124 d¨ªas para negociar... el desacuerdo
El Ejecutivo trat¨® de mediar entre patronal y sindicatos y solo a ¨²ltima hora se decidi¨® a tomar las riendas
El contador del paro alarmaba cada mes con nuevos m¨¢ximos. Los mercados fustigaban a Espa?a. Y los organismos internacionales, con la Uni¨®n Europea a la cabeza, reclamaban insistentemente reformas estructurales. Nada de eso logr¨® alterar el apacible ritmo de negociaci¨®n que han mantenido hasta esta misma semana el Gobierno, la patronal y los sindicatos para pactar una reforma laboral. Ajeno a las urgencias del momento, el Ministerio de Trabajo se prest¨® a un procedimiento dilatado y garantista, como si Espa?a viviera la ¨¦poca del milagro econ¨®mico y la reforma laboral fuese un capricho acad¨¦mico.
Encerrado en esa burbuja, el Gobierno se situ¨® como mediador entre la patronal y los sindicatos en lugar de tomar las riendas del proceso. Solo en la ¨²ltima fase se decidi¨® a liderar las conversaciones. Pero al final, tras 124 d¨ªas de negociaci¨®n bald¨ªa, le ha tocado afrontar el proyecto en solitario.
Nadie entiende que Trabajo haya renunciado a marcar la agenda
Los agentes sociales se culpan entre s¨ª del fracaso de las conversaciones
El Gobierno tiene que defender en solitario medidas impopulares
El documento final representa un esfuerzo de ponderaci¨®n
La reforma laboral ha abandonado esta semana definitivamente la fase negociadora para entrar en la del decreto. Tras m¨¢s de cuatro meses de conversaciones oficiales, y casi dos a?os de contactos oficiosos, el Gobierno ha puesto fin a un proceso en el que olvid¨® su labor ejecutiva para convertirse en juez de unos agentes sociales muy alejados en sus planteamientos. "El Gobierno no ha estado en ning¨²n momento de mediador; ha sido la parte central, pero los agentes sociales pidieron tiempo para intentar desencallar una parte del proceso", se defendi¨® el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, el pasado viernes tras el Consejo de Ministros, consciente de que la impresi¨®n predominante es m¨¢s bien la contraria. Ni siquiera fuentes pr¨®ximas al Ejecutivo entienden que Trabajo renunciase a marcar la agenda del proceso y que solo a ¨²ltima hora, en la agitada madrugada del 10 de junio que puso fin al di¨¢logo social, desvelara unas cartas cruciales para el proceso. "No se pueden concretar unas medidas as¨ª la ¨²ltima noche", concluyen esas fuentes.
El decreto de reforma laboral ver¨¢ la luz el pr¨®ximo 16 de junio en un Consejo de Ministros extraordinario. Solo unas horas despu¨¦s, la vicepresidenta y ministra de Econom¨ªa, Elena Salgado, exhibir¨¢ en Bruselas los resultados de este y otros ajustes para pasar el examen final que exige Europa ante la crisis fiscal. La imagen de Salgado desgranando ante sus socios europeos los detalles de una reforma que impondr¨¢ un cambio de rumbo en las relaciones laborales dista mucho de la que marc¨® el inicio de este proceso. Fue a finales de 2009, cuando el ministro de Trabajo accedi¨® a demorar el inicio oficial del di¨¢logo social para dar tiempo a empresarios y sindicatos a que sellaran su acuerdo de negociaci¨®n colectiva. Aunque ese retraso supusiera invalidar las fechas que el presidente, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, comprometi¨® en diciembre ante el Congreso de los Diputados: una reforma laboral de calado para el primer trimestre del a?o.
"El Gobierno ha estado perdiendo el tiempo desde febrero
[cuando Zapatero inaugur¨® formalmente el proceso]. Se ha limitado a hacer el papel de moderador", juzga Toni Ferrer, n¨²mero dos de UGT. Esa valoraci¨®n no le hace perder de vista que, aunque la estrategia negociadora del Ejecutivo ha podido entorpecer, la responsabilidad final recae en otra parte: "Quien realmente no ha querido negociar ha sido la patronal. No ha accedido a nada". Suscribe este diagn¨®stico Fernando Lezcano, responsable de Comunicaci¨®n de Comisiones Obreras: "El Ejecutivo solo adopt¨® un papel protagonista al final, cuando ya est¨¢bamos en fase de descuento. Pero la verdadera responsabilidad del fracaso fue el maximalismo de los empresarios".
Lejos de esta visi¨®n, CEOE achaca a la falta de responsabilidad del Gobierno y al "inmovilismo sindical" el fin abrupto de un proceso llamado a consensuar la reforma laboral m¨¢s importante que ha acometido Espa?a. Esta organizaci¨®n emiti¨® ayer un comunicado en el que se desmarca de lo aprobado por el Gobierno en solitario. "No es lo profunda que necesita la econom¨ªa espa?ola. No contribuir¨¢ a la creaci¨®n de empleo", rezaban las palabras de la patronal.
Tambi¨¦n los sindicatos recelan de las medidas que ya se negocian con los grupos parlamentarios para intentar garantizar la convalidaci¨®n del decreto, aunque esperan hacer una lectura m¨¢s reposada del documento entregado a toda prisa el pasado viernes. Al final, el Gobierno se queda en solitario con medidas que resultar¨¢n impopulares para los trabajadores e insuficientes para los empresarios.
El desenlace supone un duro golpe para un Ejecutivo que hizo bandera del di¨¢logo social y se ha topado con dos fracasos en menos de un a?o. M¨¢s all¨¢ de que las exigencias de la patronal han forzado en ambos casos el fin de las conversaciones, la bicefalia del Gobierno tampoco ha allanado el camino. Aunque Trabajo figuraba como interlocutor oficial, el Ministerio de Econom¨ªa ha inspirado todo el proceso, con medidas m¨¢s aproximadas a las tesis liberalizadoras del mercado laboral que finalmente han prosperado. Y ello a pesar de que el secretario de Estado de Econom¨ªa, Jos¨¦ Manuel Campa, ha renunciado a implicarse -al menos con su presencia f¨ªsica- en las reuniones. Su papel como negociador estaba excesivamente marcado tras haber formado parte, antes de incorporarse al Gobierno, del grupo de los 100 economistas que defienden la existencia de un contrato ¨²nico con despido m¨¢s barato para agilizar el mercado laboral. Como apoyo -tambi¨¦n como contrapeso de Trabajo- han actuado esta vez los representantes de La Moncloa. El resultado: un documento que oficialmente disgusta a los agentes sociales pero que representa un esfuerzo de ponderaci¨®n para intentar corregir las disfunciones del mercado laboral. Ahora resta que la recuperaci¨®n abone el terreno para crear empleo, el verdadero reto de la econom¨ªa espa?ola.
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