Los nuevos amos de ?frica
En medio de la nada, a 14 kil¨®metros de Maputo, un millar de operarios trabaja en la construcci¨®n del nuevo estadio nacional de la capital de Mozambique, que en 2011 albergar¨¢ los Juegos Pan Africanos. Una c¨²pula de inconfundible estilo oriental corona la entrada del coliseo en obras, que recibe al visitante con varias frases?en caligraf¨ªa china y en portugu¨¦s. "Este proyecto ser¨¢ hecho con la mayor perfecci¨®n para dar gloria a China", dice una de ellas. Las mismas se?as de identidad adornan la construcci¨®n de la terminal nueva del aeropuerto internacional, que ejecuta tambi¨¦n una empresa china, con un cr¨¦dito blando del banco de exportaciones e importaciones de China (EXIM Bank). "Estar unido, ser pragm¨¢tico,? pedir excelencia?Calidad, rapidez, eficiencia". Son consignas que el nuevo amigo de ?frica disemina por todos los rincones del continente.
"Calidad, rapidez, eficiencia". Son consignas que el nuevo amigo de ?frica disemina por el continente
El 43% del crudo que se extrae de los pozos sudaneses navega en petroleros rumbo a China
El comercio entre China y ?frica se ha multiplicado por siete desde el cambio de siglo
Maputo vive un oominmobiliario sin precedentes. En la mayor¨ªa de las obras est¨¢n los chinos y su filosof¨ªa de trabajo "ellos son los jefes, nosotros los esclavos", dice un director de recursos humanos en un despacho destartalado
China se ha convertido en el primer comprador de madera en ?frica oriental
Desde Argelia a Mozambique, de Sud¨¢n a Zambia, o de Mauritania a Congo, la huella de China es cada d¨ªa m¨¢s visible. La ecuaci¨®n es simple: el gigante necesita materias primas para mantener un ritmo de crecimiento imparable (entre 7% y 9% de promedio en la ¨²ltima d¨¦cada). Petr¨®leo, madera, cobre, hierro, n¨ªquel, aluminio, carb¨®n?oro, diamantes y otras piedras preciosas, viajan desde ?frica a Extremo Oriente para alimentar una maquinaria insaciable. A cambio, miles de obreros chinos trabajan a destajo en la construcci¨®n de carreteras, puentes, presas, centrales el¨¦ctricas, estadios, edificios p¨²blicos. La cara de muchos pa¨ªses africanos ha empezado a cambiar desde el aterrizaje masivo de la cooperaci¨®n china. El presidente Hu Jintao prometi¨® en el cuarto Foro de Cooperaci¨®n China-?frica, celebrado en Egipto en noviembre pasado, un pr¨¦stamo de 10.000 millones de d¨®lares para poner en pie un sistema financiero robusto en el continente africano.
China ha desplazado a Estados Unidos como mercado principal de diversos minerales y, en consecuencia, tiene mucho que decir en la configuraci¨®n de los precios internacionales. Todo ha ocurrido muy r¨¢pido. La necesidad de materias primas determina en gran medida la pol¨ªtica exterior de una potencia. Ha sucedido con Reino Unido y Estados Unidos desde el siglo XIX, y lo mismo ocurre con China.
Un marcador electr¨®nico indica que faltan 154 d¨ªas para la conclusi¨®n del estadio nacional de Maputo. Los trabajos avanzan a buen ritmo para cumplir el plazo de entrega. Setecientos mozambique?os est¨¢n en el eslab¨®n m¨¢s bajo de la cadena -pocos pasan de peones-, mientras que unos 300 chinos acaparan los puestos directivos y t¨¦cnicos. "Ellos son los jefes, nosotros, los esclavos", dice Eduardo Abrar, director de recursos humanos en un despacho destartalado. El idioma impide una comunicaci¨®n fluida entre dos mundos tan distintos. Dos int¨¦rpretes del chino al ingl¨¦s y del portugu¨¦s al ingl¨¦s poco pueden hacer para que todos se entiendan en este enjambre humano.
