"Cerrado por f¨²tbol"
Nada en esta casa es inocente. "Todas estas son cosas queridas porque tienen vida vivida", dice Eduardo Galeano, mientras se?ala una de las muchas cer¨¢micas mexicanas de Ocumichu que atesora ("hechas por mujeres tristes, golpeadas por sus maridos; mujeres aporreadas que sin embargo hacen un arte de la pura libertad, muy sexual, con gran capacidad de alegr¨ªa") o destaca una Maternidad en m¨¢rmol blanco: "La primera escultura de Ernesto Cardenal". Cartograf¨ªa vivencial y literaria, este es el espacio donde el autor de Memoria del fuego, montevideano nacido en 1940 y ciudadano ilustre del Mercosur, vive desde que se jubil¨® del exilio en 1985. Y tambi¨¦n, el mapa donde el padre de Las venas abiertas de Am¨¦rica Latina disfruta la reedici¨®n ¨ªntegra de su obra, premiada en distintos idiomas, que est¨¢ haciendo Siglo XXI en Argentina. En ella, Galeano se propuso contar retazos de la historia "desde el punto de vista de los que no han salido en la foto". "Estoy comprometido con la pasi¨®n humana y con la certeza de que somos mucho m¨¢s que lo que nos han dicho que somos. Eso genera amores y odios. Eso me vincula continuamente con las causas que entiendo justas. La voluntad de recuperar la memoria de las mujeres, de los negros, de los humillados, de las civilizaciones no escuchadas: la India, la China...", precisa mientras compartimos un caf¨¦ en su escritorio, rodeados de cuadros, grabados y cerdos de distintos tama?os y hechuras ("toda mi vida he coleccionado chanchitos; ser¨¢ porque es un animal de destino triste que no tiene prestigio m¨ªtico ni hist¨®rico").
Caminante gustoso y met¨®dico, abuelo de cinco nietos y padre de cuatro hijos, conversador artesanal y narrador a fuego lento ("corrijo cada p¨¢gina 20, 25 veces, soy mani¨¢tico de la perfecci¨®n y publico un libro cada 4 o 5 a?os"), Galeano asume la aventura de escribir con el asombro de "un ni?o perpetuo". "La libertad ha marcado mi literatura. La mayor parte de lo que he escrito tiene asiento en lo real, pero la realidad tiene mucho misterio. Realista es tambi¨¦n quien es capaz de contar la realidad que necesita". De su apuesta por la pasi¨®n al deporte hay un paso y un anticipo de lo que ser¨¢ para el autor de El f¨²tbol a sol y sombra Sud¨¢frica 2010: "Ni p¨¢lpitos ni c¨¢balas. Cada vez me importa menos qu¨¦ camiseta tienen los jugadores que me brindan la alegr¨ªa del juego bien jugado. Eso s¨ª, mi mujer, Helena, y yo estamos muy atareados. Desde que estamos juntos en la vida, hace 34 a?os, el primer d¨ªa de cada Mundial colgamos en la puerta de entrada un cartel hecho por nosotros mismos que dice 'cerrado por f¨²tbol' y no lo quitamos hasta que hay campe¨®n".
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