La mirada de acero de la Legi¨®n C¨®ndor
"Volamos y combatimos, por la libertad de los espa?oles nacionales". Es la inscripci¨®n que figura, junto a un "arriba Espa?a" y un dibujito del yugo y las flechas, en la primera p¨¢gina del ¨¢lbum fotogr¨¢fico in¨¦dito de un voluntario de la Legi¨®n C¨®ndor, la c¨¦lebre unidad enviada por Hitler para apoyar a Franco en la Guerra Civil y que inmortaliz¨® a Gernika por el sutil procedimiento de arrasarla. El ¨¢lbum contiene alrededor de 200 fotograf¨ªas que muestran escenas de la vida cotidiana de la Legi¨®n C¨®ndor: aviones de todos los modelos del contingente, en vuelo y en reposo; combates a¨¦reos y terrestres, paisajes bombardeados, instalaciones, algunos momentos de ocio de los militares, im¨¢genes de aliados italianos y espa?oles, prisioneros, muertos? Las instant¨¢neas ofrecen una visi¨®n muy particular, como es l¨®gico, de la contienda y no solo documentan interesantes aspectos t¨¦cnicos de la Legi¨®n C¨®ndor y su lucha, sino que tambi¨¦n revelan detalles de la mentalidad de esos combatientes alemanes en suelo extranjero.
La mayor¨ªa de los voluntarios alemanes llegaban con su c¨¢mara al cuello. Curioso turismo del espanto
Apenas hay algunos detalles de calor humano y ninguno de compasi¨®n, duda o remordimiento
Los otros ¨¢lbumes que se han conservado muestran lo mismo: falta de sensibilidad y ninguna empat¨ªa con los espa?oles
No conocemos el nombre ni el rango del due?o del ¨¢lbum, actualmente propiedad de la Fundaci¨®n Jos¨¦ Mar¨ªa Casta?¨¦ -que posee una extraordinaria colecci¨®n de documentos relativos a los conflictos b¨¦licos del siglo XX-. Ni siquiera sabemos si se trataba de un piloto, de un miembro de los servicios de apoyo en tierra de la unidad o de su grupo antia¨¦reo (hay numerosas instant¨¢neas de los famosos ca?ones Flak?30 de 20 mil¨ªmetros -ametralladora- y Flak 18 de 37 mil¨ªmetros). Lo variado de las fotos y el hecho de que el autor no aparece identificado en ninguna de ellas deja abierta cualquier posibilidad. En todo caso era un tipo ubicuo, vio mucha acci¨®n y estuvo envuelto en bastantes fregados. Nunca lleg¨® a dominar el espa?ol, como manifiestan algunas de sus numerosas anotaciones macarr¨®nicas en las p¨¢ginas -"Fotos parra (sic) la patria espa?ola"-. No parece que sintiera especial inter¨¦s por el pa¨ªs y sus habitantes. Los civiles, las grandes v¨ªctimas de la guerra, jam¨¢s aparecen retratados. La del an¨®nimo militar del ¨¢lbum es una visi¨®n puramente castrense, de alma de acero interesada sobre todo en la tecnolog¨ªa de las m¨¢quinas de muerte y su siniestro rendimiento. Apenas hay algunos detalles de calor humano y ninguno de compasi¨®n, duda o remordimiento. Tampoco emanan las fotos ese reverso del coraje que forma parte de la experiencia m¨¢s intensa y valiosa del soldado: el miedo. Nuestro alem¨¢n de la Legi¨®n C¨®ndor es alguien con el que dif¨ªcilmente congeniar¨ªamos. Eran gente especial los legionarios alemanes: el general Volkmann, por ejemplo, segundo comandante de la C¨®ndor, gustaba de aprovechar cualquier fiesta para subirse a una mesa e intentar tocarse la oreja con el pie. En fin, por lo menos mientras hac¨ªa eso no estaba bombardeando.
Confeccionar un ¨¢lbum parece haber sido todo un pasatiempo habitual entre los miembros de la Legi¨®n C¨®ndor. La mayor¨ªa de los voluntarios alemanes llegaban a Espa?a con su c¨¢mara de fotos al cuello. Curioso turismo del espanto. Les encantaba, al parecer, tener un testimonio de su aventura. Los otros ¨¢lbumes que se han conservado muestran una visi¨®n similar a la de nuestro militar: falta de sensibilidad y ninguna empat¨ªa con los espa?oles.