Los obreros chinos viven en pabellones dentro del recinto del estadio. A la entrada de muchas viviendas hay ropa colgada, monos de trabajo de color gris y rosa, y cascos. Aqu¨ª trabajan, comen y duermen los siete d¨ªas de la semana. S¨®lo un grupo sale para comprar en el mercado alimentos frescos. Los dem¨¢s productos llegan de China.
Es s¨¢bado por la ma?ana y una delegaci¨®n oficial, encabezada por el ministro de Juventud y Deporte, visita el avance de las obras. La tensi¨®n sube varios grados cuando los representantes del Gobierno se quejan de la mala calidad del asfalto en la zona del aparcamiento, y de las maderas utilizadas en el interior del estadio. Caras largas de Deng Lai, director general de las obras, ante los lamentos del ministro.
Maputo vive un boom inmobiliario sin precedentes. Los edificios en construcci¨®n o en rehabilitaci¨®n suman m¨¢s de 140 en una ciudad de 1,4 millones de habitantes. En la mayor¨ªa de las obras est¨¢n los chinos, que han instaurado una nueva filosof¨ªa de trabajo, con subcontrataci¨®n de empleados y jornadas de trabajo interminables.
"La ley protege claramente a la mano de obra local. S¨®lo puede trabajar el extranjero especializado que no compite con un mozambique?o", explica Fernando Lima, presidente del grupo de comunicaci¨®n Mediacorp. La realidad es bien distinta: "En la construcci¨®n civil los chinos ocupan hasta puestos de trabajo no especializado. Ning¨²n medio informativo mozambique?o ha publicado una l¨ªnea del tema. Ni nosotros", revela Lima.
Casi tres cuartas partes del territorio de Mozambique est¨¢ cubierto de bosque y selva, que producen una amplia variedad de maderas de todas las calidades. China ha entrado en este sector con su voracidad habitual, con la complicidad de quienes otorgan las licencias, y se ha convertido en el primer comprador de madera en ?frica oriental. Carlos Serra Jr., reputado ambientalista, fue uno de los fundadores de la organizaci¨®n Justi?a Ambiental y trabaja actualmente en la formaci¨®n de jueces en Derecho del Medio Ambiente. "Aqu¨ª hubo una ¨¦poca que parec¨ªa el Far West, depredaci¨®n de bosques y selvas sin control". Todo es posible cuando falla la fiscalizaci¨®n y el rigor a la hora de conceder licencias de explotaci¨®n forestal. "Es un misterio y resulta que aceptamos a cualquier pirata", lamenta Serra Jr. En la sede de Justi?a Ambiental, la directora, Anabela Lemos, muestra fotos recientes de troncos cortados y abandonados en la provincia de Gaza para explicar las consecuencias de la crisis y de la ca¨ªda del precio de la madera.
La ayuda a Mozambique, pa¨ªs al que Espa?a destina 40 millones de d¨®lares al a?o, ha sido objeto de interminables debates entre los pa¨ªses donantes en los ¨²ltimos seis meses. Una serie de naciones, encabezadas por el grupo n¨®rdico, propon¨ªan un recorte dr¨¢stico de la ayuda por considerar que Mozambique es un pozo sin fondo. Finalmente seguir¨¢ la ayuda, pero el debate est¨¢ abierto. China ha actuado por su cuenta en toda la crisis. Eduardo L¨®pez Busquets, embajador de Espa?a en Maputo, asegura que en las m¨²ltiples reuniones multilaterales sobre cooperaci¨®n, el representante chino siempre ha brillado por su ausencia. Toda una se?al.
