Reflexiones desde el borde del abismo
El plan de ayuda a Grecia que el Eurogrupo y el BCE aprobaron la semana pasada, junto al compromiso todav¨ªa incierto del Gobierno griego para adoptar algunas de las reformas que se le ven¨ªan pidiendo desde el principio de la crisis, suponen varias e importantes lecciones para Espa?a y para nuestros pol¨ªticos en particular. Nuestra esperanza es que el caso de Grecia les ayude a superar la disonancia cognitiva que padecen desde hace tres a?os y que nos ha llevado al borde del abismo. Todav¨ªa es posible evitar el gran salto al vac¨ªo.
Probablemente, el primer paso para conseguirlo sea desmontar un argumento que est¨¢ equivocado, aunque se haya repetido cientos de veces estas ¨²ltimas semanas. Si se "rescata" a Grecia -se dice- se reducir¨¢n las amenazas sobre nuestra deuda, tendremos un euro m¨¢s fuerte y la recuperaci¨®n espa?ola comenzar¨¢.
Gobierno y oposici¨®n deben pactar reformas profundas, dejando de lado el c¨¢lculo electoralista
Cuanto peor, mejor. Es la disonancia cognitiva que afecta a la oposici¨®n
Es algo apresurado identificar problemas fiscales en una regi¨®n de un ¨¢rea monetaria, por graves que sean, y fortaleza de su moneda. California ser¨ªa la octava potencia del mundo si fuera un pa¨ªs independiente. Arrastra una deuda enorme para su capacidad fiscal y tiene un riesgo real de que el Estado declare suspensi¨®n de pagos. Pues bien, a nadie se le ha ocurrido pensar que la situaci¨®n fiscal de este Estado puede afectar gravemente al d¨®lar. California sabe que, para salir de ¨¦sta, no puede esperar un rescate del Gobierno federal y ese Gobierno ni se plantea que la situaci¨®n en California pueda afectar a la fortaleza de su moneda. Si Grecia hubiera tenido que presentar suspensi¨®n de pagos, el euro no ten¨ªa necesariamente por qu¨¦ sufrir.
Al contrario, el euro sufrir¨ªa si la crisis termina afectando a otras deudas europeas, ya que forzar¨ªa al BCE a monetizarla, generando alta inflaci¨®n. M¨¢s a¨²n: es el hecho de que las medidas adoptadas no hayan despejado sino posiblemente aumentado este riesgo, lo que ha hecho reaccionar negativamente a los mercados esta semana. As¨ª, las dos lecciones fundamentales del acuerdo son: primero, "rescatar" a Grecia, asumiendo simplemente su deuda, har¨ªa m¨¢s probable tener que "rescatar" a otros pa¨ªses y, segundo, solamente si cada pa¨ªs se rescata (sin comillas) a s¨ª mismo podremos rescatarnos todos juntos.
Si el Eurogrupo "rescatara" a Grecia transformando en deuda de los dem¨¢s pa¨ªses un porcentaje importante de la deuda griega sin forzar a Grecia a tomar rigurosas medidas fiscales, estos pa¨ªses estar¨ªan m¨¢s endeudados que antes. Los especuladores que ahora apuestan en contra de, por ejemplo, Portugal, tendr¨¢n mas razones para esperar que Portugal suspenda pagos. Podr¨ªa llegar un punto en el que para rescatar a Portugal tuvi¨¦ramos que aumentar a¨²n m¨¢s la deuda de Espa?a. Al final de este juego quedar¨ªan Italia, Francia y Alemania, que tienen actualmente (sin la deuda adicional que tendr¨¢n que emitir para financiar los pr¨¦stamos a Grecia) un nivel de endeudamiento del 120%, 78% y 86% de su PIB,respectivamente, porcentajes que no permiten muchas alegr¨ªas.
La verdad es que los especuladores no apuestan "contra" los pa¨ªses en crisis porque son malas personas. Los especuladores no generaron la crisis de la deuda griega: lo hicieron los griegos mismos, que la agudizaron con trucos e indecisiones. Los precios de mercado de la deuda griega, portuguesa y espa?ola reflejan simplemente la incertidumbre sobre la voluntad de estos pa¨ªses de rescatarse a s¨ª mismos. Los especuladores apuestan porque encuentran razones para hacerlo y porque, evidentemente, los pa¨ªses no env¨ªan se?ales convincentes de solvencia. Esto es lo que parece ocurrir en buena parte de Europa, incluso Espa?a. Llevamos dos a?os intentando salir de la crisis con planes de rescate: al sector financiero primero, a los productores de bienes duraderos despu¨¦s, y ahora incluso a los propios Estados. Pues bien, ser¨¢n "malos" los especuladores, pero no ignorantes, y saben que as¨ª no se sale de una situaci¨®n como la actual. Sali¨® Suecia, en los a?os noventa, recortando un 16% su gasto p¨²blico; pretende salir California aplicando, entre otros cortes, una reducci¨®n lineal del 20% del salario de todos los empleados p¨²blicos; ha empezado Irlanda, recortando el 15% el sueldo de los suyos, y est¨¢ a punto de suceder en Reino Unido, donde todos los candidatos se han comprometido al recorte de gastos m¨¢s importante desde la II Guerra Mundial.
