La familia de Paco Le¨®n: fusilados, huidos o arruinados
El actor c¨®mico de 'A¨ªda' busca a su bisabuelo asesinado en 1936
El Luisma, el desternillante ex yonqui de la serie A¨ªda, miraba de frente a la c¨¢mara, muy serio. "Me han fusilado. No tuve juicio, ni abogado, ni sentencia...". Paco Le¨®n (Sevilla, 1974) fue el ¨²nico de los 15 artistas que participaron en el v¨ªdeo contra la impunidad de los cr¨ªmenes del franquismo presentado esta semana que no tuvo que memorizar un gui¨®n para meterse en la piel de una de sus v¨ªctimas. Paco Le¨®n era Joaqu¨ªn Le¨®n, su bisabuelo, y conoc¨ªa bien su historia: "Lo detuvieron en Sevilla, mientras tomaba caf¨¦ en un bar. Ve¨ªa pasar a chavales de 16 y 17 a?os vestidos de falangistas y con fusiles. Dos de ellos entraron en el bar y uno le dijo al otro: 'A este hay que detenerlo, que es muy republicano'. Hab¨ªa sido alumno suyo. Lo reconoci¨® enseguida".
Sin saberlo, Jos¨¦ coloc¨® la carpa de su circo sobre la fosa de su padre
Joaqu¨ªn era maestro en Castilleja del Campo, un pueblo sevillano con menos de 700 habitantes. Sus alumnos a¨²n le recuerdan porque les ense?¨® "a leer el reloj", cuenta Le¨®n. Ten¨ªa 43 a?os aquella tarde en que dos menores le arrastraron a un cine convertido en corredor de la muerte para rojos. No cumplir¨ªa los 44. "Su hijo mayor, Jos¨¦, que entonces ten¨ªa 16, le llev¨® comida en una cesta, hasta que un d¨ªa ya no hizo falta". Le dijeron que lo hab¨ªan trasladado, pero la familia entendi¨® que hab¨ªa muerto. Lo fusilaron el 22 de agosto de 1936. En marzo de 1938 fue inscrito en el registro de defunciones. El apartado sobre la causa de la muerte dice: "Aplicaci¨®n del bando de guerra". El del lugar est¨¢ en blanco.
Joaqu¨ªn ten¨ªa cuatro hermanos. Dos, Jos¨¦ y Manuel, profesores, tambi¨¦n fueron fusilados. Francisco, militar e ingeniero de aviaci¨®n, huy¨® a EE UU, y la cuarta, Angelita, muri¨® a los 85 a?os. Se hab¨ªa hecho falangista. A Jos¨¦ lo mataron dos meses despu¨¦s que a Joaqu¨ªn. "Fueron a por ¨¦l una tarde, cuando dorm¨ªa la siesta. Se lo llevaron en pijama". El 17 de octubre de 1936 su hijo volvi¨® a casa con otra cesta devuelta. Antonio, hijo de Joaqu¨ªn y abuelo de Paco Le¨®n, recuerda a su t¨ªa gritar inconsolable aquel d¨ªa: "?Otra canallada! ?Otra canallada!". Ten¨ªan nueve hijos.
La familia de Manuel, el tercer hermano, decidi¨® vestirse de luto y actuar como si ¨¦l hubiera muerto. Manuel se escondi¨®. Primero, en casa de otro maestro, y cuando a este le iban a quitar la vivienda y el puesto de trabajo, en un escondite construido detr¨¢s de un armario en su propia casa. "Pas¨® dos a?os encerrado y aquel sufrimiento de estar siempre asustado, sabiendo lo que le esperaba, le atac¨® el est¨®mago. Vomitaba sangre... Un m¨¦dico amigo se atrevi¨® a operarle en casa", relat¨® en el a?o 2000 Antonio a Richard Barker, un fil¨®logo neoyorquino que quiso investigar la represi¨®n franquista en el pueblo donde veraneaba, Castilleja del Campo. "Dijeron que iban a hacer un canje con la Cruz Roja. Mi t¨ªo no se fiaba, pero al final sali¨®", explic¨® Antonio. Era una trampa. Se lo llevaron a la c¨¢rcel de Sevilla. "Lo fusilaron en una camilla porque estaba tan d¨¦bil que no pod¨ªa ponerse en pie para el pelot¨®n", relata Jos¨¦ Le¨®n Garc¨ªa, sobrino de Manuel. Su hija estaba presente.
Las viudas quedaron a cargo de 16 hijos. "Mi bisabuela me contaba que abr¨ªan una c¨®moda y en cada caj¨®n dorm¨ªa uno de los peque?os", recuerda Paco Le¨®n. Antonio le cont¨® a Barker: "Se fue a trabajar de maestra a una aldea con mi hermana, que ten¨ªa cinco a?os. Nadie quer¨ªa alquilarle una casa por ser viuda de republicano. Despu¨¦s, consigui¨® un puesto en Triana para suplir a una profesora con demencia. '?Que me dure mucho la loca', dec¨ªa". Antonio se puso a trabajar en una f¨¢brica de armas, "haciendo bombas para matar rojos", con 14 a?os. "Ten¨ªa mucho miedo y lo dej¨¦. Pocos d¨ªas despu¨¦s, el polvor¨ªn explot¨®. Quedaron todos sepultados".
Jos¨¦ Le¨®n, el hijo mayor de Joaqu¨ªn, estudi¨® en la escuela industrial y se coloc¨® en la f¨¢brica en la que trabajaba uno de sus profesores hasta que lo dej¨® todo por el teatro. Cuando su jefe le pregunt¨® por qu¨¦, respondi¨®: "En el teatro me aplauden m¨¢s". Mont¨® un circo que un d¨ªa, en los a?os 60, lleg¨® a Castilblanco de los Arroyos (Sevilla). "Mi t¨ªo abuelo coloc¨® la carpa al lado del cementerio. Un hombre se acerc¨® y le dijo: 'Ah¨ª est¨¢ enterrado tu padre", cuenta Paco Le¨®n.
Francisco, el hermano que se exili¨® en EE UU, ayud¨® siempre a la familia. "Envi¨® dinero hasta hace relativamente poco. Recuerdo a mi bisabuela colocarme una medallita que hab¨ªa comprado con el dinero del t¨ªo americano". Hab¨ªa sido compa?ero de promoci¨®n de Franco y vivi¨® el resto de sus d¨ªas pegado a la radio, esperando o¨ªr la noticia de su muerte, pero ¨¦l falleci¨® dos a?os antes. "Le quitaron todo. En Chicago ten¨ªa enmarcado el documento de incautaciones, que dec¨ªa que era 'enemigo de Espa?a", cuenta Paco Le¨®n. El actor sigue buscando sin apoyo institucional a su bisabuelo, y pregunta: "?Hasta cu¨¢ndo?".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.