Un G-20 de dos direcciones
Los dr¨¢sticos planes de ajuste en la Uni¨®n Europea chocan en Toronto con el objetivo de afianzar la recuperaci¨®n econ¨®mica que abandera EE UU - El foco de tensi¨®n ha pasado de Grecia a Portugal, y ahora, a Espa?a - La UE aboga por una aplicaci¨®n gradual de la reforma financieraLa lista de para¨ªsos fiscales est¨¢ vac¨ªa. Es un ¨¦xito de la cumbre de Londres
Los bancos, origen de la mayor crisis econ¨®mica en d¨¦cadas, vuelven a acumular beneficios, si es que alguna vez dejaron de tenerlos. Las compensaciones multimillonarias a los ejecutivos del sector financiero apenas se resienten. Los Gobiernos aplican severos ajustes y promueven reformas impopulares. Los para¨ªsos fiscales siguen captando miles de millones de euros. Los especuladores hacen su agosto con la deuda p¨²blica, desorbitada por los rescates financieros y las consecuencias de la crisis. El paro crece en todas las econom¨ªas avanzadas. La mirada, cada vez m¨¢s esc¨¦ptica, se vuelve al G-20, el foro que se refund¨® en oto?o de 2008 para lidiar con la recesi¨®n y acabar con "una era de irresponsabilidad". La cuarta cumbre de l¨ªderes de pa¨ªses ricos y emergentes, que culmina hoy en Toronto (Canad¨¢), est¨¢ llamada a dar respuestas, pero lo que abundan son las dudas. Y, esta vez, casi todas empiezan y acaban en Europa.
En Europa, la retirada de los est¨ªmulos es ya una carrera contrarreloj
La deuda de los pa¨ªses ricos ha subido del 70% al 100% del PIB
Europa tiene como aliados a Jap¨®n y a Canad¨¢ en su esfuerzo ahorrador
Obama: "Lo primero debe ser salvaguardar el crecimiento"
"Reequilibrar las finanzas p¨²blicas es la prioridad", dice la ministra francesa
EE UU, China y Brasil quieren que Alemania reactive la demanda
China marca el ritmo de la cumbre con la apreciaci¨®n de su divisa
Hay todav¨ªa diferencias sobre la conveniencia de un impuesto a la banca
El gasto p¨²blico, en retirada.
"La econom¨ªa mundial se recupera m¨¢s r¨¢pido de lo previsto, aunque a un ritmo desigual". Esta frase o una similar preside el arranque de los comunicados del G-20 desde la cumbre de Londres (abril de 2009). Entonces, el Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipaba un crecimiento mundial del 2% para este a?o; en Pittsburgh (septiembre de 2009), el vaticinio se elev¨® al 3%. Y ahora, cuando Toronto alberga la cuarta cita de los l¨ªderes de pa¨ªses avanzados y emergentes, el pron¨®stico del Fondo para 2010 ronda ya el 4%. As¨ª que, tras la abrupta recesi¨®n de 2009, buena parte del objetivo fijado en Washington hace menos de dos a?os -"reestablecer el crecimiento econ¨®mico"- se ha logrado. Para llegar hasta aqu¨ª se despleg¨® una bater¨ªa de est¨ªmulos fiscales sin precedentes y se relaj¨® la pol¨ªtica monetaria, con tipos de inter¨¦s en zona cero, hasta niveles hist¨®ricos. Pero lo que hace unos meses en Pittsburgh se planteaba como una "retirada gradual" de la intervenci¨®n p¨²blica, en Europa es ya una vertiginosa carrera contrarreloj.
?Qu¨¦ ha ocurrido en estos nueve meses? Los mercados y el deterioro de las cuentas p¨²blicas se han combinado para gestar un nuevo foco de tensi¨®n: primero se le llam¨® Grecia; luego, Portugal, y ¨²ltimamente, Espa?a. Todos los expertos, con los estadounidenses Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart a la cabeza, hab¨ªan anticipado que una crisis de origen financiero, como esta, desembocar¨ªa en un intenso repunte de la deuda p¨²blica: los rescates de la banca, los incentivos a la demanda para paliar la sequ¨ªa de cr¨¦dito privado y el aumento de la protecci¨®n social (como las prestaciones por desempleo) conducen a un enorme desfase presupuestario. Resultado: el endeudamiento de los Estados avanzados ha pasado en tres a?os de poco m¨¢s del 70% del PIB conjunto a cerca del 100%. Un matiz: los inversores, con el susto de la debacle de las Bolsas a¨²n en el cuerpo, recibieron con los brazos abiertos las emisiones de deuda p¨²blica y aceptaron rentabilidades baj¨ªsimas (financiaci¨®n barata para los Estados) a cambio de seguridad. Hasta que lleg¨® el fiasco de Grecia.
