Amuletos
De repente me he dado cuenta de que me faltaba mi peque?o amuleto. No les voy a contar de qu¨¦ se trata ya que la superstici¨®n me dice que nunca hay que contar en qu¨¦ se consisten estos temas, al menos, si pretendemos mantener sus poderes m¨¢gicos. Hace unos d¨ªas, mis amigos cul¨¦s me propon¨ªan que estuviera en Barcelona para intentar repetir los efectos de mi presencia en Stamford Bridge en la semifinal del a?o pasado. Decid¨ª, tras un gran esfuerzo al pensar que el resultado de esta eliminatoria clave estaba en mis manos y eso me parec¨ªa demasiada responsabilidad, que me iba a quedar en casa. Decid¨ª que no quer¨ªa disponer de tantos poderes m¨¢gicos y que prefer¨ªa seguir convencido de que mis poderes no van m¨¢s all¨¢ de aportar mi energ¨ªa positiva y eso, definitivamente, conclu¨ª que lo pod¨ªa hacer desde casa.
Lo que s¨¦ es que este Bar?a me ha hecho disfrutar tanto que voy a brindar con cava
Y me permito imaginar a los seguidores cul¨¦s de todo el mundo, creando su propio entorno m¨¢gico all¨ª donde est¨¦n. Me los imagino repitiendo aquello que hicieron el d¨ªa en el que Andr¨¦s Iniesta pas¨® a la colecci¨®n de goles inolvidables y los que son m¨¢s veteranos en las gradas del Camp Nou, tal vez, se hayan visto calcando lo que hicieron en el d¨ªa de la remontada contra el Gotemburgo, cada uno tiene su m¨¦todo, su propia rutina de efecto infalible.
Y en todo esto me he entretenido en este largo d¨ªa de abril, d¨ªa de calor propio de una final, d¨ªa de mensajes de ¨¢nimo y de respuestas llenas de optimismo, d¨ªa lleno de pron¨®sticos y de adivinanzas, d¨ªa cul¨¦ del: "?Y t¨² crees que es posible?"
Y eso mismo me iba preguntando seg¨²n se acercaba el final del partido y ve¨ªa al Inter defender ordenado, nada presionado, con la seguridad de los grandes especialistas, mientras el Bar?a segu¨ªan tirando del hilo, ense?¨¢ndole la pelota por un lado a los italianos para ver si picaban y aparec¨ªa un hueco, un palmo de terreno, desde el cual perforar la porter¨ªa de Julio C¨¦sar.
Siempre les he dicho que estos partidos se deciden en los detalles m¨¢s peque?os pero ayer tuve la sensaci¨®n de que esta vez la diferencia vendr¨ªa marcada por una insoportable levedad, un aire, un resbal¨®n, una tos a destiempo. ?Cuesti¨®n de suerte? Yo dir¨ªa m¨¢s de eficacia, yo dir¨ªa m¨¢s que el asunto estuvo en que Julio C¨¦sar se hubiera cortado las u?as antes del partido lo que le hubiera impedido llegar a aquella pelota que Messi hab¨ªa enviado combada junto al palo, esa que hemos visto tantas veces besar la red y abrir el m¨¢s inviolable cerrojo. Solo se lo hab¨ªa visto hacer a Palop y su imagen se me ha aparecido para traerme a la mente el recuerdo de aquel partido que llevaba al Sevilla a la siguiente eliminatoria y dejaba al Bar?a fuera de una competici¨®n por primera vez en muchos meses.
Y poco a poco, demasiado r¨¢pido para m¨ª, seguro que muy lento si es usted interista, el partido se ha ido al descuento con el Bar?a buscando un sucesor de Iniesta y yo buscando si era posible encender alg¨²n cirio m¨¢gico ahora que hasta se puede lograr desde Internet. No he encontrado el amuleto correcto, no estar¨¢ el Bar?a en la final, no s¨¦ si esto me debe llevar a una recomposici¨®n de mis agentes m¨¢gicos.
Lo que si s¨¦ es que este equipo me ha hecho disfrutar tanto, me ha dado tantos motivos para la felicidad en un tiempo lleno de oscuras sombras econ¨®micas que me voy a abrir la botella de cava que ten¨ªa preparada para celebrar el pase a la final.
Ya les dije que el asunto de los derrotados me tiene ganada el alma.
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