El nuevo silencio
Un amigo mel¨®mano que toca varios instrumentos, tararea de memoria Blue Train y dirige una escuela de m¨²sica en Madrid me confesaba el otro d¨ªa que preferir¨ªa quedarse ciego a perder el o¨ªdo. Afirmaba que la vida le resultar¨ªa m¨¢s insoportable en silencio que sin im¨¢genes, que se morir¨ªa sin el ox¨ªgeno de las notas, pero que, sin embargo, lograr¨ªa sobrevivir en la claustrof¨®bica oscuridad. Creo que muy poca gente coincidir¨ªa con mi amigo, para quien no hay mayor terror que las tinieblas auditivas.
Ahora Danays Bautista, la chica cubana de 37 a?os que perdi¨® un brazo al caer entre dos vagones del metro la semana pasada, se enfrenta a tres desgracias. Se qued¨® ciega tras un accidente cuando era peque?a y su mujer afirma que las canciones fueron su consuelo. Estos d¨ªas no s¨®lo ha padecido la amputaci¨®n de una extremidad, sino que le han cercenado, en cierta manera, la m¨²sica.
Las canciones rescataron a Danays del drama de la ceguera y quiz¨¢ lo har¨¢n de la desgracia del metro
Danays tocaba la guitarra y cantaba. Fue el jazz latino el que la trajo hace casi un a?o a Espa?a, donde incluso hab¨ªa participado en el festival Ellas crean. Nada m¨¢s sufrir el accidente, su mujer, Vicky, pidi¨® que se le reimplantara el brazo porque afirmaba que Danays, sin la m¨²sica, estaba perdida. Vicky sab¨ªa que el metro se hab¨ªa llevado mucho m¨¢s que una parte externa del cuerpo de su mujer, sab¨ªa que para su esposa la mano con la que rasgaba la guitarra era un ¨®rgano vital.
En las fotos que ha publicado la prensa y en varios v¨ªdeos de YouTube, Danays aparece abrazando su instrumento. El intento de reimplantarle el brazo ha fracasado aunque los m¨¦dicos ya hab¨ªan afirmado que, a pesar de que la operaci¨®n hubiera sido un ¨¦xito, no habr¨ªa podido volver a tocar la guitarra. El brazo perdido es el izquierdo, el que da forma mel¨®dica al ritmo que imprime la mano derecha que bate o puntea las cuerdas. Sin la mano izquierda, la guitarra repite sin sentido un mismo acorde. Sin la mano derecha, la izquierda se mueve in¨²til por el m¨¢stil. En silencio.
Danays, adem¨¢s, compon¨ªa. La mayor¨ªa de los cantautores necesitan un instrumento para armar canciones. La melod¨ªa normalmente se improvisa sobre el colch¨®n sonoro que crea el piano o la guitarra. Por supuesto que hay m¨²sicos que componen sin la ayuda de ning¨²n sonido, pero estoy seguro de que Danays precisaba de la guitarra para escribir sus temas. Conserva la voz pero han enmudecido sus guitarras y qui¨¦n sabe si su inspiraci¨®n. Ahora no solo deber¨¢ volver a aprender a sujetar un libro, a abrir una lata o a cortar un filete, sino que tendr¨¢ que reinventar su forma de hacer m¨²sica.
Las canciones la rescataron del drama de la ceguera y, probablemente, lo har¨¢n tambi¨¦n de la desgracia sufrida en el metro de Madrid. Quiz¨¢ toque un instrumento de percusi¨®n como hac¨ªa su mujer en los conciertos a d¨²o o a lo mejor pueda limitarse a cantar sobre la guitarra de otro m¨²sico. Es posible que componga otro tipo de baladas, que descubra una nueva dimensi¨®n musical desde el mutismo.
Los invidentes por alguna clase de accidente o enfermedad aseguran haber reinterpretado el mundo desde la oscuridad. Confiesan haber prestado atenci¨®n a otros sentidos, haber apreciado olores, sonidos y texturas eclipsadas por la visi¨®n. Han encontrado una nueva dimensi¨®n y, a la vez, se han autoexplorado de una forma distinta. Lo m¨¢s seguro es que sea eso lo que le ocurra a partir de ahora a Danays dentro de su planeta musical, para el que, desde la semana pasada, es ciega de una mano. Una mujer con su valent¨ªa conseguir¨¢ volver a disfrutar con la m¨²sica de alguna manera, de un modo in¨¦dito, a trav¨¦s de una sonoridad y unos silencios v¨ªrgenes.
Es asombrosa la capacidad del ser humano para la supervivencia, nuestra adaptaci¨®n a la adversidad. Muchas veces escuchamos o incluso pronunciamos la frase: "Yo me morir¨ªa si...", pero en realidad, por fortuna o por desgracia, no es tan f¨¢cil fallecer de rabia, de impotencia o de pena. Qui¨¦n sabe c¨®mo reaccionar¨ªamos ante verdaderos dramas, frente a desgracias o golpes secos como los que han malherido desde ni?a a Danays. Pero lo que parece seguro es que tampoco habr¨ªamos considerado m¨¢s elecci¨®n que seguir adelante, atravesar los d¨ªas con el mayor optimismo posible. No hay m¨¢s remedio. Hasta que no caiga el tel¨®n no habremos terminado de componer nuestra canci¨®n.
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