Desde que se confirm¨® en enero que las cuentas p¨²blicas griegas se hab¨ªan falseado y que la capacidad del pa¨ªs de afrontar la deuda quedaba en entredicho, los especuladores hincaron el diente en Europa. Se pod¨ªa elegir presa: Grecia lo hab¨ªa dejado f¨¢cil, pero tambi¨¦n los pa¨ªses afectados por el estallido de burbujas inmobiliarias y con sectores privados muy endeudados (Espa?a o Irlanda), pa¨ªses con tasas de crecimiento an¨¦micas (Portugal), niveles de deuda p¨²blica ya muy altos (Italia) o emergentes con pies de barro (Lituania, Hungr¨ªa). Son argumentos que se agigantaron al hacerse patentes las dificultades y dudas de la zona euro para respaldar a Grecia -salvadas in extremis con un fondo de rescate de 750.000 millones para pa¨ªses con problemas-. De paso, pon¨ªan en evidencia tambi¨¦n a la banca europea, cuyos balances se hab¨ªan llenado de t¨ªtulos de deuda p¨²blica que perd¨ªan valor a toda pastilla. Una voz un¨¢nime se levant¨® entonces en las canciller¨ªas del Viejo Continente: lleg¨® la hora del ajuste del sector p¨²blico. Cuanto m¨¢s r¨¢pido e intenso, mejor.
Recortes al salario de los funcionarios, recortes a la inversi¨®n p¨²blica, recortes a los subsidios sociales, cancelaci¨®n de los programas de est¨ªmulo fiscal, subidas de impuestos... La receta se extiende por todos los Gobiernos europeos, y es esa unanimidad la que plantea dudas. El tijeretazo en Grecia, Espa?a o Irlanda, como l¨ªnea de defensa ante la presi¨®n de los mercados, se extiende a Francia, Alemania o Reino Unido, pese a que el coste de endeudarse para estos pa¨ªses sigue siendo muy bajo, y el sector privado crece a¨²n a un ritmo muy d¨¦bil.
"Nuestra mayor prioridad en Toronto tiene que ser salvaguardar el crecimiento; no podemos perder vitalidad ahora", fue la advertencia que lanz¨® el presidente de EE UU, Barack Obama, antes de viajar a la ciudad canadiense. En la Administraci¨®n estadounidense ha calado la idea de que el ajuste concertado de Europa se parece mucho a una "retirada prematura de los est¨ªmulos fiscales", precisamente lo que se pact¨® evitar en Pittsburgh. La prensa estadounidense lo ha bautizado como un "momento Hoover", en recuerdo del presidente estadounidense al que se atribuye el error de reducir el gasto p¨²blico demasiado pronto y prolongar as¨ª la Gran Depresi¨®n de 1929. En el horizonte, el riesgo de una reca¨ªda.
EE UU ha hecho bandera de graduar la retirada de los est¨ªmulos fiscales. La Administraci¨®n Obama pelea en el Congreso estadounidense por prorrogar las ayudas a los parados o los beneficios fiscales para las empresas, pese a acumular tambi¨¦n elevados niveles de d¨¦ficit (11% del PIB) y deuda p¨²blica (m¨¢s del 92%). Pero, aunque en el comunicado que se publique hoy se brindar¨¢ de nuevo por salvaguardar la recuperaci¨®n econ¨®mica, la presi¨®n europea para dar m¨¢s relevancia a la consolidaci¨®n fiscal es enorme. Por la v¨ªa de los hechos -ajustes presupuestarios ya en marcha- y de las palabras. "Para la inmensa mayor¨ªa, reequilibrar las finanzas p¨²blicas es la prioridad; para una minor¨ªa, la prioridad es el apoyo p¨²blico al crecimiento", sintetiz¨® la ministra de Econom¨ªa francesa, Christine Lagarde, en la reuni¨®n preparatoria de la cumbre, hace tres semanas, en Corea del Sur.
El Gobierno brit¨¢nico, que hasta ahora compart¨ªa la ¨®ptica de EE UU, acaba de echar el freno al gasto p¨²blico con un plan que promete nuevos ajustes. La UE, adem¨¢s, ha sumado como aliado a Jap¨®n -el reci¨¦n elegido primer ministro, Naoto Kan, anunci¨® que limitar¨¢ los incentivos a la demanda privada y congelar¨¢ el presupuesto- y a Canad¨¢, que pretende incluso fijar objetivos de d¨¦ficit y deuda p¨²blica para los pr¨®ximos a?os. Enfrente, adem¨¢s de EE UU, se sit¨²an potencias emergentes como China y Brasil, que creen que los Gobiernos de algunos pa¨ªses avanzados (y de forma singular, Alemania) deben hacer m¨¢s por reactivar la demanda interna para favorecer el comercio internacional.
