?Colapso total!
En dos palabras: los toreros y el ganadero cosecharon un estrepitoso fracaso de los que no tienen nombre. Los tres salen de la feria sin puntilla, sin cr¨¦dito, sin esperanza. Los dos primeros, j¨®venes espadas con serias aspiraciones, avalados por una trayectoria ganada a pulso, valientes y poderosos, vagaron como almas en pena, en la m¨¢s pura desolaci¨®n, sin ideas, sin recursos, sin capacidad. No es f¨¢cil estar peor. No es f¨¢cil ofrecer una imagen m¨¢s pat¨¦tica que la que ayer mostraron Miguel ?ngel Perera, desconocido, fuera de sitio, sin ¨¢nimo, vulgar¨ªsimo, como una sombra de lo que ha sido; y Daniel Luque, haciendo de tripas coraz¨®n para superar una monta?a infranqueable para sus posibilidades actuales; muy pesado y destemplado, perdido toda la tarde. Muy grave lo de esta pareja, que se anunci¨® en la feria en un mano a mano que ha quedado descafeinado, sin gracia y sin argumentos.
FUENTE YMBRO / PERERA, LUQUE
Toros del Fuente Ymbro, -el quinto, devuelto- correctos de presentaci¨®n y absolutamente inv¨¢lidos; nobles tercero y quinto.
Miguel ?ngel Perera: media muy trasera (silencio); pinchazo y estocada (palmas); estocada trasera -aviso- y un descabello (pitos).
Daniel Luque: pinchazo y casi entera trasera (silencio); casi entera trasera y dos descabellos (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio).
Plaza de La Maestranza. 23 de abril. 16? corrida de abono. Lleno.
No hay toro. Mejor dicho, hay un suced¨¢neo descafeinado
No existen toreros para ese nuevo toro. Esa raspa borreguil exige un artista
No es menos serio lo del ganadero, otrora representante del toro vibrante, codicioso y encastado, y que ha entrado de ello en el club de los criadores de animales enfermizos, noqueados y lisiados desde la salida por la puerta de chiqueros. S¨®lo el quinto volvi¨® a los corrales, pero le pod¨ªan haber seguido los dem¨¢s. Todos ofrecieron una imagen bochornosa e incomprensible. Se supone -vana quimera- que el presidente del festejo habr¨¢ ordenado que se analicen las v¨ªsceras de la corrida completa a tenor del comportamiento irregular de los seis astados. Y si hubiera que elegir a uno en especial, ah¨ª est¨¢ el muy sospechoso comportamiento del sexto: a la salida de un capotazo de Luque sali¨® trastabillado y se despanzurr¨® en el albero; volvi¨® a desplomarse al cuarto muletazo y se ech¨® tras dos pinchazos, aunque lo levantaron tir¨¢ndole del rabo en una imagen pat¨¦tica. ?Enfermos? Es la autoridad la que tiene la obligaci¨®n de ofrecer explicaciones. Pero no las habr¨¢. Se admiten apuestas.
A tenor de lo visto, la fiesta sufre un colapso total. O sobra el toro, o sobran los toreros o sobra el p¨²blico. O sobran todos, y lo correcto es cerrar las puertas durante el tiempo necesario para poner orden en un espect¨¢culo desestructurado, y que, en modo alguno, responde a los planteamientos que justificaron su nacimiento.
No hay toro. Mejor dicho, existe un suced¨¢neo descafeinado al que han despose¨ªdo de todas las caracter¨ªsticas propias de la raza. El toro fiero, encastado y poderoso pertenece a los anales de la historia. Las exigencias de las figuras, la desprofesionalizaci¨®n y desuni¨®n de los ganaderos y los nuevos gustos del p¨²blico han creado un animal feble, sin raza y sin acometividad; un peluche bonito y bonancible que no molesta y al que hay que cuidar para que no se descomponga. En la b¨²squeda infatigable de ese monstruo aparece el animal inv¨¢lido y noqueado, el descastado y el que desprende insoportable soser¨ªa.
No existen toreros para ese nuevo toro. Porque esa raspa indecorosa y borreguil exige que la toree un artista, alguien capaz de emocionar con el carret¨®n de entrenamiento. Y esa suerte s¨®lo la tienen algunos desde la cuna. La personalidad, el pellizco y el sentimiento no se pueden aprender.
No existe la afici¨®n. La fiesta sigue existiendo gracias al p¨²blico de ferias, pleno desconocedor de lo que ocurre en el ruedo, pero buen pagador en taquilla. A este nuevo aficionado no le interesa la lidia, ni el torero poderoso ni t¨¦cnico. S¨®lo le gusta el arte, entendiendo por ello las posturas aflamencadas y alg¨²n destello perdido de inspiraci¨®n.
Ayer hubo dos toros inv¨¢lidos y noblotes en la muleta, tercero y quinto, y Perera, que no es artista, naufrag¨® sin paliativos.
Nos encontramos, pues, en un callej¨®n sin salida. Toros toreables escasean; toreros con personalidad hay que buscarlos con lupa. Hace tiempo, adem¨¢s, que se perdi¨® la lidia. Los interesados, -toreros, ganaderos, empresarios y taurinos en general- deber¨ªan dar un paso al frente de honradez y responsabilidad. Pero ¨¦sa es una quimera tan vana como que el presidente ordene el an¨¢lisis de las v¨ªsceras.
Babelia
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