Los intercambios comerciales de China con ?frica se han multiplicado por siete desde el cambio de siglo. En 2008 alcanzaron 107.000 millones de d¨®lares en valores absolutos, una cifra que queda lejos todav¨ªa del comercio de China con la Uni¨®n Europea (425.000 millones de d¨®lares), y con Estados Unidos (334.000 millones). En el terreno pol¨ªtico, el gigante asi¨¢tico ha logrado un ¨¦xito m¨¢s rotundo con el respaldo de la mayor¨ªa de naciones africanas al principio de "una China", que implica el desconocimiento de la independencia de Taiwan.
S¨®lo cuatro de los 54 pa¨ªses del continente reconocen actualmente a Taiwan en lugar de la Rep¨²blica Popular China. Uno de ellos, el reino de Suazilandia, antiguo protectorado brit¨¢nico, es el ¨²nico que jam¨¢s ha tenido relaciones diplom¨¢ticas con Pek¨ªn. A cambio de este reconocimiento, el apoyo de la Rep¨²blica de China (Taiwan) a Suazilandia es visible en grandes carteles con la bandera azul, roja y blanca que anuncian aqu¨ª y all¨¢ un proyecto agr¨ªcola, una planta de tratamiento de aguas, un tendido el¨¦ctrico, un centro de salud o la construcci¨®n de una autopista.
Este peque?o pa¨ªs de un mill¨®n de habitantes, enclavado entre Mozambique y Sud¨¢frica, vive esencialmente del turismo, la agricultura de subsistencia, una industria min¨²scula y las remesas de los trabajadores suazis en la vecina Sud¨¢frica, de la que depende econ¨®micamente. Y de la ayuda de Taiwan. "Suazilandia es nuestro hermano. Estamos muy contentos con la cooperaci¨®n entre ambos pa¨ªses". En su amplio despacho, el embajador Peter M. Y. Tsai, 57 a?os, se deshace en elogios al rey Mswati III, ¨²nico monarca absoluto del continente, de 42 a?os, pol¨ªgamo con 14 mujeres y 23 hijos.
El dise?o de la embajada en Mbabane, capital de Suazilandia, recuerda una gran pagoda de tejado verde. Peter Tsai, estuvo destinado en Malawi hasta que este pa¨ªs rompi¨® con Taiwan y reconoci¨® a la Rep¨²blica Popular China en enero de 2008.
A las seis de la ma?ana, la carretera desde Lusaka a la provincia minera de Copperbelt, en el norte de Zambia, est¨¢ repleta de camiones. Aqu¨ª est¨¢n las minas de cobre y cobalto, las mayores fuentes de riqueza y art¨ªfices del crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs, que en los ¨²ltimos a?os ha superado el 5%. La producci¨®n de cobre (l¨ªder de ?frica y s¨¦ptimo del mundo) ha estado sometida a los vaivenes de los precios en los mercados internacionales. El a?o pasado alcanz¨® las 667.000 toneladas.
China es el mayor cliente de Zambia y primer consumidor mundial de cobre, que emplea en la construcci¨®n, electr¨®nica, inform¨¢tica, autom¨®vil y otros bienes de consumo, que exporta a gran escala. Tras el colapso de los precios de los a?os noventa, que desemboc¨® en la privatizaci¨®n del cobre zambiano, el consorcio China Nonferrous Metal Mining (CNMC) compr¨® en 1998 la mina de Chambishi, que estuvo cerrada durante varios a?os, y a?os m¨¢s tarde, las minas de Luanshya y una fundici¨®n.
Bajo un intenso aguacero, la primera parada en la provincia de Copperbelt es en Kitwe, segunda ciudad del pa¨ªs e importante polo minero e industrial. En la sede de la Uni¨®n de Mineros de Zambia, el sindicato m¨¢s poderoso que cuenta con 20.000 afiliados, espera el secretario general, Oswell Munyenyembe. "Llevo m¨¢s de treinta a?os trabajando en las minas. He tenido jefes de muchas nacionalidades, y puedo decir que los chinos son los peores", comenta. Chambishi es una localidad de 14.000 habitantes junto a la frontera con la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo, poco agraciada. Mil mineros chinos viven a la entrada del pueblo, aislados del mundo. Los locales, en cambio, viven en el Zambia Compound, el peor barrio, sin luz ni agua corriente.
