Apenas unos metros de utop¨ªa
S¨®lo 12 hotelitos del finisecular Madrid Moderno resisten a la especulaci¨®n
Al final de la calle Roma, que va a morir a Las Ventas, hay unas casas muy monas, sacadas de otro planeta. Construidas entre finales del siglo XIX y principios del XX formaban parte del que iba a ser, seg¨²n el proyecto, "el m¨¢s europeo de los barrios madrile?os", el Madrid Moderno, una utop¨ªa que miraba al extranjero y so?aba con un extrarradio habitable y tranquilo "para recreo y solaz de sus habitantes". Lleg¨® a haber casi un centenar de estos "hotelitos" en la zona, colocados en hileras. Hoy s¨®lo queda una docena, en las calles Roma y Castelar, atrapados entre anodinos edificios de pisos setenteros. Algunos est¨¢n apunto de caerse, otros, irreconocibles tras una mata de hiedra, pero un pu?ado sobreviven, coloristas, exc¨¦ntricos, delicadamente restaurados.
"El modernismo reflejaba la preocupaci¨®n por la vivienda higi¨¦nica"
"Como tantas cosas en esta ciudad, ese estilo desapareci¨® por la especulaci¨®n"
De su aire centroeuropeo destacan unos miradores de madera apoyados sobre finas columnas de hierro fundido. Al final de cada hilera hab¨ªa un fantasioso torre¨®n con esferas de colores; s¨®lo queda uno, lo reconocer¨¢n porque es la versi¨®n mini de la Casa de Las Bolas de la calle Goya, obra del mismo arquitecto, Juli¨¢n Mar¨ªn. Las fachadas neomud¨¦jares hacen dibujos con el ladrillo y los azulejos de colores. Algunos tienen nombre -Villa Gloria, Villa Conchita, Villa Sara- y de sus miradores cuelga un farolillo que avisa de que el vecino est¨¢ en casa.
Teresa Requena tiene la luz de la casa en la que naci¨® encendida. Se asoma a la cancela de su min¨²sculo pero precioso jard¨ªn de entrada para recordar que "en tiempos", cuando era ni?a, la calle era privada y sal¨ªa a jugar sin coches. "Enfrente hab¨ªa una ristra de chal¨¦s preciosos...", dice desde su isla, "los tiraron todos, fue un crimen". En lo que esta profesora de piano llama "el torre¨®n", tiene el equipo de m¨²sica y el caballete.
En el mirador vecino, Jes¨²s S¨¢nchez, de 34 a?os, tiene el ordenador y un archivo del que saca las escrituras de 1902 de la que fue la casa de su t¨ªa bisabuela. "Hotel sito en la zona de extrarradio", lee el documento, "valorado en 13.600 pesetas". Ahora est¨¢ divido en tres "pisos normales", que no conservan "los suelos entarimados, fogones vestidos de azulejos y paredes de papel pintado" que constan en el proyecto. Los vecinos comparten historias: siempre hay alguien en la puerta sacando fotos y les preguntan incesantemente si venden o alquilan... Tambi¨¦n cuentan lo dif¨ªcil que resulta mantener un inmueble as¨ª: "Hay que conservar los elementos originales de la fachada, pero no existen ayudas p¨²blicas", se quejan. Por dentro, han tenido que cambiar tuber¨ªas y calefacciones obsoletas, que en su momento, sin embargo, fueron un hito de progreso.
"El Madrid Moderno representaba la preocupaci¨®n de la ¨¦poca por la vivienda higi¨¦nica y las clases medias", explica la doctora en Historia del Arte Paloma Barreiro. "Fue una de las soluciones ut¨®picas al hacinamiento y la insalubridad del extrarradio". En 1888, el promotor Santos Pinela decidi¨® hacer realidad en unos terrenos de su propiedad las ideas urban¨ªsticas de pol¨ªticos liberales como Segismundo Moret, Alberto Aguilera o Castelar.
El proyecto de Juli¨¢n Mar¨ªn se empez¨® a construir sin licencia, auspiciado por el Partido Liberal en el poder. Con 32 hotelitos construidos y 45 en obras, los conservadores llegaron al gobierno y pararon la obra. Tras a?os de litigios, el contratista Francisco Navacerrada se hizo con los terrenos, los legaliz¨® y se cambi¨® de arquitecto. Aparte del esc¨¢ndalo pol¨ªtico, la est¨¦tica del barrio tambi¨¦n despert¨® alguna cr¨ªtica. El cronista Pedro Repide escribi¨® en 1925 que los chal¨¦s fueron "muy ¨²tiles para mejorar la cuesti¨®n de la vivienda", pero describi¨® el estilo de Mar¨ªn como "un tanto chocarrero". Azor¨ªn fue m¨¢s lejos: "Todo chill¨®n, peque?o, presuntuoso, de una vanidad cacareante, propia de un pueblo de tenderos y bur¨®cratas", dijo del barrio.
Quiz¨¢s no al gusto de todos, pero este pu?ado de casas desubicadas junto a la Plaza de Toros, es uno de los pocos ejemplos de vivienda modernista de Madrid. "Como tantas cosas de esta ciudad, el Madrid Moderno desapareci¨® por culpa de la especulaci¨®n", explica Barreiro. "Puede que sobrevivan algunos hotelitos, pero el concepto urban¨ªstico ya se ha perdido; lo importante era el conjunto, lo que queda es una reliquia".
Atardece en la calle Roma y pasa Manolo Amago, el sereno del barrio, recogiendo las basuras. Lleva ejerciendo su puesto desde 1956. Unas calles m¨¢s all¨¢ le han puesto una placa que le honra como "el ¨²ltimo sereno de Madrid". ?l tambi¨¦n es una reliquia.
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