El Cid sigue siendo la esperanza
Se dice, quiz¨¢ con raz¨®n, que Manuel Jes¨²s, El Cid, que torea hoy en Las Ventas, atraviesa una mala racha; que ya no es la figura indiscutible y el diestro poderoso que deslumbr¨® a todos, y que su mu?eca zurda -milagrosa- perdi¨® sensibilidad. Se dice, quiz¨¢ con raz¨®n, que a Manuel Jes¨²s le ha cambiado el semblante, y que la tristeza que denota su cara es el fiel reflejo de una impotencia que le ha atenazado el sentimiento.
Es verdad. El torero sevillano ha perdido alegr¨ªa. Se le ve desconfiado, inseguro e inc¨®modo en la cara del toro. Su paso por la Feria de Abril le ha supuesto un esfuerzo tit¨¢nico para borrar ese rictus de melancol¨ªa.
Y se desatan los rumores, supuestamente infundados, sobre las razones que aturden la cabeza del torero y le impiden rendir al nivel exigible. Las intimidades las conocer¨¢ El Cid, y nadie tiene derecho a hurgar en ellas. Pero la pregunta es obvia: ?por qu¨¦ El Cid no parece el que ha sido?
El torero puede estar orgulloso de su trayectoria. Surgi¨® de la nada -repart¨ªa leche del d¨ªa procedente del peque?o negocio familiar-, y su humilde origen nada tiene que ver con dinast¨ªa taurina o la guapeza del coraz¨®n. S¨®lo era, y nada menos, un hombre con una ilusi¨®n. Y se forj¨® en las plazas de pueblo del Valle del Ti¨¦tar, ante el terror del toro grande y la escasa pericia del joven aspirante a la gloria. Seis temporadas, seis (1994-2000) dur¨® su etapa como novillero. Larga traves¨ªa, s¨®lo comprensible en quien carece de padrino influyente.
Se doctor¨® en Madrid el 23 de abril de 2000. Dos a?os m¨¢s tarde, lidia su primera corrida de Victorino Mart¨ªn en Bayona y corta los m¨¢ximos trofeos. Se consagra en Sevilla en 2005, y en esa feria sale dos veces por la Puerta del Pr¨ªncipe; despu¨¦s, abrir¨ªa por partida doble la Puerta Grande de Madrid. Y llegar¨ªa la consolidaci¨®n, y aquellos seis victorinos en Bilbao en 2007; y otras dos salidas a hombros en Sevilla.
Y todo, con un reconocimiento siempre en entredicho.
?Cansado? Tal vez. ?Preocupado por lo que tiene que perder? Quiz¨¢. O es que s¨®lo es un hombre, con sus buenas y malas rachas, como ocurre a todos.
Sea como fuere, posee la moneda y puede cambiarla. Por eso, sigue siendo la esperanza.
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