Noticias dibujadas
Las desventuras del joven Stravos bajo la dictadura griega de los a?os treinta centran Reb¨¦tiko (Sins Entido), de David Prudhomme. En Notas al pie de Gaza (Mondadori), Joe Sacco cuenta las matanzas de civiles palestinos en 1956. Zahra's Paradise (de Amir y Khalil -seud¨®nimos- , de momento s¨®lo en formato webc¨®mic en www.cimoc.com), la historia de una manifestante desaparecida despu¨¦s de las elecciones de junio en Ir¨¢n, es la apuesta de Norma para los pr¨®ximos meses. Los planes editoriales testifican que los c¨®mics han dejado atr¨¢s el pa¨ªs de las maravillas. Se enfrentan al mundo, sin complejos, con ingenuidad, delicadeza e iron¨ªa. Y no lo hacen s¨®lo para contar experiencias ¨ªntimas. Cuentan la realidad exterior, tratan temas sociales, como la prevenci¨®n del c¨¢ncer (Alicia en la realidad, de Susanna Mart¨ªn e Isabel Francla, Norma), o hist¨®ricos, como la primera guerra de L¨ªbano (el excepcional Yo me acuerdo, de Zeina Abirached, Sins Entido), los asesinatos en Ciudad Ju¨¢rez (en 2009 lleg¨® la segunda edici¨®n de Luchadoras -Sins Entido-, de Peggy Adam) o la corrupci¨®n de la pol¨ªtica (El negocio de los negocios -Astiberri, 2009-, de Denis Robert y Laurient Astier).
"La fuerza de nuestra manera de representar la realidad es la primera persona", afirma Jose Sacco
"Nos hemos vuelto impermeables al sufrimiento. Los c¨®mics rompen este c¨ªrculo", dice Emmanuel Guibert
"La fantas¨ªa ha perdido su batalla contra la realidad", dice Art Spiegelman, el autor de Maus, en el documental de Mark Daniels Comic books go to war (2009). En su piso de Manhattan, Spiegelman vive la ca¨ªda de las Torres Gemelas. El cielo se le cae encima, junto con fantasmas que pensaba soterrados, ¨¦l que hab¨ªa contado la historia de su familia jud¨ªa acosada por los nazis como una caza entre gatos y ratones. "Hab¨ªa pasado los diez a?os precedentes a la entrada en el nuevo milenio evitando realizar tebeos, pero desde un cierto momento de 2002 hasta septiembre de 2003 no pude contenerme", cuenta en Sin la sombra de las torres (Norma). "Volv¨ªa a encontrarme suspendido en aquel punto donde entran en colisi¨®n la historia universal y la personal". Dark Horse, Chaos! , DC dedicaron entregas especiales al terrible atentado. Marvel sali¨® a las calles con una portada completamente negra. The Amazing Spider Man #36 representa a los superh¨¦roes, mitos invulnerables de virilidad y fuerza, impotentes frente el ataque de un enemigo imprevisto. Spiderman, Capit¨¢n Am¨¦rica, Daredevil, Doctor Doom y Magneto llegan tarde al Ground Zero. La realidad ha ganado a la fantas¨ªa. Art Spiegelman no est¨¢ solo. Un tel¨®n ver¨ªdico se tiende de fondo a las obras por im¨¢genes.
La ¨²ltima d¨¦cada conoce un fuerte auge de lo que los especialistas empiezan a llamar periodismo gr¨¢fico. Sin embargo, algunos ejemplos fundamentales de este g¨¦nero hab¨ªan visto la luz antes.
Los retratos humanos de Will Eisner, los escorzos underground de Robert Crumb, indagados y dibujados con una riqueza de detalles que roza el documento antropol¨®gico, abren la v¨ªa a Joe Sacco (Palestina y Goradze). El japon¨¦s Keiji Nakazawa necesit¨® 30 a?os para representar el horror sufrido en Ten¨ªa seis a?os cuando la bomba at¨®mica quem¨® a su familia y a todo el mundo que hab¨ªa conocido. "Ten¨ªa esas im¨¢genes grabadas en mi memoria y necesitaba ense?arlas", escribe Nakazawa (Hiroshima, Ediciones Mangaline, 7 vol¨²menes). Joe Kubert ha dibujado personajes cl¨¢sicos como Tex, Tarz¨¢n o Sargento Rock. Pero algo cambia cuando la guerra de los Balcanes irrumpe en su casa de Nueva York. Su amigo Ervin Rustemagic, productor y distribuidor de c¨®mics bosnio, se queda atrapado en la Sarajevo sitiada por los serbios y le va comunicando por telefax su infierno. Kubert dibuja aquellos despachos desde el frente, dibuja el terror y la esperanza, la angustia de un padre que quiere salvar a su familia en Fax from Sarajevo, de 1997. Marjane Satrapi, en 1999, elige el tebeo para contar su infancia en Ir¨¢n (Pers¨¦polis, Norma).
El siglo XXI recoge el desaf¨ªo de la realidad. "El arte de las vi?etas ha crecido muy lentamente", comenta David B. en BilBolBul, el festival de c¨®mics de Bolonia. "Naci¨® junto con el cine, pero mientras ¨¦ste fue considerado algo serio y digno desde el principio, el c¨®mic se qued¨® atrapado en el limbo de la diversi¨®n, bastante fr¨ªvola. ?sta era su percepci¨®n social. A finales de los a?os ochenta arranca su rescate". Los libros de dibujos se sacuden el estigma intelectual que les "condenaba a tratar aventuras ficticias, con personajes fant¨¢sticos y caricaturescos. El c¨®mic hoy se est¨¢ liberando", afirma Susanna Mart¨ªn.