"Es cierto lo que dices, la Legi¨®n C¨®ndor no sent¨ªa respeto ni simpat¨ªa por los espa?oles en general, ni siquiera por los franquistas", se?ala Antony Beevor al preguntarle sobre ello. "La ¨²nica persona a la que parecen haber respetado era al general Juan Vig¨®n, jefe de Estado Mayor de Mola; por lo dem¨¢s, expresaban desd¨¦n y desprecio, como muestran los diarios de Wolfram von Richthofen, que alardeaba de que el liderazgo militar del bando de los sublevados estaba pr¨¢cticamente en manos de la C¨®ndor". Beevor ha buceado en la psique de Richthofen: utiliz¨® profusamente los escritos del tercer comandante en jefe de la Legi¨®n C¨®ndor y primo del c¨¦lebre Bar¨®n Rojo al escribir su libro La guerra civil espa?ola (Cr¨ªtica, 2005).
Cuando uno pasa, retirando cuidadosamente las protectoras hojas de papel de seda, las p¨¢ginas del ¨¢lbum, que no se distingue externamente del que cualquiera puede tener en casa con fotos de la familia (aunque luego dentro lo que uno guarda son im¨¢genes de la boda y no de Messerschmitts), se asoma a verdaderas ventanas de la historia. La impresi¨®n es m¨¢s fuerte a¨²n porque en la pared de la sala de consultas de la fundaci¨®n madrile?a, como si te estuvieran echando el aliento en el cogote, cuelgan retratos firmados del estricto Richthofen y de su patrono, Hermann Goering, el despiadado jefe de la Luftwaffe. Para crear m¨¢s ambiente, sobre la mesa hay un aut¨¦ntico gallardete de la Legi¨®n C¨®ndor, perteneciente al sargento Heinz Dung, que muestra juntas las banderas de Falange, Marruecos y Portugal y el Fascio y la esv¨¢stica, adem¨¢s de la silueta de un avi¨®n en picado y un antia¨¦reo de 88 mil¨ªmetros.
En la primera p¨¢gina del ¨¢lbum figura a l¨¢piz la inscripci¨®n "LC 88" (el 88 es el n¨²mero que se le otorg¨® a la Legi¨®n en el seno de la fuerza a¨¦rea alemana). En sucesivas instant¨¢neas, ordenadas y documentadas con rigor germ¨¢nico, podemos ver un verdadero y exhaustivo cat¨¢logo de los aparatos de la C¨®ndor: Junkers Ju 52 ("Olle Adelle", vieja Adela, escribe el due?o del ¨¢lbum), Messerschmitts Bf 109, Heinkels He?45 y He 70, o una extraordinaria foto de dos Junkers Ju 87, los famosos Stukas, de los que hubo muy pocas unidades en Espa?a (se calcula que 12), repostando. Una imagen de tres Stukas en vuelo como siniestras gaviotas oscuras con alas invertidas est¨¢ anotada orgullosamente: "Stuka greift uns ar", ataque de nuestros Stukas. No menos entusiasmo transpira la frase debajo de la foto de tres Heinkel He-111: "Und beste bomber in spanischen krieg", nuestro mejor bombardero en la guerra espa?ola.
Un caza Messerschmitt 109 est¨¢ identificado como "Maschine von Major Handrick". Gothard Handrick, jefe de la Jaddgruppe 88, el grupo de caza de la C¨®ndor, fue uno de los top guns de la legi¨®n, con 5 derribos, y luego en la II Guerra Mundial conseguir¨ªa otros 10 (y sobrevivi¨®, hasta 1978). El tipo era, adem¨¢s, un atleta ol¨ªmpico que gan¨® la medalla de oro de pentatl¨®n en los Juegos de Berl¨ªn de 1936 (curiosa forma de celebrarlo, irse a pegar tiros a Espa?a). Otras fotos muestran Dorniers 17 ("l¨¢piz volador"), cazas Heinkels 112, la famosa avioneta de reconocimiento Fieseler Storch (cig¨¹e?a) -la que emplearon luego Rommel en ?frica y el SS Otto Skorzeny para rescatar a Mussolini en el Gran Sasso; solo se enviaron seis a Espa?a-, el Arado Ar 68, que consta con la anotaci¨®n "Nachtjager" (caza nocturno) y a los Savoia-Marchetti 81 de los "italienische kameraden".
