Pase lo que pase
Camps y su Gobierno deber¨ªan dimitir. Por voluntad propia o forzados por Rajoy, poco importa. Pero no lo har¨¢n.
La dimisi¨®n se impone cuando se es consciente de que la pervivencia, la viabilidad y por ende el prestigio del sistema democr¨¢tico y las instituciones que lo sustentan, est¨¢n por encima de la propia supervivencia pol¨ªtica, la propia reputaci¨®n e incluso el convencimiento de la propia inocencia. La historia est¨¢ repleta de ejemplos de hombres y mujeres que entendieron coherente con su tarea de servidores p¨²blicos, la obligaci¨®n de salvaguardar la necesaria honorabilidad de las instituciones que representaban aun cuando en el ¨¢mbito de lo penal no les fuera exigible responsabilidad alguna. Pero Rajoy y aquellos que secundan su doctrina, al igual que Camps y aquellos a quienes esta doctrina ampara, no comparten porque probablemente tampoco entienden, la cultura pol¨ªtica que inspira este tipo de decisiones.
La convicci¨®n de creerse impunes aliment¨® la trama corrupta que corroe la democracia valenciana
Por lo visto hasta ahora, para la derecha de este pa¨ªs el sistema democr¨¢tico no es m¨¢s que una coartada impuesta por la historia, cuya mejor utilidad es encubrir un ¨²nico prop¨®sito: detentar el poder pol¨ªtico del que se consideran leg¨ªtimos propietarios. La democracia es, en el mejor de los casos, un mal menor que est¨¢n dispuestos a asumir. El sistema se convierte, si la situaci¨®n lo requiere, en un parapeto, un confortable b¨²nker en cuyo s¨®tano es posible construir un tupido laberinto burocr¨¢tico en el que desaparecer en busca de la impunidad. Camps no teme por el irreparable da?o que supone para la credibilidad de las instituciones aferrarse a un cargo que no ejerce por incomparecencia. Su aprecio por la instituci¨®n que preside se limita a la utilidad que en su propio beneficio le pueda reportar. A nadie en el PP parece importarle en qu¨¦ quedar¨¢ el autogobierno valenciano despu¨¦s de hacerse p¨²blica la relaci¨®n entre el presidente del Gobierno de la Generalitat valenciana, ocho consellers, la presidenta de las Cortes, la Direcci¨®n General de la Radio Televisi¨®n Valenciana y m¨¢s de veinte altos cargos de este Gobierno con la trama G¨¹rtel. No les escandaliza aquello que tienen por "natural" porque confunden G¨¹rtel con el sistema, como antes confundieron lo p¨²blico con lo privado.
Espa?a necesita una derecha homologable a los est¨¢ndares europeos. Una derecha necesaria para que se produzca con normalidad una sana alternancia pol¨ªtica, fruto de una dial¨¦ctica constructiva entre las dos principales tendencias ideol¨®gicas presentes en nuestro pa¨ªs. La b¨²squeda de la equilibrada s¨ªntesis entre lo individual y lo colectivo, entre la igualdad y la libertad, entre lo p¨²blico y lo privado, entre la raz¨®n y la fe, requiere de actores que entiendan que preservar el marco en el que se materializa ese di¨¢logo est¨¢ por encima de la prevalencia de la tesis que se defiende.
En Espa?a, sin embargo, se consolida una derecha adicta a las teor¨ªas conspirativas como ¨²nica explicaci¨®n para sus derrotas electorales. Su acci¨®n pol¨ªtica fluct¨²a entre la deslegitimaci¨®n del sistema cuando el resultado le es adverso y la debilitaci¨®n de los mecanismos de control del mismo cuando ejerce leg¨ªtimamente el poder. Manipulan, destruyen el prestigio de las televisiones p¨²blicas para conseguir la invisibilizaci¨®n del adversario. Vac¨ªan de contenido los Parlamentos y amenazan a la sociedad civil con la excomuni¨®n patri¨®tica ante el menor atisbo de disidencia, como hemos podido ver en el caso del Cabanyal.
Nada de esto pretende excusar, pero s¨ª explicar y situar en su justo contexto, la situaci¨®n de la oposici¨®n pol¨ªtica valenciana. Han sido no pocos y algunos sin duda importantes, los errores cometidos por los socialistas valencianos desde que en 1995 la decisi¨®n democr¨¢tica de la ciudadan¨ªa situ¨® al PP al frente del Gobierno de la Generalitat. Estos errores han contribuido, en su justa medida, a conformar un contexto pol¨ªtico an¨®malo, casi de partido ¨²nico, que hoy sufre nuestra sociedad. Pero la realidad es que la oposici¨®n democr¨¢tica valenciana combate hoy, m¨¢s que a un Gobierno democr¨¢tico, a un r¨¦gimen pol¨ªtico, cuya legitimidad electoral est¨¢ seriamente cuestionada por los cerca de dos mil millones de las antiguas pesetas que al parecer la trama gast¨® en la pasada campa?a electoral del PP en la Comunidad Valenciana. Y eso es s¨®lo lo que sabemos hasta hoy.
Soy el primer convencido de que no ser¨¢ G¨¹rtel quien propicie un cambio de Gobierno en mi comunidad. Ser¨¢, y as¨ª ha de ser, la visualizaci¨®n de una alternativa cre¨ªble ante la ciudadan¨ªa. Los socialistas valencianos tenemos la responsabilidad de construir y proponer otra opci¨®n de Gobierno, sin duda. Pero nada de ingenuidades. Es imposible valorar lo que no se conoce, al igual que es imposible conocer aquello que no ha sido comunicado, y la responsabilidad p¨²blica de comunicar en mi comunidad, con alguna heroica excepci¨®n, est¨¢ en manos de aquellos que tramaron, consintieron, ampararon y se beneficiaron econ¨®mica y pol¨ªticamente de la trama G¨¹rtel.
Combatir, denunciar y depurar las responsabilidades derivadas del conocimiento de esta trama no es una opci¨®n que podamos desestimar atendiendo a lo que indique tal o cual encuesta. Es imprescindible restituir un marco formal que dote de credibilidad a nuestras instituciones como paso previo para determinar qu¨¦ pol¨ªticas impulsar desde estas. Interrogarse sobre si a la oposici¨®n le conviene o no hablar de G¨¹rtel, o sobre si dar¨¢ o no r¨¦dito electoral, o por qu¨¦ el electorado no castiga a los corruptos, es no haber entendido la aut¨¦ntica naturaleza de la corrupci¨®n que nos afecta. La convicci¨®n de creerse impunes aliment¨® la trama corrupta que hoy corroe la democracia valenciana y no combatirla no es una alternativa aceptable para un dem¨®crata. Es nuestra responsabilidad ineludible restituir la credibilidad del sistema. Por eso, ?ngel Luna, como en otras tantas ocasiones, pregunt¨® el pasado jueves en la sesi¨®n de control al president por el caso G¨¹rtel. Por eso los diputados y diputadas de mi partido ejercer¨¢n su responsabilidad democr¨¢tica y continuar¨¢n defendiendo la prevalencia de las reglas de juego democr¨¢tico y la vigencia de ideas tan antiguas y b¨¢sicas como la honradez y la ¨¦tica en el ¨¢mbito de lo p¨²blico. Porque no hay opci¨®n. Pase lo que pase.
Jorge Alarte es secretario general de los socialistas valencianos.
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