L¨¢grimas frente a diamantes
Fiestas exclusivas y un recuerdo al iran¨ª Jafar Panahi, en el ecuador del certamen
Las l¨¢grimas de Juliette Binoche al saber por una periodista que el cineasta iran¨ª Jafar Panahi ha comenzado una huelga de hambre recorrieron ayer Cannes como un latigazo. "A veces no hay palabras", dijo la protagonista de Copie conforme. A su lado, el cineasta Abbas Kiarostami exig¨ªa la liberaci¨®n de su colega encarcelado por el Gobierno de su pa¨ªs. Las l¨¢grimas de la actriz francesa llegaban como un necesario jarro de agua fr¨ªa a un festival que ya se resiente de los d¨ªas y, sobre todo, de las noches.
Cada tarde, de todos los barcos que fondean en la bah¨ªa, el Octopus se ilumina como un imperio flotante: 126 metros de eslora, dos pistas para helic¨®ptero, un submarino (amarillo) en sus tripas y un due?o, Paul Allen, el cofundador de Microsoft, con ganas de divertir y divertirse. La pasada madrugada, Allen convirti¨® su juguete en un reducto marino de Hollywood. All¨ª estaba el sector californiano del jurado (Tim Burton, Benicio del Toro y Kate Beckinsale), junto a actores como Meg Ryan, Kevin Spacey, Adrien Brody o el director Terry Gilliam. Dominic Cooper (Una educaci¨®n) romp¨ªa la pista compitiendo en destreza con el hermano de Kiefer Sutherland mientras en la barra el productor de Ang Lee despachaba con un agente, quien, con un plato de gambas fritas en la mano, se preguntaba cu¨¢ntas de las mujeres que bailaban no cobraban por estar ah¨ª. En Cannes, a las 5.00 se habla de tantos por ciento, actores vetados e importantes productores que, despu¨¦s de un fracaso, est¨¢n directamente en la calle.
En la cubierta del Octopus, con su sala de proyecciones, su biblioteca de madera y su s¨®tano de suelo transparente para caminar sobre el mar como un capit¨¢n Nemo con esmoquin, el tiempo lo marcan unas esculturas de hielo que se van deformando seg¨²n pasa la noche y llega la ma?ana. Podr¨ªa ser una pel¨ªcula de James Bond, pero las bolsas de caramelos repartidas por las habitaciones o ver al propio Allen tocando en directo para agasajar a sus amigos solo nos recuerdan el extra?o negocio que es el cine.
La fiesta del Octopus fue la continuaci¨®n obligada a la de Biutiful, en la playa y con todo el equipo de la pel¨ªcula. All¨ª, Bardem recibi¨® los primeros ecos de la gran acogida de su actuaci¨®n. El actor tambi¨¦n aprovech¨® para aclarar que no es verdad (como public¨® ayer este peri¨®dico) que jam¨¢s conociera a su padre, al que s¨ª lleg¨® a tratar. La paternidad es, si nos atenemos a lo visto hasta ahora, uno de los asuntos (junto a la crisis econ¨®mica) que parecen obsesionar al cine que llega. La cantidad de pel¨ªculas que circulan, directa o indirectamente, alrededor de la paternidad (o mejor dicho, su ausencia) valdr¨ªan para una secci¨®n entera. De Chongqing blues a la propia Biutiful o Abel, el debut cinematogr¨¢fico del mexicano Diego Luna. La orfandad emerge as¨ª en s¨ªmbolo de la identidad perdida de un mundo que pide a gritos que alguien nos se?ale el rumbo. Luna retrata, en tono c¨®mico, a un ni?o que asume el rol de cabeza de familia ante la ausencia de este. Grotesco juego de tantos ni?os obligados a ser hombres por culpa de tantos hombres que no han querido dejar de ser ni?os.
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