En el recuerdo de todos est¨¢ el desastre de 2005 en una f¨¢brica de explosivos de la CNMC, que salt¨® por los aires y mat¨® a los 54 mineros que hab¨ªa en su interior. Todos eran zambianos. El accidente levant¨® las iras de la poblaci¨®n y una manifestaci¨®n de protesta fue reprimida a tiros por la polic¨ªa, que caus¨® cinco muertos. "La gente acusaba a los chinos de no haber evacuado el lugar", cuenta Lilian Pungwa, funcionaria del Ayuntamiento de Chambishi. En cinco a?os no ha habido ni un detenido ni un procesado por el caso de la explosi¨®n.
Cuando la CNMC compr¨® la mina, adquiri¨® tambi¨¦n varias casas en la calle principal del pueblo para los directivos. Todas menos una, de Kenel Tembo, que se neg¨® a vender. "Nunca hicieron una oferta aceptable", explica. Como representante de la Comisi¨®n Justicia y Paz de Chambishi, Tembo recibe numerosas denuncias sobre las condiciones laborales en la mina. "Al principio hubo muchos accidentes que no fueron reportados a las autoridades. Recuerdo casos de mineros que perdieron los dedos, nunca fueron indemnizados".
A las cuatro de la tarde termina el turno de la ma?ana. Los mineros zambianos llegan a una plaza del pueblo en autobuses de las distintas compa?¨ªas. La queja es un¨¢nime contra los salarios bajos, malas condiciones de trabajo y el maltrato de los jefes chinos. "?Qu¨¦ puede hacer con un salario de 500.000 kwachas al mes (107 d¨®lares) un trabajador que tiene una familia que mantener?", pregunta Katu, de 27 a?os, tres de ellos en la mina. Evans, de 32 a?os, trabaja como operador de una m¨¢quina. Lleva dos a?os en la mina y gana 700.000 kwachas mensuales (150 d¨®lares). "No me gusta mi trabajo", es su escueta respuesta. Kay Kabwela, 26 a?os, dos de ellos en la mina, es el ¨²nico que no habla m¨¢s del trabajo. Claro que como contable su salario es superior al de la mayor¨ªa, 1,8 millones de kwachas (385 d¨®lares). "No es lo mismo trabajar y ver el sol, que hacerlo a 1.006 metros bajo tierra, colocando explosivos para extraer el mineral".
En la entrada de la mina de Chambishi pido ver al director general, Xu Ruiyong. Un guardia de seguridad responde: "Tiene que enviar una solicitud por fax. En 15 d¨ªas recibir¨¢ la respuesta". Gracias, buenas tardes.
La llegada de los chinos a Zambia se remonta a los a?os setenta, cuando construyeron el Tazara, ferrocarril Tanzania-Zambia, la primera gran obra de infraestructura de ?frica. Durante seis a?os, 25.000 chinos enviados por Mao Zedong instalaron 1.860 kil¨®metros de v¨ªa, perforaron monta?as y cruzaron r¨ªos. El tren recorre el trayecto desde la ciudad zambiana de Kapiri Mposhi hasta el puerto de Dar-es-Salaam, capital de Tanzania. Esta obra mastod¨®ntica permiti¨® una salida hacia el oc¨¦ano ?ndico para el cobre zambiano.
