Lecciones del vertido de BP
Mientras el pozo de petr¨®leo da?ado sigue soltando a borbotones millones de galones de crudo desde las profundidades del golfo de M¨¦xico, el problema inmediato es c¨®mo mitigar una cat¨¢strofe medioambiental que aumenta por momentos. S¨®lo podemos abrigar la esperanza de que se contenga el vertido pronto y no se materialicen las hip¨®tesis peores.Sin embargo, el desastre plantea una amenaza a¨²n m¨¢s profunda a la forma como las sociedades modernas regulan las tecnolog¨ªas complejas. La acelerada velocidad de la innovaci¨®n parece estar superando la capacidad de los reguladores estatales para afrontar los riesgos, y m¨¢s a¨²n para prevenirlos.
Los paralelismos entre el vertido de petr¨®leo y la reciente crisis financiera son demasiado dolorosos: la promesa de innovaci¨®n, la complejidad insondable y la falta de transparencia (los cient¨ªficos calculan que s¨®lo conocemos una peque?a fracci¨®n de lo que ocurre en las profundidades del oc¨¦ano). Grupos de presi¨®n adinerados y pol¨ªticamente poderosos ejercen presiones enormes sobre las estructuras de gobierno m¨¢s s¨®lidas. Constituye un enorme apuro para el presidente de EE UU, Barack Obama, que propusiera -presionado por la oposici¨®n republicana, cierto es- aumentar en gran medida las perforaciones en busca de petr¨®leo en el mar justo antes de que se produjera la cat¨¢strofe de BP.
Los paralelismos entre el vertido de petr¨®leo y la reciente crisis financiera son demasiado dolorosos
La historia de la tecnolog¨ªa del petr¨®leo, como la de los instrumentos financieros ex¨®ticos, era muy convincente y seductora. Los ejecutivos de las empresas petroleras se jactaron de que pod¨ªan perforar hasta una profundidad de dos kil¨®metros y despu¨¦s un kil¨®metro en sentido horizontal y acertar en el blanco con un margen de error de unos metros. De repente, en lugar de un mundo en el que se hubiera llegado a la tasa m¨¢xima de extracci¨®n de petr¨®leo y con recursos cada vez m¨¢s escasos, la tecnolog¨ªa ofrec¨ªa la promesa de aumentar el abastecimiento para otra generaci¨®n. Los funcionarios occidentales se dejaron influir tambi¨¦n por la preocupaci¨®n por la estabilidad del abastecimiento en Oriente Pr¨®ximo, que representa una gran proporci¨®n de las reservas mundiales. Algunos pa¨ªses en desarrollo -y muy en particular Brasil- han descubierto posibles yacimientos enormes frente a sus costas.
Ahora todo est¨¢ en el aire. En EE UU, las perforaciones marinas parece que seguir¨¢n el mismo camino que la energ¨ªa nuclear, pues se dejar¨¢n durante decenios los nuevos proyectos en un caj¨®n y, como ocurre con frecuencia, una crisis en un pa¨ªs puede llegar a ser mundial si muchos otros pa¨ªses reducen dr¨¢sticamente los proyectos de perforaciones marinas ilimitadas. ?Pondr¨¢ de verdad en peligro Brasil su espectacular costa por el petr¨®leo, ahora que lo sucedido ha recordado a todo el mundo lo que puede ocurrir? ?Y Nigeria, donde otros riesgos resultan intensificados por las luchas intestinas?
Los expertos en petr¨®leo sostienen que las perforaciones marinas nunca tuvieron posibilidades de representar m¨¢s que una peque?a proporci¨®n del abastecimiento mundial, pero ahora va a haber m¨¢s preocupaci¨®n por las perforaciones profundas en cualquier medio delicado, y el problema no se limita al petr¨®leo. El problema b¨¢sico de la combinaci¨®n de complejidad, tecnolog¨ªa y regulaci¨®n se da tambi¨¦n en muchos otros sectores de la vida moderna. La nanotecnolog¨ªa y la innovaci¨®n en materia de creaci¨®n de organismos artificiales ofrecen una posible bendici¨®n para la humanidad, al prometer la creaci¨®n de nuevos materiales, medicinas y t¨¦cnicas de tratamiento. Aun as¨ª, con todas esas tecnolog¨ªas apasionantes, resulta extraordinariamente dif¨ªcil lograr un equilibrio entre el riesgo muy peque?o de un desastre muy grande y el apoyo a la innovaci¨®n.
