Un cable de fibra ¨®ptica permiti¨® hallar a las v¨ªctimas de la T-4 entre escombros
Uno de los etarras ten¨ªa el n¨²mero de los bomberos para avisar del atentado
"Una planta cay¨® sobre la otra. Cada encofrado colaps¨® sobre el del piso inferior y el parking qued¨® como un libro". As¨ª describi¨® en la Audiencia Nacional los destrozos que caus¨® la furgoneta bomba colocada por ETA en el aparcamiento B de la T-4 de Barajas uno de los polic¨ªas que llegaron al lugar de los hechos apenas 15 minutos despu¨¦s de la explosi¨®n. Debajo de ese mar de escombros al que quedaron reducidos 5.300 de los 9.000 metros cuadrados del edificio, quedaron los cuerpos sin vida de los ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio. La devastaci¨®n era tal, que los bomberos tuvieron que recurrir al cable de fibra ¨®ptica para tratar de localizar los cuerpos introduci¨¦ndolo por las rendijas.
Los terroristas se niegan a declarar ante la Audiencia y alegan torturas
El atentado, que acab¨® con el ¨²ltimo proceso de paz con ETA, fue el 30 de diciembre de 2006, pero el cad¨¢ver de Palate no apareci¨® hasta cuatro d¨ªas despu¨¦s. El de Estacio fue hallado el d¨ªa de Reyes.
Los testimonios de la primera jornada por el juicio del atentado pusieron de manifiesto la penosidad con la que los investigadores comenzaron a realizar su trabajo. Los presuntos autores del atentado, Mattin Sarasola, Igor Portu y Mikel San Sebasti¨¢n, se negaron a declarar. El fiscal pide para cada uno de ellos 900 a?os de c¨¢rcel por dos asesinatos consumados, el intento de otros 41 y estragos terroristas, pero ellos prefirieron despreciar a la Audiencia Nacional calific¨¢ndola de "fascista". Portu s¨®lo abri¨® la boca para afirmar que todo lo que hab¨ªa declarado lo dijo "bajo torturas". La fiscal¨ªa de Guip¨²zcoa pide prisi¨®n para cuatro de los guardias civiles que participaron en su detenci¨®n y en la de Sarasola. Al primero le rompieron tres costillas mientras que al segundo le pusieron una pistola en la sien una vez esposado, seg¨²n un escrito presentado en febrero.
Ayer, antes del inicio del juicio por la muerte de Estacio y Palate, el tribunal admiti¨® una nueva prueba. Se trata de un informe del instituto armado que analiza la escritura de una nota adhesiva con dos n¨²meros de tel¨¦fono del parque de bomberos de Madrid al que los etarras llamaron para avisar de la colocaci¨®n de la bomba. Los agentes concluyen que ese papel, que apareci¨® durante el registro del domicilio de Mikel San Sebasti¨¢n en Lesaka (Navarra), lo hab¨ªa escrito ¨¦l mismo de su pu?o y letra.
El resto de polic¨ªas que declararon ayer -nacionales y locales- narraron las prisas con las que desalojaron los aparcamientos antes del estallido. El instructor de las primeras diligencias cont¨® que los terroristas dieron mal la matr¨ªcula, aunque a pesar de ello uno de los agentes de la comisar¨ªa del aeropuerto localiz¨® la furgoneta 11 minutos antes de que explotara. "La placa ten¨ªa los mismos n¨²meros, pero dos de ellos bailaban", cont¨® ayer al tribunal.
Tambi¨¦n hubo problemas de comunicaci¨®n entre los distintos cuerpos de segurida. Una agente municipal cont¨® c¨®mo la bomba revent¨® a 30 metros de donde se encontraba desalojando viajeros, caus¨¢ndole un esguince cervical y una hernia discal de la que tuvo que operarse. Su incipiente gestaci¨®n, que en ese momento no conoc¨ªa, se convirti¨® en "embarazo de riesgo". "No ten¨ªamos conocimiento de cu¨¢ndo se iba a producir la explosi¨®n", concluy¨®.
"Se comunicaban silbando"
La furgoneta Renault Traffic que hizo estallar ETA en Barajas fue robada tres d¨ªas antes del atentado en la estaci¨®n de esqu¨ª francesa de Luz Ardiden. Su propietario, Iker Lascurain, al que los etarras retuvieron hasta que se produjo la explosi¨®n, cont¨® ayer al tribunal c¨®mo permaneci¨® "aterrado" durante todo su secuestro.
"Ser¨ªan las siete u ocho de la tarde. De repente entraron tres personas cubiertas con capuchas en la furgoneta. Una me apunt¨® a la cara con una pistola negra y me dijo que me diera la vuelta", cont¨® Lascurain a preguntas del fiscal Daniel Campos. "Despu¨¦s me pusieron una capucha, me esposaron por detr¨¢s y me tumbaron en la cama. Dijeron que eran de ETA, pero que no me iba a pasar nada".
Uno de los etarras comenz¨® a conducir y tras una hora de trayecto metieron al secuestrado en un coche. "Lo s¨¦ porque me tuve que agachar para entrar en ¨¦l", afirm¨®. Viajando de un sitio a otro estuvieron tres d¨ªas. S¨®lo uno de ellos le hablaba y el resto se comunicaba con silbidos. "Cada cierto tiempo me dec¨ªa que esto no era un juego y me tocaban con la pistola. Insist¨ªa en que no contara nada y que no hablara con nadie. Dec¨ªa que el 31 de diciembre estar¨ªa en casa". La ma?ana del 30 de diciembre, tras el atentado, lo dejaron en un bosque con una radio y le dijeron que se marchara cuando el locutor dijera que eran las 11. "Me dije voy a hacer lo que me digan y punto, ya ten¨ªa paranoias".
La declaraci¨®n de Lascurain fue interrumpida por el presidente del tribunal, Alfonso Guevara, que le recrimin¨® que tuteara al fiscal, sin que este se hubiera quejado. El secuestrado pidi¨® perd¨®n, pero el magistrado volvi¨® a rega?arle ante el asombro del p¨²blico.
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