Tras la inauguraci¨®n del Tazara, los chinos se marcharon y no regresaron a Zambia hasta los a?os ochenta, en una nueva oleada de expatriados. Como la doctora Kenan Gao, de 61 a?os, que lleg¨® a Lusaka en 1988 para trabajar en el hospital militar, primero, y abrir un consultorio de dentista m¨¢s tarde. "Los zambianos ven hoy a los chinos con otros ojos. En la ¨¦poca comunista, China construy¨® el ferrocarril, carreteras, sin pedir nada a cambio. Ahora vienen con los bolsillos llenos para seguir llen¨¢ndolos. Su actitud es otra: negocio, negocio, negocio".
La presencia china en Lusaka es visible en restaurantes, tiendas de productos baratos, motocicletas Jialing y numerosos edificios en construcci¨®n bajo licencia china. Seg¨²n la embajada en Lusaka, hay registradas unas 300 empresas chinas en miner¨ªa, construcci¨®n y agricultura, con una inversi¨®n total de 1.500 millones de d¨®lares.
Jack Ni lleg¨® a Zambia a finales de 2005 como director general de la empresa china Wah Kong Construction Limited. La sede de la compa?¨ªa en Lusaka est¨¢ en una extensa propiedad que alberga las oficinas y las viviendas de los empleados. Curiosidades de la transici¨®n china, el se?or Ni, empresario agresivo como el que m¨¢s, es miembro del Partido Comunista. "Pero soy un hombre de negocios. China vive una situaci¨®n especial", puntualiza.
Un ejemplo de la importancia que los dirigentes de ambos pa¨ªses otorgan a la relaci¨®n bilateral es la visita que realiz¨® el presidente de Zambia, Rupiah Banda, a China en febrero pasado. Despu¨¦s de 10 d¨ªas en el pa¨ªs, regres¨® a Lusaka con un pr¨¦stamo millonario y cinco contratos firmados.
El enemigo p¨²blico n¨²mero uno de los chinos en Zambia es el l¨ªder de la oposici¨®n, Michael Sata, 72 a?os, del Frente Patri¨®tico, apodado Rey Cobra, que prometi¨® reconocer a Taiwan y romper con Pek¨ªn si ganaba las elecciones de 2006. Perdi¨® por escaso margen. "Los chinos no aportan ning¨²n valor a?adido, ocupan empleos que deber¨ªan ser para los zambianos", dice en el sal¨®n de su casa. Sata, que fue ministro durante 10 a?os, acusa al Gobierno de dar un trato privilegiado a los ciudadanos chinos y de permitir que dilapiden los recursos del pa¨ªs.
El modelo chino de intercambio de minerales por infraestructuras ha sufrido un rev¨¦s, qui¨¦n sabe si moment¨¢neo, en la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo, vecino del Norte de Zambia. El Gobierno del presidente Joseph Kabila ha dado marcha atr¨¢s al principio de acuerdo que hab¨ªa firmado con un consorcio de compa?¨ªas estatales chinas, de construcci¨®n de carreteras, v¨ªas f¨¦rreas y hospitales a cambio de la licencia de explotaci¨®n de una mina de cobre y cobalto. La operaci¨®n, valorada inicialmente en 9.000 millones de d¨®lares, fracas¨® tras intensas presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y pa¨ªses donantes occidentales.
Siguiendo camino hacia el Norte, Sud¨¢n es el aliado m¨¢s inc¨®modo de China y, probablemente, el que tiene peor imagen. Omar al-Bashir, el presidente reelegido en los comicios del pasado 11 de abril que fueron boicoteados por la oposici¨®n, tiene una orden internacional de captura del Tribunal de La Haya por cr¨ªmenes de lesa humanidad. La guerra entre el Norte y el Sur, y posteriormente el conflicto de Darfur han causado millones de muertos y de desplazados. Las denuncias de violaciones de derechos humanos contra el r¨¦gimen de Bashir son una constante, y el pa¨ªs sigue sometido desde 1997 a sanciones econ¨®micas de Estados Unidos.