La reforma financiera pasa de largo.
Los l¨ªderes del G-20 redoblar¨¢n su compromiso de culminar la amplia reforma financiera que se pact¨® en Londres. Pero el propio calendario establecido por el club de pa¨ªses ricos y emergentes limita los posibles logros de la cumbre canadiense. El Consejo de Estabilidad Financiera har¨¢ p¨²blico un informe sobre los cambios regulatorios que se est¨¢n adoptando para afrontar, en caso de crisis, la liquidaci¨®n ordenada de grandes entidades, determinantes en el sistema financiero internacional. Y sobre c¨®mo endurecer el control sobre estas entidades (con m¨¢s poderes a los supervisores y mayores requerimientos de capital). Pero el examen definitivo tendr¨¢ que aguardar a la cumbre de noviembre, en Corea del Sur. Tambi¨¦n se analizar¨¢ entonces el trabajo del comit¨¦ de Basilea (que a¨²na a los bancos centrales) para elevar la calidad del capital exigible a las entidades financieras, promover la acumulaci¨®n de activos que sirvan como colch¨®n de liquidez o establecer una medida homog¨¦nea del nivel de endeudamiento admisible. En Pittsburgh se acord¨® que el desarrollo de estas medidas, que persiguen limitar la apuesta de la banca por inversiones excesivamente arriesgadas, se har¨ªa de forma gradual entre 2011 y 2012, para evitar que el aumento de las exigencias de capital se traduzca en menos pr¨¦stamos a empresas y familias, justo cuando el cr¨¦dito privado escasea. Varios Gobiernos europeos, con Alemania y Francia en vanguardia, sostienen que ese periodo puede ser incluso demasiado corto y defienden una aplicaci¨®n a la carta para evitar reca¨ªdas econ¨®micas. Una hip¨®tesis que tambi¨¦n se abri¨® paso en la reuni¨®n preparatoria de la cumbre de Toronto. Es un argumento similar al que emplea la banca, que teme un dr¨¢stico recorte de beneficios y presiona para limitar los da?os. El Instituto de Finanzas Internacionales, que re¨²ne a las principales entidades de los pa¨ªses avanzados, sostiene que las nuevas normas reducir¨ªan el PIB de Europa, Jap¨®n y EE UU hasta un 3% entre 2011 y 2015 por el descenso del cr¨¦dito, lo que destruir¨ªa 10 millones de puestos de trabajo. Nout Wellink, que dirige el comit¨¦ de Basilea, cree que esos c¨¢lculos son "una locura" y limita el impacto a un 0,5% del PIB mundial.
Otras ¨¢reas de la reforma financiera, como la equiparaci¨®n de las normas contables, el registro y supervisi¨®n de los hedge funds (fondos de alto riesgo) o el desarrollo de normas para dar m¨¢s transparencia al mercado de los derivados financieros, siguen su curso en el seno de los organismos reguladores internacionales, el Senado de EE UU (Obama cuenta con sacar adelante sus propuestas en julio) o en las instituciones europeas.
Obama lo vuelve a hacer.
La cumbre del G-20 en Londres, en marzo del a?o pasado, fue el estreno internacional del nuevo presidente estadounidense. Y Barack Obama lo hizo a lo grande, con el anuncio de una amplia reforma de la supervisi¨®n del sector financiero en Estados Unidos, cuando apenas llevaba tres meses en la Casa Blanca. Ahora, cuando el G-20 evidencia las dificultades para acordar nuevas normas de regulaci¨®n y garantizar su aplicaci¨®n universal, Obama vuelve a lograr una posici¨®n ventajosa en el debate tras lograr que la C¨¢mara de Representantes y el Senado se pusieran de acuerdo, apenas 48 horas antes de la cumbre, para aprobar la reforma que anunci¨® en 2009.
La nueva, y muy compleja, normativa estadounidense, debe pasar a¨²n por la votaci¨®n definitiva del Senado y el Congreso. Y durante su tramitaci¨®n parlamentaria se ha dejado pelos en la gatera, como los resquicios abiertos para que la banca pueda seguir invirtiendo en derivados. Pero la maratoniana jornada legislativa del pasado viernes permite de nuevo a Obama predicar con el ejemplo, un valor al alza en las cumbres del G-20, donde abundan las palabras huecas. Buena parte de la reforma internacional sigue pendiente a¨²n, pero el presidente estadounidense afrontar¨¢ el debate definitivo, de aqu¨ª a final de a?o, con el aval de que cumple con los compromisos. Y la constataci¨®n de que se mueve m¨¢s r¨¢pido que los l¨ªderes europeos.
