Extra?o aniversario
Ll¨¢menme aguafiestas, pero las celebraciones del 25? aniversario de la adhesi¨®n de Espa?a a las (entonces) Comunidades Europeas, me han dejado algo fr¨ªo. Primero, debido a su coincidencia con una severa crisis europea y, a la vez nacional. Segundo, porque tengo la sensaci¨®n de que ya hab¨ªamos conmemorado este aniversario hace cinco a?os, ocasi¨®n en la que desempolvamos las mismas fotos y escuchamos unos discursos pr¨¢cticamente id¨¦nticos.
S¨ª, sin duda, los ¨²ltimos 25 a?os han sido los mejores de la historia de Espa?a. En una publicaci¨®n del Real Instituto Elcano que tuve la satisfacci¨®n de escribir hace ahora cinco a?os junto con Sonia Piedrafita y Federico Steinberg (20 a?os de Espa?a en la Uni¨®n Europea, 1986-2006) y que prologaron el presidente del Gobierno, el de la Comisi¨®n Europea y el del Parlamento Europeo, reunimos los 60 indicadores pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales que mejor mostraban la impresionante transformaci¨®n experimentada por Espa?a en los primeros 20 a?os de la adhesi¨®n.
Europa toc¨® techo cuando franceses y holandeses decidieron prescindir de la Constituci¨®n Europea
Se mire como se mire, el balance es impresionante. Claro que teniendo en cuenta que los espa?oles nunca antes gozaron de un Estado social, democr¨¢tico y derecho, a menos que a uno le conmueva Covadonga, la batalla de las Navas de Tolosa o la conquista de Am¨¦rica, la verdad es que nuestra historia facilita mucho la tarea. De tan obvio, hay algo an¨®malo en esta reiteraci¨®n de la mirada al pasado. De alguna manera, encubre (pero a la vez revela) unas enormes dudas e inseguridades tanto sobre el futuro de Europa en general como sobre el de nuestro pa¨ªs en particular. Por eso, en lugar de escondernos en las conmemoraciones del pasado, deber¨ªamos dedicar algo m¨¢s de tiempo a pensar sobre el futuro: el nacional y el europeo. Porque si algo muestra nuestra historia reciente es que nuestro progreso no ha sido lineal, sino dominado por grandes avances en la convergencia con Europa, pero tambi¨¦n con periodos de estancamiento y retroceso. En particular, hay que recordar que debido a la crisis pol¨ªtica interna, Espa?a dilapid¨® en una d¨¦cada (1976-1986) los logros econ¨®micos alcanzados entre 1959 y 1976, de tal manera que en el momento de adherirse a la Comunidad en 1986, su diferencial de renta con la Europa comunitaria era pr¨¢cticamente el mismo que en 1968. Es dif¨ªcil no ver que ahora estamos en una situaci¨®n parecida, en la que la probabilidad de afrontar otra d¨¦cada perdida es bastante elevada.
Para empeorar las cosas, Europa ha tocado techo. Dig¨¢moslo sin tapujos. Toc¨® techo institucional en el a?o 2005 cuando franceses y holandeses, a los que pronto se sumaron otros, decidieron prescindir de la Constituci¨®n Europea. Y ha tocado techo econ¨®mico en esta crisis financiera porque, pese a los deseos de muchos, no hace falta m¨¢s que mirar a Berl¨ªn para darse cuenta de que la salida de esta crisis no va por el camino de crear una verdadera uni¨®n econ¨®mica. Pese a que el plan de rescate de 750.000 millones de euros del pasado 8 de mayo fue anunciado como la se?al del nacimiento de un Gobierno econ¨®mico europeo, la realidad es m¨¢s bien la contraria: lo que los mercados debaten estos d¨ªas es si la uni¨®n monetaria aguantar¨¢, no si evolucionar¨¢ hacia un estadio superior. Y lo que los alemanes intentan dilucidar es qu¨¦ tienen que hacer para que el euro siga siendo en todo menos en el nombre ese marco alem¨¢n sobre el cual, tras la II Guerra Mundial, reconstruyeron su naci¨®n con inmenso esfuerzo y tes¨®n y que posteriormente pusieron al servicio de Europa para hacer posible la reunificaci¨®n de su pa¨ªs. Dado que ni somos los mercados ni somos alemanes, nuestro juego aqu¨ª es el de meros espectadores. As¨ª de frustrante y as¨ª de sencillo.
Espa?a, que por razones conocidas, tuvo enormes dificultades para completar su articulaci¨®n como Estado-naci¨®n, solo ha logrado finalizar esta construcci¨®n muy recientemente y en el marco de la adhesi¨®n a la Uni¨®n Europea. Por eso, Espa?a no es un Estado al uso de los que se describen en los manuales de la asignatura de teor¨ªa del Estado, sino un "Estado miembro", es decir, un Estado completamente distinto del que predomina en otras partes del mundo: pertenece a una uni¨®n aduanera sin fronteras interiores, con una moneda ¨²nica y libertad total de circulaci¨®n y establecimiento, que adem¨¢s es una uni¨®n de derecho en las que las normas comunes priman sobre las nacionales y tienen efecto directo sobre el ordenamiento nacional. Eso significa que su identidad nacional y europea son las dos caras de la misma moneda. Veinticinco a?os despu¨¦s, esa moneda, y sus dos caras, est¨¢n en crisis, y no sabemos exactamente c¨®mo saldremos de ella.
jitorreblanca@ecfr.eu
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