El petr¨®leo es un elemento esencial en la pol¨ªtica de Sud¨¢n, primera fuente de ingresos y motor del crecimiento econ¨®mico. China aprovech¨® la retirada de muchas empresas occidentales y lleg¨® a Sud¨¢n con inversiones millonarias. Seg¨²n el Gobierno de Jartum, ha desembolsado m¨¢s de 6.000 millones de d¨®lares en 50 proyectos, que incluyen oleoductos, refiner¨ªas, la mayor presa de ?frica (Merowe, en el Nilo), plantas el¨¦ctricas, carreteras y todo tipo de obras p¨²blicas. Con las nuevas infraestructuras, Sud¨¢n ha aumentado la producci¨®n de petr¨®leo, por encima de los 500.000 barriles diarios. A cambio, el 43% del crudo que se extrae de los pozos sudaneses navega rumbo a China en los petroleros que zarpan de las terminales de Port Sud¨¢n y Port Bashir, en el mar Rojo.
Con Sud¨¢n, la cooperaci¨®n no es s¨®lo econ¨®mica. China ha suministrado aviones de combate, helic¨®pteros de transporte de tropas y otro material militar al r¨¦gimen de Bashir, y desde su puesto en el Consejo de Seguridad ha maniobrado para evitar sanciones de la ONU a Sud¨¢n.
En la polvorienta Jartum las cosas se ven con otros ojos. "China vino sin imponer condiciones. Los occidentales se meten en todo, en nuestras tradiciones y nuestras constumbres", dice el doctor Abdelrahman Ibrahim Elkhalifa, que intervino en el proceso de paz que puso fin a la guerra Norte-Sur.
Diversos interlocutores me remiten a la Embajada de la Rep¨²blica Popular China para obtener datos m¨¢s precisos de la ayuda, inversiones y proyectos. Una larga espera en una sala con un cuadro de Mao Zedong rodeado de ni?os, y numerosos folletos de empresas chinas con inversiones en ?frica, termina con la llegada de un joven diplom¨¢tico. "No tenemos la informaci¨®n que busca. Puede preguntar en la C¨¢mara de Comercio China. Gracias por su visita".
Qian Zengde es el presidente de la C¨¢mara, director general de una empresa constructora y accionista principal del hotel Plaza de Jartum. Recita cifras con muchos ceros para explicar la presencia de China como primer inversor en Sud¨¢n. Quince mil millones de d¨®lares desembolsados hasta la fecha, 15.000 chinos trabajando y unas 120 empresas instaladas en el pa¨ªs.
En Al Dbagair, unos 40 kil¨®metros al norte de Jartum, Qian Zengde compr¨® 100 hect¨¢reas de tierra des¨¦rtica que ha convertido en un vergel, gracias a la canalizaci¨®n del Nilo desde 10 kil¨®metros de distancia. "Hemos plantado de todo, hasta ¨¢rboles de Australia", explica, mientras 20 empleados sudaneses y dos ingenieros chinos trabajan en la construcci¨®n de una piscifactor¨ªa. Lleva gastados dos millones de d¨®lares y piensa invertir hasta cinco. Es un ejemplo del poder¨ªo de los nuevos ricos chinos.
El viaje llega a su fin y el debate sobre las implicaciones de la presencia china en ?frica sigue abierto. Entre las opiniones recogidas y fuentes consultadas, las siguientes reflexiones resumen con lucidez la situaci¨®n del continente: "Los africanos, las ¨¦lites, los l¨ªderes, est¨¢n m¨¢s educados y mejor preparados que en el pasado para hacer frente a un eventual neocolonialismo chino" (Abdelrahman Ibrahim Elkhalifa, consultor pol¨ªtico sudan¨¦s). "En los ¨²ltimos 50 a?os, los pa¨ªses ricos transfirieron un bill¨®n de d¨®lares en ayuda a ?frica. ?Ha mejorado esta asistencia la vida de los africanos? No". (Dambisa Moyo, economista zambiana, autora de Dead aid). P
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