Un Tavernier espeso y decepcionante
Las pel¨ªculas de Bertrand Tavernier, un director que se ha movido con personalidad en todo tipo de g¨¦neros, escarbando frecuentemente en la Historia para retratar barbaries que fueron bendecidas, cr¨ªtico y humanista, son una de las mejores cosas que le han ocurrido al deca¨ªdo cine franc¨¦s en los ¨²ltimos 35 a?os. Tavernier, gran conocedor del cine estadounidense y amante irredento del g¨¦nero negro, cumpli¨® en 2008 con In the electric mist su sue?o de realizar un policiaco en Estados Unidos, pero el resultado fue tirando a gris¨¢ceo. Tampoco sirvi¨® para que Hollywood, importador de tanto talento europeo, le abriera sus puertas y le ampliara el cr¨¦dido.
Es probable que ese desencanto haya sido decisivo para que Tavernier retornara a Francia, al terreno que controla y en el que dispone de ancestral y merecido prestigio, para rodar La princesa de Montpensier, ambientada en la Francia del siglo XVI y en medio de las guerras de religi¨®n entre cat¨®licos y hugonotes. Tavernier, que hab¨ªa demostrado su capacidad para recrear el pasado extrayendo conclusiones demoledoras, aqu¨ª se pierde en un argumento espeso y grandilocuente, narrando de forma plana y acad¨¦mica la historia de una arist¨®crata a la que su padre obliga a dejar al hombre que quiere para un matrimonio de conveniencia con el pr¨ªncipe de Montpensier. Este, entretenido siempre en combatir a los protestantes, le encarga a su antiguo y sabio preceptor que en su ausencia eduque y refine a su joven e ind¨®mita esposa en las bellas artes y en el pensamiento, para que ¨¦sta adquiera la cultura y los modales necesarios que se precisan en la corte del rey. Pero el amor del tutor hacia su alumna complica el asunto.
La retina se distrae con hermosos paisajes, pero la intriga es fatigosa
Di¨¢logos, situaciones y personajes est¨¢n forzados o resultan previsibles. La retina puede distraerse con los hermosos paisajes y el esforzado realismo de las batallas, pero la intriga sentimental y pol¨ªtica resulta bastante fatigosa. Es cine impersonal, con aroma a teatro rancio, algo lamentable al venir firmada por un hombre que ha demostrado suficientemente su autor¨ªa en una obra memorable.
Un hombre que grita, dirigida por Mahamat-Saleh Haroun, representa a Chad, una cinematograf¨ªa de la que ten¨ªamos escasas o nulas noticias. Cuenta de forma intimista y veraz la desolaci¨®n de un anciano, antiguo campe¨®n de nataci¨®n, que ha sobrevivido a las continuas guerras civiles y ha logrado su anhelo de mantenerse como portero en un hotel de lujo, cuando el gobierno le exige un dinero que no tiene o la inscripci¨®n de su hijo en el ej¨¦rcito para combatir a los revolucionarios. Rodada con medios primitivos, es una pel¨ªcula eficaz y sensible que transmite la dureza ambiental de un pa¨ªs en eterna crisis, devastado continuamente por los se?ores de la guerra.
Babelia
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