Una instant¨¢nea tomada desde un Ju-52 en vuelo indica "sobre tierra espa?ola". La de una pieza antia¨¦rea de 37 mil¨ªmetros con sus servidores con el torso descubierto e incluso en calz¨®n corto y tocados con los caracter¨ªsticos sombreros blandos de la Legi¨®n C¨®ndor en campa?a, reza: "La Cenia"; los artilleros est¨¢n identificados: "Johan, Franz, Fred". Otra, con puntitos en el cielo, "Avisiones de rojas", aviones de los rojos. Muy interesante es una en la que aparece un grupo de soldados junto a un mont¨®n de latas y la inscripci¨®n "un bombardeo de campo de aviones de nacionales con gas" (?). El propietario del ¨¢lbum pas¨® alg¨²n tiempo en el aer¨®dromo de La Cenia (La S¨¦nia, Tarragona), una de las bases m¨¢s famosas de la Legi¨®n C¨®ndor. Varias fotos muestran las instalaciones de "nuestro hogar" e incluso alguna somera actividad social como la visita de "Zwe freunden der Guuarda (sic) Civil", dos amigos de la Guardia Civil, a los que se ve confraternizando entre cervezas (la C¨®ndor sol¨ªa tener buena provisi¨®n), o "la grande festa parra un hombre, el sargento Johanno, este un a?o m¨¢s", sintaxis digna de Cruyff. Otras fotos muestran el campamento de los legionarios a¨¦reos en Villalba durante la batalla del Ebro. Entre las instant¨¢neas, im¨¢genes de "prisioneros de la caballer¨ªa roja," "Marokan offizier", "Kavallerie national", "Mula Kolonne" (columna de mulas) y "bomba sin explotar". Tambi¨¦n, "cajas de granadas de manos rusas", desparramadas por el suelo de un "refugio rojo" y tropas de infanter¨ªa entrando en La Fatarella.
Algunas fotos, pese a estar tomadas con ¨¢nimo documental y pulso firme, nos resultan tenebrosas y desoladoras: ruinas, aviones derribados -en Corbera-, fantasmag¨®ricos "duelos de artiller¨ªa" como lejanos resplandores en los peque?os mundos encuadrados de las instant¨¢neas. La m¨¢s escalofriante, macabra, es la de una serie de ata¨²des abiertos y desvencijados sobre un pedregal, que el autor fotografi¨® concienzudamente. Puede verse a los soldados en su interior. Abajo, la inscripci¨®n "Tote kamaraden", camaradas muertos. No sabemos qu¨¦ historia nos refiere esa foto terrible, pero es la que mejor muestra la aut¨¦ntica cara de la guerra.
Nuestro alem¨¢n de la C¨®ndor sobrevivi¨®, a diferencia de otros legionarios -m¨¢s de trescientos- que se dejaron la piel en Espa?a, como el piloto Fritz Awe, muerto en 1938 al chocar su Messerschmitt 109 con el de un compa?ero cuya h¨¦lice reban¨® su cabina (!); el alf¨¦rez Blankenagel, que recibi¨® un disparo en el pecho mientras descend¨ªa en paraca¨ªdas tras arrojarse de su caza He 51 en Guip¨²zcoa, o el oberleutnant Ohlhorst, fallecido en Salamanca en 1937 por espasmo duodenal (v¨¦ase la lista completa de bajas en la documentad¨ªsima obra que han dedicado a la C¨®ndor Ra¨²l Arias y Lucas Molina, Susaeta, 2009). Especial mala suerte tuvo otro piloto, Kurt Werner, que se abras¨® en su He 59 al recibir los efectos de la explosi¨®n de un cami¨®n enemigo cargado de municiones que ¨¦l mismo acababa de atacar. Hubo varios accidentes graves de coche y moto a causa del alcohol, y los republicanos, como deplora en sus diarios Richthofen, consiguieron un ¨¦xito inesperado al abatir un Ju-52 de transporte en el que viajaban ?siete pilotos de caza!, que murieron todos al estrellarse el aparato.
El due?o del ¨¢lbum, en cambio, regres¨® a casa y, probablemente, desfil¨® all¨ª triunfal y ufano, muy satisfecho de su aventura en Espa?a, cantando, entre otras lindezas, la Marcha de los bombarderos -Bombenfliegersmarsch- de la Legi¨®n C¨®ndor: "Llevaremos la bandera a la victoria y traeremos al pueblo la paz".
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