Las crisis financieras son casi consoladoras en comparaci¨®n. Las burbujas especulativas y las crisis bancarias han sido una caracter¨ªstica peri¨®dica del paisaje econ¨®mico durante siglos. Pese a ser espantosas, las sociedades les sobreviven.
Cierto es que quienes pensaban "esta vez es diferente" antes de la reciente gran recesi¨®n, resultaron estar equivocados, pero, aun cuando no estemos mejorando en nada a la hora de afrontar las crisis financieras, tampoco ha empeorado necesariamente la situaci¨®n.
Tal vez los dirigentes de los Estados que componen el G-20 no hayan hecho un trabajo tan brillante como afirman al tapar el agujero existente en el sistema financiero. Los pavorosos problemas de la deuda soberana en la Europa continental y los que est¨¢n fragu¨¢ndose en EE UU, Jap¨®n y otros pa¨ªses lo demuestran m¨¢s que de sobra, pero, comparados con los esfuerzos de British Petroleum para tapar su agujero de petr¨®leo en las profundidades marinas, los dirigentes del G-20 parecen omnipotentes.
Si alguna vez ha habido una llamada para despertar a la sociedad occidental a fin de que se replantee su dependencia de una innovaci¨®n tecnol¨®gica cada vez m¨¢s acelerada para aumentar sin cesar el consumo de combustibles, no cabe duda de que lo ha sido el vertido de BP. Incluso China, con su estrategia de "aprovechemos el auge ahora y ya abordaremos m¨¢s adelante la cuesti¨®n del medio ambiente", debe observar detenidamente el golfo de M¨¦xico.
La econom¨ªa nos ense?a que, cuando hay una enorme incertidumbre en materia de riesgos catastr¨®ficos, es peligroso confiar demasiado en el mecanismo de los precios para acertar con los incentivos. Lamentablemente, los economistas saben mucho menos sobre c¨®mo adaptar la regulaci¨®n a lo largo del tiempo a los sistemas complejos con riesgos en constante transformaci¨®n y mucho menos a¨²n c¨®mo concebir instituciones reguladoras s¨®lidas. Hasta que se entiendan mejor esos problemas, podemos estar condenados a convivir con un mundo de la regulaci¨®n con objetivos constantemente desproporcionados, ya sea por exceso o por defecto.
El sector financiero ya est¨¢ avisando de que la nueva regulaci¨®n puede ser desproporcionada, es decir, tener el efecto no deseado de dificultar profundamente el crecimiento. Ahora bien, pronto podr¨ªamos afrontar las mismas preocupaciones en materia de pol¨ªtica energ¨¦tica, y no s¨®lo en relaci¨®n con el petr¨®leo.
Dadas las dimensiones de lo que est¨¢ en juego financieramente, lograr un consenso mundial ser¨¢ dif¨ªcil, como lo demostr¨® el fracaso de la conferencia de Copenhague sobre el cambio clim¨¢tico. Los pa¨ªses avanzados, que son los que mejor pueden permitirse una limitaci¨®n del crecimiento a largo plazo, deben dar ejemplo. El equilibrio entre la tecnolog¨ªa, la complejidad y la regulaci¨®n es, sin lugar a dudas, uno de los mayores imperativos que el mundo debe adoptar en el siglo XXI. No podemos permitirnos el lujo de seguir equivoc¨¢ndonos.
Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI, es profesor de Econom¨ªa y Pol¨ªtica P¨²blica en la Universidad de Harvard. ? Project Syndicate, 2010. Traducci¨®n de Carlos Manzano.
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