La creatividad de la escasez
Hace 10 a?os no quedaba en Espa?a ninguna poblaci¨®n mayor de 50.000 habitantes que no contara con su museo. La nunca excepci¨®n era Ponferrada y no s¨¦ si ya han resuelto esa verg¨¹enza local de entonces. Despu¨¦s, en los tiempos m¨¢s recientes, han seguido inaugur¨¢ndose museos y auditorios pero a menor ritmo. En los noventa, sin embargo, poblaciones m¨¢s peque?as que Ponferrada como Santa Pola (14.000 habitantes) conocieron programas electorales para el municipio en donde uno de los candidatos ofrec¨ªa la construcci¨®n de un auditorio con un aforo de mil plazas.
Poder y arquitectura han vivido muy juntas a lo largo de toda la historia de la Humanidad. El edificio que se perpet¨²a es como un monumento que da cuenta de la magnificencia del gobernante y del obseso bucle de su ego. De un lado, la escala de la obra trata de enfatizar la importancia del jefe. De otro lado, la misma potencia y solidez del edificio crea con su prestancia una influencia imponente o anonadante. Los franceses, especialmente, han recurrido con fuerza, durante los a?os de Mitterrand y Pompidou, a colmar Par¨ªs de mensajes grandilocuentes gracias a una arquitectura, buena, nueva, cara y fotog¨¦nica.
Picasso pint¨® medio centenar de cuadros en tablas desechadas halladas en el puerto
Por sentido com¨²n, las grandes obras, sean en palacios, museos, superbibliotecas o aeropuertos debieran corresponderse con ¨¦pocas de sobrada pujanza econ¨®mica, pero no siempre ha sucedido as¨ª. Hay una viva creatividad de la escasez que se muestra ahora mismo, a trav¨¦s de la exposici¨®n de obras seleccionadas del premio Mies van der Rohe 2009 en la sala de las Arquer¨ªas de Nuevos Ministerios en Madrid. Pero tambi¨¦n se asiste a¨²n a su contrario.
La comisaria de esta exposici¨®n, Diane Gray, ha declarado que "la mejor arquitectura de hoy empieza siempre por 'r": regenerar, recuperar, rehabilitar... La creatividad de la escasez es la inspiradora del reciclaje y el bricolaje en las estructuras y materiales pero tambi¨¦n la promotora de la inspiraci¨®n cabal y la sorpresa.
As¨ª, la circunstancia que ayud¨® a Picasso -junto a la pasi¨®n de Fran?oise Gilot, no faltaba m¨¢s- a pintar medio centenar de obras durante el verano de 1943 encerrado en una planta del castillo de Antibes coincid¨ªa con todos los condicionantes del momento b¨¦lico. En plena guerra mundial y sin un duro, el soporte de no pocos cuadros de Picasso fueron tablas desechadas halladas en el puerto y la pintura usada, Ripolin, la misma que empleaban los marineros para sus embarcaciones. De esa carest¨ªa se dedujo una inconfundible originalidad en el color y, como en otros casos, la necesidad se hizo virtud.
Pero la arquitectura, en no pocos casos, mantiene su especial car¨¢cter y es conocido que precisamente durante la decadencia econ¨®mica del imperio espa?ol se alzaron las grandes y costosas construcciones barrocas. Igualmente, las pir¨¢mides de Egipto construidas con los excesos de las cosechas se izaron a despecho de mejorar la triste situaci¨®n y penosas condiciones de la poblaci¨®n esclava.
En Espa?a, los costosos edificios, necesariamente muy fotog¨¦nicos, que se levantaron durante los a?os noventa retrataron la misma soberbia fara¨®nica presente, sobre todo, en alcaldes o gestores del dinero obtenido del vecindario. El primero y m¨¢s sonado ejemplo de ello fue el Guggenheim de Bilbao que multiplic¨® varias veces su presupuesto pero muy cerca de esta operaci¨®n se encuentran por aqu¨ª y por all¨¢, las obras de Calatrava cuyo lema vendr¨ªa a ser frente a la creatividad de la escasez, la estrafalaria inspiraci¨®n del despilfarro.
Deyan Sudjic, reputado especialista brit¨¢nico, dice en su libro La arquitectura del poder (Ariel) que Calatrava ser¨ªa "la versi¨®n oscura y kitsch de la inventiva juguetona y libre de Frank Gehry". En todo caso, dos autores de precios tan abusivos que convendr¨ªa sortear en estos tiempos de vacas flacas y cuya fr¨¢gil osamenta desdice de los soberbios esqueletos de las ballenas blancas del arquitecto valenciano y de los rutilantes fragmentos de formidables peces que ama el arquitecto canadiense. Formaciones, todas ellas, muy ricas y famosas, y que se avienen tan mal con los d¨¦ficits hambrientos, los salarios m¨¢s cortos y los sentimientos generales de la ruina, el paro y la escasez.
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