Tiran¨ªa de los micr¨®fonos

En todos los espect¨¢culos de Suma Flamenca en los que he estado, la amplificaci¨®n ha sido abusiva y perjudicial tanto para los cantantes como para los instrumentistas; tambi¨¦n para los bailarines. La obsesi¨®n por los suelos amplificados por microfon¨ªa y por el volumen exagerado, aplana los matices, borra los estilos, vulgariza el producto. Tal da?o es responsabilidad de t¨¦cnicos y organizadores. El p¨²blico a la salida, siempre, se ha quejado. Dicho esto, digamos que otra noche habr¨ªa sido si tanto Pastora como Grilo hubieran gozado de un poco de compasi¨®n ac¨²stica. Ellos son dos artistas estupendos, con personalidades acusadas y unas maneras que distinguen, cada uno en lo suyo, a su aire. Las luces impecables, la danza de m¨¦rito.

Pastora Galv¨¢n poco a poco se adereza en escena, se calza y se acomoda un mantoncillo azul de flecos, luego se corona con una enorme flor roja. As¨ª complementa un baile sesgado en el que se siente la mano coreogr¨¢fica de su hermano, un dibujo de brazos exc¨¦ntricos que busca ser personal.

Joaqu¨ªn Grilo, hoy maduro en porte, abre su estampa con la met¨¢fora de la marioneta que se libera de cuales hilos; en ¨¦l hay una elegancia innata y algo peculiar, no exenta de un humor oscuro y propio. Tiene una vertical poderosa y un acento algo canalla que le lleva a la improvisaci¨®n jazzeada, a su libertad gestual, desde donde genera una m¨ªmica viril y rica por la que ya hoy ofrece su avatar.