En su edad de la raz¨®n, el tebeo intercepta la crisis de otro medio de expresi¨®n masivo, que hasta entonces hab¨ªa lucido la exclusiva en el testimonio de la realidad: el periodismo. "Los medios de comunicaci¨®n tradicionales pasan por momentos dif¨ªciles, no el periodismo", matiza Patrick de Saint-Exup¨¦ry, veterano reportero de Le Figaro, fundador y actual redactor jefe de la revista trimestral francesa XXI. En un gran formato coloreado, m¨¢s de 200 p¨¢ginas de reportajes con textos, fotograf¨ªas, ilustraciones y dibujos. Con apenas dos a?os de vida, vende 50.000 ejemplares. Saint-Exup¨¦ry tuvo la intuici¨®n de saciar con nuevos instrumentos formales la exigencia "de volver a las bases del periodismo, a la escritura narrativa. A las viejas pautas de: 'He ido, escuchado, visto, sentido y ahora te estoy contando esta historia porque creo que es importante". La apuesta por el periodismo gr¨¢fico es provocada "precisamente a causa del impasse de los medios tradicionales". La misma apuesta en Italia funciona en el semanal Internazionale, que env¨ªa a sus colaboradores dibujantes por el mundo y publica sus reportajes. Venden 100.000 ejemplares por semana.
Parece el castillo de los destinos cruzados: por una parte, el periodismo, que necesita volver al coraz¨®n del oficio; por otra, el c¨®mic, por fin considerado cre¨ªble, tras a?os vividos como g¨¦nero de segunda. La documentaci¨®n de la realidad encuentra en las tiras, en las vi?etas, una nueva v¨ªa de imaginar su futuro. Aparte del valor art¨ªstico y llamativo del c¨®mic, de la maquetaci¨®n que permite asumir en dosis proporcionadas im¨¢genes e informaci¨®n, hay algo intr¨ªnseco en el tebeo que lo hace particularmente apto para contar el mundo.
"La fuerza de nuestra manera de representar la realidad es la primera persona. Todos los yo que entran en la p¨¢gina hacen que el relato sea vivo, sentido. Quiz¨¢s no imparcial, pero s¨ª honesto", comenta Joe Sacco, que siempre se dibuja como un personaje m¨¢s de sus investigaciones de campo. "Estamos bombardeados por informaciones sobre la guerra. Esto nos provoca dos reacciones enfrentadas: paranoia y anestesia", afirma el franc¨¦s Emmanuel Guibert, tambi¨¦n en Bolonia invitado por BilBolBul. "Nos hemos vuelto impermeables al sufrimiento humano, por defensa o descuido. Los c¨®mics rompen este c¨ªrculo vicioso". Sus historietas, como la a¨²n in¨¦dita en Espa?a Des nouvelles d'Alain, sobre los gitanos del este de Europa y los Balcanes, paran de golpe el r¨ªo fragoroso de la informaci¨®n. Se acercan hasta enfocar un detalle, a una persona, entrar en ello y usarlo como punto de vista para documentar lo que ocurre. La mirilla puede ser el mismo autor, como en el caso de Sacco, curioso, desubicado, humilde recogedor de historias. Puede ser un amigo que recuerda la II Guerra Mundial (La guerra de Alan, Emmanuel Guibert, Ponent Mon, 3 vol¨²menes). "Mi libro es fruto de la experiencia de mi amigo reportero Didier Lef¨¨vre. Se llama El Fot¨®grafo y no Afganist¨¢n, 1986", ejemplifica Guibert hablando de su obra maestra. Patrick Chappatte se dibuja mientras construye sus espl¨¦ndidos reportajes para el Herald Tribune y Le Temps. Siempre acompa?a al lector de la mano de una persona amiga, con su nombre, sus sue?os y miserias. Como Bruno, que por la noche vigila una mansi¨®n rica, por el d¨ªa vive en una chabola en la periferia de Nairobi (Les vies des autres, in¨¦dito en Espa?a, se puede ver en www.bdreportage.com).
El reportero gr¨¢fico puede confesar tener fr¨ªo, estar asustado o no entender las contradicciones de una situaci¨®n. "Gracias a la personalizaci¨®n, el lector se identifica y se acuerda de un c¨®mic m¨¢s que de un fr¨ªo art¨ªculo", afirma Guibert. Los salones vac¨ªos de hotel dibujados por Guy Delisle en PyonYang (Astiberri, 2009) describen la dictadura norcoreana mejor que miles de palabras en una revista. Las manifestaciones de los maestros mexicanos se hacen comprensibles gracias a que Peter Kuper empez¨® "a ir de manera regular a la ciudad y a enviar correos electr¨®nicos ilustrados que detallaban la realidad como yo la experimentaba", escribe en Diario de Oaxaca (Sexto Piso, 2009). La espera de Nicolas Wild en un hospital de Jalalabad cuenta en una sola plancha la extensi¨®n del opio en esa sociedad: un hombre alivia las penas de un enfermo con unos gramos de droga: "No tengo dinero para la morfina", se justifica en Kabul Disco (Ponent Mon, 2009).
Reporteros que van, ven, escuchan y cuentan. No pretenden comprender o juzgar. Usan su piel, sus ojos y o¨ªdos. Los cinco sentidos del periodista, dir¨ªa Ryszard Kapuscinski, y sobre todo el sexto: la humildad, que se fija en los hombres. En los que, bajo el juego de poder, declaraciones y armas, siempre pierden. Las batallas de los superh¨¦roes invulnerables quedan lejos, en otro universo. Como los dioses del Olimpo. Como en un inveros¨ªmil pa¨ªs de las maravillas.
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