Inacci¨®n y oportunidades de actuaci¨®n
Hacer frente a los retos del cambio clim¨¢tico nos obliga a impulsar otro modelo de desarrollo. Requiere una respuesta global y redise?ar las ideas tradicionales sobre c¨®mo tener ¨¦xito, crecer econ¨®micamente, usar los recursos y lograr energ¨ªa barata. Exige pensar estrat¨¦gicamente, combinando medio y largo plazo, priorizando el destino de los recursos a favor de lo urgente o lo m¨¢s eficaz a la vez que se impulsan los cambios necesarios para las d¨¦cadas venideras. Obliga a incorporar con claridad la contabilidad ambiental y la equidad en el acceso a bienes globales; no solo por razones ¨¦ticas sino tambi¨¦n por razones convencionales como la estabilidad econ¨®mica o la prevenci¨®n de conflictos.
Hay que ir dando mayor peso a la fiscalidad sobre los recursos naturales
En los ¨²ltimos meses ha aumentado la preocupaci¨®n por la crisis y los esfuerzos por contener la inestabilidad de los mercados y consolidar la recuperaci¨®n del empleo y el crecimiento. Estamos pendientes de referentes claros que ayuden a orientar la inversi¨®n y el impulso a la innovaci¨®n y el empleo. Una oportunidad evidente reside en el avance del compromiso internacional para la reducci¨®n de emisiones de gases de efecto invernadero. Nada mejor que un acuerdo global para ofrecer claridad y estabilidad en las inversiones.
Gobiernos, cient¨ªficos y empresarios coinciden en identificar algunas de las grandes l¨ªneas del futuro. Todos destacan que ser¨¢ un futuro distinto al que pens¨¢bamos, con m¨¢s de 9.000 millones de personas que aspiran a bienestar y servicios b¨¢sicos y, por tanto, con una importante presi¨®n sobre los recursos naturales si no logramos un uso extraordinariamente eficiente de los mismos. Los efectos del cambio clim¨¢tico incrementar¨¢n la magnitud del reto, ya que har¨¢n necesario dise?ar medidas de adaptaci¨®n a los impactos m¨¢s probables e introducir la dosis de solidaridad con quienes sin haber aportado gran cosa a las causas del problema viven de manera desmesurada sus consecuencias.
Existen numerosos estudios que intentan modelizar los efectos del cambio clim¨¢tico y cuantificar los costes de los escenarios de actuar y los de no actuar. Acad¨¦micos, OCDE, Banco Mundial e instituciones muy distintas cada vez manejan datos y estimaciones m¨¢s congruentes. Son todav¨ªa incompletos y est¨¢n sometidos a cierta incertidumbre. Pero todos ellos coinciden en cuatro conclusiones b¨¢sicas: la mayor parte de los costes a precios de hoy es compensada por los ahorros de medio y largo plazo; no existe riesgo de sobreactuar dadas las ventajas que las medidas a adoptar ofrecen en campos distintos al ambiental; el ¨¦xito requiere grandes esfuerzos y acierto en el uso eficiente y colectivo de los medios disponibles; supone tambi¨¦n una etapa de transici¨®n con oportunidades para la innovaci¨®n, nuevos modelos de competitividad y un acceso m¨¢s democr¨¢tico a servicios y bienes b¨¢sicos como el agua, el suelo, la energ¨ªa o el transporte. Esto nos har¨¢ ir dando mayor peso a la fiscalidad sobre los recursos naturales, incluido el carbono, e incentivos a favor de la innovaci¨®n y los sectores que pueden liderar la transformaci¨®n.
China se ha marcado como objetivo ser el l¨ªder en tecnolog¨ªas limpias en 2020; India quiere que la termosolar desplace a las tecnolog¨ªas convencionales en esa fecha; EE UU ha hecho sus apuestas en la revoluci¨®n del autom¨®vil; Brasil y otros pa¨ªses con bosques tropicales han asumido el reto de revertir la deforestaci¨®n... Hay espacio para todos y todo ello ser¨¢ imprescindible. Tampoco debemos olvidar esos esfuerzos, menos vistosos, pero igualmente relevantes, para evitar incendios, minorar los efectos de las inundaciones, mitigar hambrunas o reducir la presi¨®n migratoria y las tensiones procedentes de zonas donde la pobreza tiene riesgo de enquistarse definitivamente merced al cambio clim¨¢tico.
En un mundo cada vez menos occidentalizado, en el que el peso de la econom¨ªa y la riqueza de Europa tiende a disminuir, es fundamental poner en valor lo que podemos aportar en este debate si queremos ser un gran actor global para seguir disfrutando de algo parecido a lo que hoy llamamos el Estado del bienestar. Tenemos la capacidad y la responsabilidad de hacerlo.
Teresa Ribera es secretaria de Estado de Cambio Clim¨¢tico.
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