de manga corta.
Ellas tambi¨¦n est¨¢n en Facebook, por supuesto. Una gran ventana al mundo cuando vives en un sitio donde la pandilla de chicas y chicos no existe. Pero tampoco es nada raro ver grupos de mujeres solas en restaurantes fumando narguila y tomando un refresco.
El profesor L¨®pez advierte de que la pol¨¦mica que rodea la escolarizaci¨®n de Najwa en Pozuelo de Alarc¨®n (Madrid) tiene m¨¢s consecuencias de las que se ven a primera vista. Y cuenta que una mujer musulmana que limpia por horas en su barrio le habl¨® del asunto el otro d¨ªa. "Ella ve lo que le est¨¢ pasando a la ni?a como una agresi¨®n personal porque ella tambi¨¦n lleva pa?uelo".
Generalmente, los musulmanes tienen un fort¨ªsimo sentimiento de pertenencia a su comunidad. Por eso no es raro que, por ejemplo, cualquier acto, o rumor, que se perciba como un ataque o un amago de ataque contra la mezquita de Al Aqsa en Jerusal¨¦n desate manifestaciones en lugares tan lejanos como Indonesia, el pa¨ªs musulm¨¢n m¨¢s poblado del mundo.
Para la escritora El Hachmi, el caso de Najwa "puede ser una etapa si no lo convertimos en un circo". El tiempo dir¨¢.
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