La trampa del euro
No hace tanto, los economistas europeos sol¨ªan burlarse de sus hom¨®logos estadounidenses por haber cuestionado la sensatez de la marcha de Europa hacia la uni¨®n monetaria. "En general", afirmaba un art¨ªculo publicado el pasado enero sin ir m¨¢s lejos, "el euro ha funcionado, hasta ahora, mucho mejor de lo que muchos economistas estadounidenses hab¨ªan pronosticado".
Vaya. El art¨ªculo resum¨ªa las opiniones de los euroesc¨¦pticos con la frase: "No puede suceder, no es buena idea, no durar¨¢". Bueno, s¨ª que sucedi¨®, pero ahora mismo parece que realmente fue una mala idea por exactamente los mismos motivos expuestos por los esc¨¦pticos. Y respecto a si durar¨¢... De pronto, eso parece una interrogaci¨®n abierta.
Durante a?os, salarios y precios subieron m¨¢s deprisa en los pa¨ªses ahora en crisis
Para comprender el l¨ªo del euro -y la lecci¨®n que nos ense?a a los dem¨¢s- hay que ver m¨¢s all¨¢ de los titulares. Ahora mismo, todo el mundo se centra en la deuda p¨²blica, lo que puede hacer que esto parezca una simple historia de Gobiernos que no pueden controlar sus gastos. Pero eso es s¨®lo parte de la historia de Grecia, mucho menos en el caso de Portugal, y para nada la historia de Espa?a.
El hecho es que, hace tres a?os, ninguno de los pa¨ªses que ahora est¨¢n en crisis o casi parec¨ªan tener problemas fiscales graves. Ni siquiera el d¨¦ficit presupuestario de Grecia en 2007, expresado como porcentaje del PIB, era mayor que los d¨¦ficits que registr¨® Estados Unidos a mediados de los ochenta (?el nuevo amanecer de EE UU!), mientras que Espa?a ten¨ªa de hecho super¨¢vit. Y los tres pa¨ªses atra¨ªan grandes flujos de capital extranjero, en gran parte porque los mercados cre¨ªan que el hecho de pertenecer a la zona euro convert¨ªa las obligaciones griegas, portuguesas y espa?olas en inversiones seguras.
Luego, lleg¨® la crisis financiera mundial. Esas entradas de capital se agotaron; los ingresos se hundieron y los d¨¦ficits se dispararon; y ser miembro de la zona euro, hecho que hab¨ªa animado a los mercados a amar a los pa¨ªses ahora en crisis de forma intensa pero insensata, se convirti¨® en una trampa.
?En qu¨¦ consiste esa trampa? Durante los a?os del dinero f¨¢cil, los salarios y los precios subieron mucho m¨¢s deprisa en los pa¨ªses ahora en crisis que en el resto de Europa. Ahora que el dinero ya no entra a espuertas, esos pa¨ªses tienen que volver a controlar los costes.
Pero es mucho m¨¢s dif¨ªcil hacer eso ahora que cuando cada pa¨ªs europeo ten¨ªa su propia moneda. En aquel entonces, los costes pod¨ªan controlarse ajustando los tipos de cambio (por ejemplo, para recortar sus salarios respecto a los salarios alemanes, Grecia no ten¨ªa m¨¢s que reducir el valor del dracma frente al del marco alem¨¢n). Sin embargo, ahora que Grecia y Alemania comparten la misma moneda, la ¨²nica forma de reducir los costes relativos de Grecia es una combinaci¨®n de inflaci¨®n alemana y deflaci¨®n griega. Y dado que Alemania no va a aceptar la inflaci¨®n, la soluci¨®n es la deflaci¨®n.
El problema es que la deflaci¨®n -la bajada de los salarios y los precios- es siempre y en cualquier lugar un proceso tremendamente doloroso. Inevitablemente, conlleva una crisis prolongada con altas tasas de paro. Y tambi¨¦n agrava los problemas de la deuda, tanto p¨²blica como privada, porque los ingresos se reducen mientras que la carga de la deuda no lo hace.
De ah¨ª la crisis. Las desgracias fiscales de Grecia ser¨ªan graves pero probablemente controlables si las perspectivas de la econom¨ªa griega para los pr¨®ximos a?os pareciesen al menos moderadamente favorables. Pero no es as¨ª. A principios de esta semana, cuando rebaj¨® la calificaci¨®n de la deuda griega, Standard & Poor's indic¨® que el valor en euros del PIB griego podr¨ªa no volver a su nivel de 2008 hasta 2017, lo que significa que no hay esperanzas de que el crecimiento saque a Grecia del atolladero.
Todo esto es justamente lo que tem¨ªan los euroesc¨¦pticos. El hecho de renunciar a la posibilidad de ajustar los tipos de cambio, advert¨ªan, propiciar¨¢ crisis futuras. Y as¨ª ha sido.
Entonces, ?qu¨¦ va a pasar con el euro? Hasta hace poco, la mayor¨ªa de los analistas, incluso yo mismo, pensaban que una ruptura del euro era pr¨¢cticamente imposible, dado que cualquier Gobierno que se atreviese siquiera a insinuar que se estaba planteando abandonar el euro estar¨ªa fomentando una retirada masiva de dep¨®sitos de sus bancos. Pero si los pa¨ªses en crisis se ven incapaces de pagar sus deudas, probablemente se enfrenten a graves espantadas de los bancos de todos modos, lo que les obligar¨ªa a tomar medidas de emergencia como restricciones temporales a la hora de retirar dinero de los bancos. Esto dejar¨ªa abierta la puerta a la salida del euro.
As¨ª que, ?est¨¢ el propio euro en peligro? En una palabra, s¨ª. Si los dirigentes europeos no empiezan a actuar de manera mucho m¨¢s en¨¦rgica, proporcion¨¢ndole a Grecia la ayuda suficiente para evitar lo peor, es muy posible que se produzca una reacci¨®n en cadena que empiece con el impago griego y termine causando muchos m¨¢s estragos. Mientras tanto, ?qu¨¦ lecci¨®n podemos aprender los dem¨¢s? Los halcones del d¨¦ficit ya est¨¢n tratando de apropiarse de la crisis europea, present¨¢ndola como un ejemplo pr¨¢ctico de los peligros de los n¨²meros rojos en las cuentas p¨²blicas. Sin embargo, lo que la crisis realmente demuestra es lo peligroso que es ponerse uno mismo una camisa de fuerza pol¨ªtica. Cuando se unieron al euro, los gobiernos de Grecia, Portugal y Espa?a se negaron a s¨ª mismos la posibilidad de hacer algunas cosas malas, como imprimir demasiado papel moneda; pero tambi¨¦n se privaron de la capacidad de responder con flexibilidad ante los acontecimientos. Y cuando la crisis golpea, los Gobiernos tienen que ser capaces de actuar. Eso es lo que olvidaron los arquitectos del euro, y lo que el resto de nosotros tenemos que recordar.
Paul Krugman fue Premio Nobel de Econom¨ªa en el a?o 2008.
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