El valor de una juez
Valor, destreza y orgullo bajo terribles presiones. As¨ª describe Tom Wolfe a los astronautas que participaron en el programa Mercury. Los retrata en el que, probablemente, es uno de sus mejores trabajos: Elegidos para la gloria. Lo que hay que tener. Los protagonistas de ese trabajo period¨ªstico-literario proceden del mundo de los pilotos de pruebas y su esp¨ªritu es el del bravo vaquero. Los bur¨®cratas del programa lamentan ese estilo fanfarr¨®n de los candidatos a astronautas, a los que pretenden reducir a la condici¨®n de aut¨®matas eficientes. El alegato de Wolfe en favor de la condici¨®n humana muestra que frente al anonimato del funcionario y a la presi¨®n del poder resiste, precisamente con lo que hay que tener, el h¨¦roe individual.
Un ilustre ciudadano por encima de toda sospecha duerme desde anoche en la c¨¢rcel Modelo de Barcelona
El auto con el que la juez M¨ªriam de Rosa Palacio dict¨® ayer el ingreso en prisi¨®n para los saqueadores confesos del Palau resume esa valent¨ªa tan dif¨ªcil de encontrar en una sociedad an¨®nima de amigos y conocidos. La decisi¨®n de la titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 10 devuelve a la ciudadan¨ªa la fe en la humanidad e incluso en la justicia.
F¨¨lix Millet tiene en su haber la Corbata de Isabel la Cat¨®lica (Gobierno de Espa?a, 1981); la Creu de Sant Jordi (Generalitat, 1999); es Conciutad¨¤ que ens honora (2008) de la Fundaci¨® Grup Set de empresarias, y a punto estuvo de recibir la Medalla de la Ciutat de Barcelona (Ayuntamiento). Ha sido agasajado por la izquierda gobernante en la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, por sus amigos de la FAES del PP, y ha gozado del calor ¨ªntimo de pol¨ªticos convergentes, a los que hizo de mecenas. Ha sido un ilustre ciudadano por encima de toda sospecha, en una sociedad que ve franca camarader¨ªa donde hay tr¨¢fico de influencias. Desde anoche duerme en la c¨¢rcel Modelo de Barcelona. Le acompa?a su mano derecha, Jordi Montull, el otro saqueador confeso.
El auto de la juez es un desaf¨ªo en toda regla a esta sociedad que nunca duda de las grandes certezas. Hasta que de pronto todo naufraga. He aqu¨ª algunos fragmentos de las cartas enviadas por los saqueadores a sus amigos. "Querido amigo, te adjunto copia de la carta que he remitido a Carles Mart¨ª [primer teniente de alcalde] y a Ramon Massaguer [gerente de Urbanismo]. Si despu¨¦s de esta petici¨®n no obtenemos buenas noticias, recurriremos al alcalde", escrib¨ªa Jordi Montull el 17 de julio de 2007 al constructor Manel Valderrama, que era quien deb¨ªa construir el hotel del Palau.
"Amigo Xavier [Trias], seg¨²n me indica Ramon Massaguer, est¨¢ previsto que el pr¨®ximo viernes pase por la Comisi¨®n de Urbanismo para su aprobaci¨®n inicial el Hotel del Palau, tema que ya conoces. Te agradecer¨¦ tu apoyo. Nos vemos este verano en Menorca", escribe Millet al l¨ªder municipal de CiU.
Por este c¨²mulo de elementos, la juez aprecia un supuesto delito de tr¨¢fico de influencias. Tambi¨¦n hay posible apropiaci¨®n indebida (unos 900.000 euros). Los abogados defensores de Millet y Montull consideraron todo esto f¨²til, comparado con los hechos "mucho m¨¢s graves" que investiga -eso s¨ª, a su aire- Juli Solaz, titular del juzgado de instrucci¨®n n¨²mero 30 de Barcelona.
La instrucci¨®n de Solaz deber¨ªa figurar en los anales judiciales: ordena a los Mossos el registro del Palau y pasado el susto, unos d¨ªas despu¨¦s, autoriza el pinchazo de los tel¨¦fonos de los saqueadores. Millet y Montull nunca podr¨¢n alegar desconocimiento...
La Audiencia de Barcelona, que ratific¨® el proceder intachable de Solaz, podr¨¢ tal vez considerar alocada la decisi¨®n de la juez. Pero Millet y Montull, esos hombres que gozaron del favor, la comprensi¨®n y el calor del poder, habr¨¢n pasado por lo menos unos d¨ªas en la c¨¢rcel Modelo.
Se puede perder la guerra, pero ganar alguna batalla de vez en cuando deja buen sabor de boca. Eso debi¨® de pensar Pirro cuando, tras derrotar costosamente a los romanos en la batalla de Ausculum, exclam¨®: "Con otra victoria como esta volver¨¦ solo a casa". Pero seguro que esa noche durmi¨® satisfecho.
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