En la hora crucial
El ajuste fiscal que ayer aprob¨® el Gobierno necesita todo el apoyo pol¨ªtico de la oposici¨®n
La sociedad espa?ola est¨¢ viviendo un momento crucial en la dolorosa tarea de superar la recesi¨®n econ¨®mica. El Consejo de Ministros aprob¨® ayer el real decreto ley de medidas de ajuste fiscal para recuperar la solvencia de las finanzas p¨²blicas. Dicho plan, que incluye un recorte medio del salario de los funcionarios del 5%, una reducci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica de m¨¢s de 6.000 millones de euros hasta 2013 y la congelaci¨®n de las pensiones (salvo las m¨ªnimas) en 2011, pretende reducir el d¨¦ficit p¨²blico en cinco puntos en dos a?os y podr¨ªa complementarse con la imposici¨®n temporal de un impuesto a los grandes patrimonios que las vicepresidentas De la Vega y Salgado no quisieron precisar ayer, pese a la insistencia de los periodistas, despu¨¦s del confuso anuncio de una subida tributaria realizado por el presidente del Gobierno.
Pero la especial gravedad de este momento pol¨ªtico radica en la incapacidad de la oposici¨®n pol¨ªtica y de los agentes econ¨®micos para entender la situaci¨®n real de la econom¨ªa espa?ola. Las finanzas p¨²blicas se enfrentan a un riesgo de impago si no se aplican con rapidez recortes dr¨¢sticos en el gasto. Esta urgencia excluye la posibilidad de embarcarse en inacabables negociaciones sobre cu¨¢les son los gastos que hay que recortar, las inversiones de las que hay que prescindir y los impuestos que hay que subir.
Resulta inquietante que pol¨ªticos con experiencia rechacen consideraciones tan elementales como la prioridad agobiante de recortar gastos y se aferren a un pu?ado de votos o a las ventajas presupuestarias arrancadas en tiempos mejores. Los sindicatos repiten el argumento de que el ajuste castiga a "los m¨¢s d¨¦biles" (cuando es evidente que "los m¨¢s d¨¦biles" son los dos millones de parados causados por la crisis); y las comunidades aut¨®nomas, en un ejercicio de solidaridad inversa con las cuentas p¨²blicas, reclaman el cumplimiento estricto de las grandes obras, como si completar los trazados del AVE fuese una obligaci¨®n superior a mantener la solvencia del Estado. Es evidente que los recortes en la inversi¨®n retrasar¨¢n la recuperaci¨®n de la econom¨ªa (los c¨¢lculos apuntan a un impacto en el crecimiento de cinco d¨¦cimas el a?o que viene), pero la prioridad absoluta es evitar el colapso de la deuda p¨²blica.
Sin acuerdo pol¨ªtico no habr¨¢ ajuste del gasto; tampoco se podr¨¢ considerar una subida de impuestos que ayude a bajar el d¨¦ficit; y la deuda espa?ola sufrir¨¢ lo indecible para refinanciarse. Si hubo un tiempo en el que al Gobierno se le pudo acusar con raz¨®n de negligencia en la gesti¨®n de la crisis, hoy se puede imputar a PP, CiU y PNV de carecer de direcciones pol¨ªticas a la altura de las circunstancias. Por supuesto, la obligaci¨®n del Gobierno es rechazar las vacilaciones que ¨¦l mismo ha exhibido durante los ¨²ltimos tres a?os y mantenerse firme en las medidas de ajuste.
Por cierto, los pol¨ªticos espa?oles no son los ¨²nicos que cometen graves errores. El Gobierno alem¨¢n cometi¨® uno de singular gravedad el martes, cuando prohibi¨® las operaciones especulativas conocidas como ventas en corto al descubierto. Al Ejecutivo que encabeza Angela Merkel no se le deber¨ªa haber escapado que la regulaci¨®n de los mercados es ineficaz si no se aplica en ¨¢reas econ¨®micas, por lo que es un error limitarlas a las fronteras nacionales; y que las operaciones bajistas no se dirigen o gestionan desde Francfort, sino desde otras plazas europeas. Con este movimiento tan torpe, Alemania ha hecho retroceder la fe en un Gobierno econ¨®mico coordinado; y, para colmo, ha se?alado a los mercados cu¨¢les son sus debilidades financieras al publicar una lista de bancos y empresas alemanas sobre las que se proh¨ªbe este tipo de especulaci¨®n. Nunca se dibuj¨® una diana con tanta precisi¨®n.
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