China se sacude la presi¨®n.
La incorporaci¨®n de los pa¨ªses emergentes al puesto de mando mundial, y sobre todo, del gigante asi¨¢tico, trastoca la marcha de las grandes cumbres, anta?o cocinadas a fuego lento desde ambos lados del Atl¨¢ntico. Cuando el G-20 apost¨® por los incentivos fiscales, China dej¨® atr¨¢s a Europa y EE UU al poner en marcha el paquete de medidas m¨¢s ambicioso, con un multimillonario plan de inversiones p¨²blicas. Cuando el G-20 abord¨® la lucha contra los para¨ªsos fiscales, fue China la que presion¨® para limitar las exigencias de transparencia (el abuso del secreto bancario cunde en Hong Kong y Macao) y estuvo a punto de dar al traste con las negociaciones. Cuando el G-20 anunci¨® que iba a triplicar los recursos a disposici¨®n del FMI, China se apresur¨® a ofrecer 100 millones de euros -la cantidad final fue luego menor-, reforzando as¨ª su exigencia de m¨¢s poder en el Fondo. Ahora, con la apreciaci¨®n del renminbi, vuelve a marcar el ritmo.
En Toronto se pone la primera piedra de lo que EE UU dio en llamar Marco para un Crecimiento Sostenible. Desde la cumbre de Pittsburgh, el Fondo Monetario Internacional ha recabado informaci¨®n de los pa¨ªses del G-20 para aconsejar cambios en los modelos de crecimiento y mitigar as¨ª los desequilibrios que potenciaron la crisis econ¨®mica. El ejemplo m¨¢s claro es, precisamente, la relaci¨®n EE UU-China. El tradicional consumismo estadounidense creci¨® en paralelo a las exportaciones chinas. Y China reinvirti¨® buena parte del super¨¢vit comercial en el mercado financiero estadounidense, lo que contribuy¨® a abaratar el cr¨¦dito y, entre otras cosas, a elevar de nuevo el consumo y facilitar las apuestas financieras arriesgadas.
El estudio del FMI ten¨ªa las cartas marcadas. La crisis ha hecho parte del trabajo que se le exige a EE UU, al forzar a las familias y empresas estadounidenses a aumentar sus tasas de ahorro. Todo estaba preparado para elevar la presi¨®n sobre China: deb¨ªa apreciar su moneda, devaluada de forma artificial, para encarecer sus exportaciones y favorecer las importaciones. Pero Pek¨ªn, al desanclar la cotizaci¨®n del renminbi del d¨®lar y permitir una ligera apreciaci¨®n, desbarat¨® la estrategia. La medida le viene bien para reactivar el consumo, pero sobre todo para mantenerse al tim¨®n. No hay ning¨²n compromiso sobre hasta cu¨¢ndo permanecer¨¢ abierta la banda de fluctuaci¨®n (0,5% sobre el valor de cierre), pero el paso ha sido suficiente para ganarse el un¨¢nime aplauso internacional, justo cuando el Congreso estadounidense debat¨ªa medidas de represalia.
Berl¨ªn, tenemos un problema.
La nueva doctrina para mitigar los desequilibrios dicta que pa¨ªses con super¨¢vit comercial persistente (como Alemania) y altas tasas de ahorro (como Alemania) deben hacer lo posible por animar su demanda interna. Que es justo lo que el Gobierno de Angela Merkel ha decidido no hacer. "Alemania deber¨ªa mantener sus est¨ªmulos fiscales y ampliarlos hasta 2011, en lugar de comenzar ahora con su mal concebida austeridad", preconiza el economista estadounidense Nouriel Roubini en un reciente art¨ªculo. Y, sin embargo, el Ejecutivo de Merkel se ha puesto a la cabeza de la procesi¨®n del tijeretazo, con un ajuste fiscal valorado en 80.000 millones de euros a partir de 2011.
En un imposible ejercicio de equilibrio, el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, mantuvo hace una semana durante su visita a Madrid que Alemania cumpl¨ªa con la m¨¢xima de la retirada gradual de los est¨ªmulos fiscales. Pero lo cierto es que, con su decisi¨®n, Alemania obliga a otros pa¨ªses europeos con peores perspectivas econ¨®micas a hacer ajustes m¨¢s severos aun para que el coste de su deuda p¨²blica no se dispare en los mercados, volcados ahora en comprar t¨ªtulos alemanes.
