Farmac¨¦uticos

Un licenciado en Derecho puede abrir un bufete donde, como y cuando quiera, un arquitecto puede igualmente establecer su estudio o un m¨¦dico poner una consulta donde le plazca, ya que se lo permite un t¨ªtulo universitario, que es un documento expedido por el Estado en el que se acredita al titular del mismo con los conocimientos suficientes y necesarios para ejercer la profesi¨®n correspondiente. Pero no es as¨ª en todos los casos. A un licenciado en Farmacia el Estado le reconoce su capacidad acad¨¦mica, pero no le permite ponerla en pr¨¢ctica libremente. Un boticario, seg¨²n el statu quo actual, en el 99% de los casos, solo puede acceder al ejercicio profesional si compra el puesto de trabajo a otro colega que se lo tasa seg¨²n gusto y ganas (gusto del que lo vende y ganas del que lo compra). O bien trabajando en r¨¦gimen de asalariado (en estado de precariedad, la mayor¨ªa) para otro compa?ero que tiene el puesto de trabajo y que generalmente no lo ejerce pero se lleva el grueso de los beneficios del negocio.

?Se imaginan ustedes que hubiera m¨¢s notarios que notar¨ªas y estas salieran a subasta? ?Se imaginan que un m¨¦dico con una plaza oficial en propiedad no la trabajara y pusiera en su lugar a un compa?ero o la vendiera al mejor postor? Pues eso (simon¨ªa seglar, o algo as¨ª) es lo que ocurre en el actual ejercicio profesional farmac¨¦utico, consecuencia de la an¨®mala, anacr¨®nica, at¨®pica e irracional legislaci¨®n correspondiente, que est¨¢ pidiendo a gritos una profunda revisi¨®n y una puesta al d¨ªa de la profesi¨®n farmac¨¦utica en su modalidad comercial.