Malaspina, nueva aventura
Un libro recupera las im¨¢genes del viaje alrededor del mundo del legendario capit¨¢n
Una carta cambi¨® para siempre la historia de las expediciones. La firmaron, el 10 de septiembre de 1788, los capitanes Alejandro Malaspina y Jos¨¦ de Bustamante y Guerra. Se remit¨ªa a Antonio Vald¨¦s, ministro de Marina de Carlos III. Le propon¨ªan una idea aventurera: dar la vuelta al mundo y describirla al detalle.
El viaje era cient¨ªfico. No consist¨ªa en descubrir tierras, se trataba de investigar: de trazar rutas terrestres y mar¨ªtimas por los dominios espa?oles; de cartografiar las costas; de clasificar espec¨ªmenes desconocidos. "No buscaban riquezas o conquistas, sino conocimiento", comenta Javier Reverte. El novelista prologa
Expedici¨®n Malaspina. Un viaje cient¨ªfico-pol¨ªtico alrededor del mundo (142 p¨¢ginas; 35 euros), que publican conjuntamente la editorial Turner y el Museo Naval de Madrid. Y que comienza, precisamente, con esa carta.
La traves¨ªa dur¨® cinco a?os, desde julio de 1789 hasta septiembre de 1894. A bordo de las corbetas Descubierta y Atrevida (37 metros de eslora, casco reforzado con cobre), m¨¢s de 200 hombres surcaron el Atl¨¢ntico hasta el cabo de Hornos, en el extremo sur de Am¨¦rica. Recorrieron desde Chile hasta Alaska la costa oeste americana. Llegaron a Australia, China y Filipinas.
A los mandos, el carism¨¢tico Malaspina. Italiano, como Col¨®n, de 33 a?os, nariz contundente. En su tripulaci¨®n hab¨ªa oficiales, artilleros, grumetes; pero tambi¨¦n pintores como Jos¨¦ Gu¨ªo o Fernando Brambila; bot¨¢nicos como Tadeo Haenke; expertos en historia natural como Antonio Pineda; etn¨®grafos, zo¨®logos, cart¨®grafos... Una dualidad digna de la novela Master and commander: por un lado, los navegantes y su sentido militar del deber; por otro, el esp¨ªritu libre de los artistas y cient¨ªficos. Y, claro, hubo fricciones: "Malaspina despidi¨® a un gran pintor como Jos¨¦ del Pozo por vago", explica Jos¨¦ Mar¨ªa Moreno, director de cartograf¨ªa del Museo Naval y uno de los autores del libro.
El volumen re¨²ne mapas de gran valor, como el Plano del puerto de Montevideo (1789), de Felipe Bauz¨¢ (coautor del primer Atlas mar¨ªtimo de Espa?a). Para calcular latitudes y longitudes estudiaron la altura del sol, los relojes, la posici¨®n de la Luna. Entre los dibujos destacan aves muy coloridas, insectos diseccionados, roedores raros ("A este animal llaman capibara", se lee en la l¨¢mina Cuadr¨²pedos) y alg¨²n t¨ªtulo creativo: Ara?a peluda, su mordedura da calentura (1790).
Uno de los atractivos del libro son las reproducciones de algunos de los dibujos m¨¢s interesantes realizados durante la expedici¨®n. Dispuestas en orden cronol¨®gico, sirven casi "como gu¨ªa de viaje", en palabras de Moreno. Muestran los puertos donde atracaron (Buenos Aires, Acapulco), la entrada de las ciudades (Lima, Santiago de Chile), sus plazas (Manila, M¨¦xico), sus gentes y rituales. Los dibujos se plasmaron fotogr¨¢ficamente en 1875 como regalo para la princesa de Asturias. Se conocen tres copias del ¨¢lbum: la del Museo Naval, la de la Real Biblioteca y otra en manos privadas. Cinco de los dibujos se encuentran en paradero desconocido, entre ellos el retrato de Malaspina de Jos¨¦ Mar¨ªa Galv¨¢n: s¨®lo queda su fotograf¨ªa.
Seis a?os de c¨¢rcel
La ¨²ltima l¨¢mina es demoledora: "Por causa de Estado, ha resuelto el Rey que se arreste al Brigadier de la Armada Alexandro Malaspina...". La orden la firma Manuel Godoy, reaccionario valido de Carlos IV que conden¨® al capit¨¢n por sus ideas reformistas: criticaba a las instituciones de la metr¨®poli y defend¨ªa una mayor autonom¨ªa de las colonias. El liberal Malaspina pas¨® seis a?os en la c¨¢rcel. Se decomisaron cientos de diarios de navegaci¨®n, notas y mapas.
El legado se ocult¨® durante la mayor parte del siglo XIX. Hubo varias tentativas de rescatarlo de los cajones de las instituciones entre las que se hab¨ªa repartido. De hecho, el primer diario sobre la traves¨ªa se edit¨® en 1824... ?en ruso! Por fin, a finales de siglo, historiadores como Pedro de Novo y Colson lo recuperaron. Malaspina muri¨® exiliado en Italia en 1810, pero a¨²n hoy surgen vestigios de su viaje. Como resume Moreno: "La expedici¨®n no ha terminado".
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