Merkel insiste en las ¨²ltimas semanas en extender el culto a la austeridad fiscal, recogido incluso en la Constituci¨®n alemana, a todos los pa¨ªses avanzados. "No hay que continuar con los est¨ªmulos cuando ya se ha afianzado la recuperaci¨®n econ¨®mica", sostuvo esta semana. Su celo por la contenci¨®n del gasto p¨²blico, que le llev¨® a retrasar el fondo de rescate a Grecia hasta asegurarse de que el Gobierno heleno tomaba dr¨¢sticas medidas de ajuste, contrasta con su resistencia a publicar y extender las pruebas de fortaleza financiera hechas a las principales entidades europeas.
El impuesto a la banca, en el laberinto.
Un nuevo indicio de que el poder combinado de EE UU y Europa ya no es lo que era. La Administraci¨®n Obama ultima un impuesto que gravar¨¢ con un 0,15% los activos de las principales entidades estadounidenses para conseguir m¨¢s de 70.000 millones de euros en los pr¨®ximos 10 a?os. Y el Consejo de la UE acaba de aprobar el establecimiento de una tasa a la banca, am¨¦n de defender que el G-20 "estudie y desarrolle" una tasa a todas las transacciones financieras. Pero ni los pa¨ªses emergentes, que no se sienten responsables de la crisis financiera, ni algunos pa¨ªses avanzados, como Canad¨¢ o Australia, cuyas entidades no incurrieron en excesos, est¨¢n por la labor. Tampoco lo est¨¢ el gobernador del Banco de Espa?a, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. Y la posici¨®n europea, ahora hegem¨®nica, puede agrietarse cuando se ponga negro sobre blanco. Alemania y la Comisi¨®n Europea defienden que el nuevo impuesto a la banca nutra fondos nacionales que sirvan para reestructurar a las entidades en futuras crisis, mientras que Francia y Reino Unido quieren que se trate como un ingreso m¨¢s del presupuesto de cada pa¨ªs.
Espa?a entra en escena.
Ha estado en boca de todos en las ¨²ltimas semanas. El permanente castigo de los inversores a los t¨ªtulos del Tesoro, pese a que el Gobierno anunci¨® un cuantioso plan de ajuste y una amplia reforma laboral, se retroalimentaba con rumores sobre la solvencia del Estado espa?ol, y sobre todo, de la banca, golpeada por el estallido de la burbuja inmobiliaria y muy endeudada con entidades alemanas y francesas. El Ejecutivo de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero neg¨® desde el principio que Espa?a necesitara acudir al fondo de rescate de la UE, pero lo que s¨ª hubo fue una suerte de rescate moral, con encendidas muestras de apoyo de Strauss-Kahn y Obama, en contraste con la calculada ambig¨¹edad de Merkel. Pero fue la decisi¨®n de publicar las pruebas de resistencia hechas a la banca espa?ola, antesala de una iniciativa similar en toda la UE, lo que permiti¨® aflojar la presi¨®n. "?Dios salve a Zapatero!", lleg¨® a proclamar Wolfgang M¨¹nchau, editorialista de cabecera del diario brit¨¢nico Financial Times. EE UU y Reino Unido echan en cara a la zona euro falta de transparencia sobre la situaci¨®n real de la banca.
Para¨ªsos fiscales, bonus y otros olvidos.
La lista negra de para¨ªsos fiscales, uno de los principales ¨¦xitos de la cumbre de Londres, est¨¢ ya vac¨ªa. La mayor¨ªa de los centros financieros implicados se limit¨® a cumplir con la exigencia m¨ªnima impuesta por la OCDE (firma de acuerdos de intercambio de informaci¨®n con 12 pa¨ªses), lo que ha llevado al Parlamento europeo a plantear nuevos requisitos, como obligar a las multinacionales a publicar la informaci¨®n econ¨®mica y fiscal de todas sus filiales o a generalizar el intercambio de informaci¨®n. No ha habido sanciones, como no las hay en el caso de las remuneraciones de los ejecutivos.
Los impuestos a los bonus en Reino Unido o Francia han aumentado la recaudaci¨®n, pero no han limitado las compensaciones. Y aunque se extiende la petici¨®n de informaci¨®n m¨¢s detallada, a los supervisores solo les queda la opci¨®n de exigir a las entidades que eleven su capital en caso de que el pago de esos bonus incentive el riesgo. En el fondo de la agenda queda tambi¨¦n la negociaci¨®n para un nuevo acuerdo de comercio internacional: el compromiso es cerrar la llamada Ronda de Doha este a?o, aunque una promesa similar qued¨® incumplida ya en 2009.
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