Tibur¨®n ¨¢vido de sangre
Cual tibur¨®n, el mercado financiero busca sangre. Casi se zamp¨® a Grecia. Pero no suelta su presa, que parec¨ªa lo l¨®gico, mientras hinca la dentadura en otras mayores. S¨®lo porque, culminada con dolor y muerte la cirug¨ªa en Atenas, quedan a¨²n, dispersos, rastros de gotas rojas.
?No se comportaban racionalmente, los mercados?, ?no eran eficientes, aunque quiz¨¢ insuficientes, por lo que requer¨ªan intervenci¨®n p¨²blica complementaria? Olvid¨¢bamos a sus gur¨²s, que ya hace mucho denostaban su "exuberancia irracional", como hizo el presidente de la Fed, Alan Greenspan, en mayo de 1996.
Olvid¨¢bamos la historia. C¨®mo el hoy beato George Soros y c¨ªa. desafiaron a la libra, la lira y la peseta en 1992/1993, con ¨¦xito. C¨®mo entre julio de 1997 y agosto de 1998 la crisis del sureste asi¨¢tico fue una secuencia de jirones especulativos, que a borbotones devaluaron el won coreano (55% respecto del d¨®lar), la rupia indonesia (515%), el baht tailand¨¦s (74%), el peso filipino (50%), el ringgit malasio (67%), el d¨®lar taiwan¨¦s (23%), el de Singapur (18%), el rublo ruso (30%)...
La especulaci¨®n no se ataja s¨®lo con razones; urgen medidas pol¨ªticas y un periodismo distinto
Los mercados mordieron a dentelladas enloquecidas a todo pa¨ªs algo vulnerable, embistiendo casi por azar, a ver a qui¨¦n le tocaba hoy la china. Ahora regurgita casi lo mismo, en coyunda con cooperadores necesarios como las agencias de calificaci¨®n (que ya desbordan la irritabilidad de las autoridades en Bruselas) o la banca sup¨¦rstite de Wall Street: Goldman Sachs maquillando la deuda griega, y acusada por la SEC de estafar a sabiendas con las hipotecas subprime del Abacus 2007 del honorable pirata John Paulson.
Algo habr¨¢ que hacer si se quiere rescatar el paradigma del mercado encauzado y controlado. ?Qu¨¦? Las normas sobre supervisi¨®n bancaria; sobre hedge funds; sobre agencias de rating; sobre el Pacto de Estabilidad... que la UE tiene pendientes o en ciernes. Y la reforma financiera de Obama. Y la resurrecci¨®n del G-20...
Antes de todo eso, el tibur¨®n seguir¨¢ mordiendo, excitado por rumores especulativos a "niveles euf¨®ricos" como describi¨® ayer el comisario Olli Rehn. Algo habr¨¢ que hacer. Tambi¨¦n en Espa?a.
Por ejemplo, declarar de lectura obligatoria para la derecha el art¨ªculo de Manuel Lagares La hora de la verdad (El Mundo, 27 de abril) en el que demuestra que "Espa?a es bien distinta de Grecia" (cuatriplica la poblaci¨®n, quintuplica el PIB, tiene la mitad de la deuda)... a¨²n criticando al Gobierno. Y el de Miguel Boyer Ganar dinero apostando al desastre (EL PA?S, 30 de abril), donde razona que la probabilidad de la bancarrota griega "es despreciable" y a¨²n "m¨¢s rid¨ªculas" las casandradas sobre otros vecinos.
Pero los argumentos racionales no bastan. Las armas de esta cruzada son, sobre todo, irracionales. Convendr¨ªan cuatro remedios: 1) Que el Gobierno asentara medidas convincentes (suficientes, r¨¢pidas, no de pon-y-quita); 2) Que la oposici¨®n abandonase el flirteo catastrofista de los s¨ªmiles con Grecia (no han empeorado, al menos, tras el encuentro discretamente civil de ayer); 3) Que la prensa conservadora madrile?a se amoldase a su hom¨®loga europea y no sacrificase al pa¨ªs (o "patria", dicen) para hundir al Gobierno; y 4) Que los medios anglosajones recordasen su propio d¨¦ficit (11,5%) y la ruina de todos sus bancos, ya nacionalizados, antes de amonestar a los vecinos.
Casi una utop¨ªa. Sentenci¨® Enrique Gil Calvo en su sugerente libro Crisis cr¨®nica que, por "pura deformaci¨®n profesional", el periodismo se ha convertido en una competici¨®n tremendista en la que los medios "se van contagiando uno al otro el s¨ªndrome del alarmismo".
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