Si miramos a nuestro pa¨ªs, acierta el equipo econ¨®mico del Gobierno cuando hace de la consolidaci¨®n fiscal su primera prioridad. Pero deber¨ªa cumplir con sus promesas. Para convencer a los mercados de que la deuda p¨²blica espa?ola es sostenible hace falta garantizar que el gasto p¨²blico ser¨¢ inferior a los ingresos en el medio y largo plazo, y que Espa?a tiene perspectivas cre¨ªbles de crecimiento econ¨®mico. Y no se est¨¢ haciendo. Subidas, por ejemplo, en el cap¨ªtulo de sueldos y salarios de los funcionarios del 3,3% (y del 4,9% incluyendo las pensiones de clases pasivas), como ha ocurrido en lo que va de a?o, son incompatibles con el rigor fiscal. El ahorro de 1,6 millones de euros en sueldos de altos cargos del pasado viernes suena, cuando menos, a tomadura de pelo: en Irlanda, el corte de gastos fue del 25%, desde el primer ministro hasta el ¨²ltimo director general. Los operadores financieros que compran bonos del Estado espa?ol tontos no son, como confirman en estos mismos d¨ªas. Son otras las medidas que hacen falta: pensiones, mercado laboral, cajas de ahorro, reforma de la Administraci¨®n (financiaci¨®n auton¨®mica, funcionarios), sanidad y educaci¨®n (sobre todo la Universidad). Esta es la imprescindible lista de la compra para salir de verdad de esta crisis. La alternativa es la estagnaci¨®n, en el mejor de los casos, o Grecia, si la situaci¨®n se complica con un peque?o choque adicional.
Cuanto peor, mejor, es la disonancia cognitiva que paraliza a la oposici¨®n, la cual parece estar esperando, desde que comenz¨® la crisis, a ver pasar por delante el cad¨¢ver de su adversario. Pues esta vez no. Si su prop¨®sito es ser ellos los que saquen a este pa¨ªs de una de las situaciones m¨¢s graves que hemos vivido desde finales de los a?os cincuenta, m¨¢s les vale que dejen algunas cosas hechas en esta legislatura. Es tiempo de que la oposici¨®n se moje, porque si no van a saber lo que es un pa¨ªs hundido y cabreado.
En este momento, Espa?a necesita un acuerdo inmediato entre Gobierno y oposici¨®n. Nuestro nivel de deterioro econ¨®mico es muy elevado: el endeudamiento del Estado sube peligrosamente, se est¨¢ destruyendo demasiado tejido productivo y una parte importante del sistema financiero (las cajas) est¨¢ en grave crisis. Los miembros del Gobierno pueden seguir declarando que ya hemos tocado fondo y que s¨®lo es cuesti¨®n de paciencia. Incluso pueden pensar que esto ya ha pasado, gracias a que el paro ha dejado de bajar en abril o el PIB ha dejado de estar en zona negativa, como parece que nos van a anunciar en unos d¨ªas. Pero el invierno no termina un d¨ªa soleado. Lo que nos estamos jugando es si somos capaces de hacer que este pa¨ªs vuelva a generar prosperidad para todos durante una d¨¦cada o m¨¢s. Y para eso estar en -0,3 o en 0,2 es bastante irrelevante. Especialmente cuando se tiene un d¨¦ficit p¨²blico estructural de, aproximadamente, el 8% del PIB.
Estamos pagando un alto precio por la falta de reformas y en eso la oposici¨®n s¨ª puede ayudar; ser¨ªa muy malo para el pa¨ªs que no tuviera el coraje de hacerlo y que el Gobierno no tuviera la humildad de ped¨ªrselo. Despu¨¦s de tres a?os en los que el Gobierno no ha tomado la iniciativa, no puede esperar que la oposici¨®n firme y a partir de ah¨ª carta blanca. Tiene que poner reformas concretas sobre la mesa pactando con la oposici¨®n el contenido y la actuaci¨®n de las mismas. Tiene que permitirle que, de modo continuado, fiscalice el cumplimiento de lo que se acuerde y que pueda tambi¨¦n explicarlo como suyo. Todo esto puede y deber¨ªa ocurrir en el plazo de un a?o; despu¨¦s cada uno a lo suyo hasta las elecciones de 2012. As¨ª es como abordan una situaci¨®n realmente dif¨ªcil como la nuestra los pa¨ªses serios. Y nosotros queremos serlo.
Michele Boldrin es profesor de la Washington University en St. Louis. Pablo V¨¢zquez es profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
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